Bueno, pasajeros, aprovecho la parada en esta nueva estación para contarles qué es lo que veo desde mi perspectiva de formador y transmisor de valores y aprendizajes de la cultura deportiva de hoy en día.
Para arribarnos a esta mirada voy a empezar por contarles que está en la naturaleza del hombre un fenómeno que muchas veces se nos pasa de largo entre las corridas del trabajo y los problemas diarios: el juego. Si nos remontamos a la historia de la humanidad, vamos a encontrarnos con fenómenos lúdico-deportivos a lo largo de infinidades de aldeas en varios continentes. Pero no es la intención en esta parada demorarnos en citas históricas a cerca del juego, sino que fue usado como mención para mostrar cómo la historia de nuestra especie estuvo, está, y seguirá un rumbo muy cercano al deporte.
Con el correr del las décadas y siglos nos vamos a encontrar con una especie humana a la cual le interesa mucho la formación de los individuos y para ello se utiliza a la educación como herramienta y forma parte importante de la formación deportiva y lúdica de los individuos. Ahora, la pregunta que indudablemente puede surgir es ¿se puede formar personas desde el deporte? Y no es herrada esta pregunta, ya que es un desafío con el que nos encontramos los docentes todos los días.
El fenómeno deportivo como acto educativo tiene la magia de permitirles a nuestros alumnos, expresarse, crear y recrear situaciones de aprendizajes en las que verán sin lugar a dudas reflejados valores como la honestidad con sus pares, la igualdad con ellos, el esfuerzo por conseguir nuestros objetivos, la dedicación, el respeto de las normas y algunos más que seguramente se me están escapando.
Pero también propongo esta pregunta: ¿quién es el responsable del desgaste de nuestros valores?, ¿el Deporte, la Escuela o la Familia? Mi respuesta para esta pregunta es ninguna y todas a la vez. ¿Por qué? Porque si bien la escuela y el deporte son ámbitos en los que se forjan ideales que nos ayudarán a elevar el nivel de respeto y educación entre nuestros educandos, no debemos dejar de recordar a la familia como el agente socializador más fuerte, y será quien deje su sello más marcado en la vida adulta de las personas.
Como última pregunta y a fin de conclusión de este artículo voy a preguntarme lo siguiente: ¿existe alguna relación entre la cultura del menor esfuerzo y el no respeto de las normas con el deporte favorito de esta sociedad (el fútbol)? Pero mire Usted qué coincidencia, nos identificamos con un deporte en el que se está siempre esperando el momento en el que no nos vean para poder sacar ventaja sobre nuestros pares. El deporte que estamos mostrando a nuestro niños es aquel en el que menos se cumplen las normas, más se cuestiona a las autoridades y más se premia a los mentirosos sin siquiera hacer comentarios sobre lo mal que están dichas acciones. Como si esto fuera poco, se muestra como única opción valida el triunfo, el campeón, el ídolo y se muestra como los peores perdedores de todos a aquellos que finalizan detrás. Sin ir más lejos traslademos esto al ámbito laboral con el que nos cruzamos todos los días: solo el jefe, el gerente o el coordinador es el que se esfuerza por cumplir su rol y todos nosotros, los empleados no contamos para el correcto desarrollo del sistema de producción o lo que fuere.
No nos olvidemos que está en cada persona de esta sociedad la recuperación de nuestros valores y que cada uno se tiene que poner la camiseta desde el rol que le toque ya sea padre, docente, hermano, vecino…■