La muerte siempre es la gran pedagoga que te enseña todo. La muerte es la mejor lección de la vida. La única certeza de la vida es la muerte. Lo único que tienes asegurado cuando llegas a este mundo es que te irás en cualquier momento. Somos turistas en este mundo. Hay que saber aprovechar la visita. Vivir con intensidad, amar, emocionarse, servir, apasionarse, perdonar, tolerar, abrazar, besar, sentir los olores, palpar todas las manos y rostros, conocer todo, sentir el placer de los otros, de lo diferente.
La partida de Kirchner
En estos días en la Argentina se vive un fenómeno que tardará en explicarse desde el nivel existencial porque en el teatro del análisis político ya se dijo mucho y no pocas mentiras. Murió sorpresivamente Néstor Kirchner, ex presidente y un político de 24 horas, de todos los meses, de todos los años, de toda la vida. No fue un santo. Pero fue un hombre muy importante en la historia de este país. Esto es imposible negarlo.
Las “mentes brillantes” que escriben en los diarios “gigantes” y los entrevistadores y columnistas de “grandes” estaciones de radio, ¿podrán explicar el fenómeno que se vio a través de la televisión o las expresiones en las calles de Buenos Aires y de Río Gallegos, especialmente?
¿Qué pueden decir de los miles de litros de lágrimas, de las toneladas de cartas y de flores? ¿Cómo pueden analizar los rostros de dolor, las manifestaciones de gratitud de ancianos? ¿Pueden decir que por los choripanes, la gaseosa y los colectivos hubo tanta movilización en la histórica Plaza de Mayo?
¿Cómo podrán justificar todo lo que escribieron y hablaron contra Kirchner al extremo de compararlo con lucifer y desear su desaparición física? ¿Cómo un político, supuestamente, odiado, autor de la división, maestro de la venganza y de tantos males, puede generar amor, pasión, adhesión, llanto, seguimiento?
Los políticos opositores de la Argentina –entre cuyos “líderes” aparecen personajes con prontuario- planificaron en laboratorio, con asesores extranjeros, que la mejor bandera de su campaña electoral prematura era atacar a Kirchner y que el discurso programático no era proponer una nueva forma de construir el país sino simplemente culpar de todo al ex presidente.
La oposición argentina quedo en off side, fuera de juego. Está tan desubicada que a una semana de la muerte de Kirchner no sabe qué hacer, está planificando una estrategia para enfrentar su orfandad. Mientras los kirchneristas y cristinistas o militantes del Frente para la Victoria convierten sus lágrimas en la esperanza de construir una seria opción política para seguir transformando Argentina, los opositores aún no salen del tsunami cerebral que sufren.
Los sabios escribidores de diarios, especialmente, ¿podrán explicar por qué tantos jóvenes lloraron ante la muerte de Kirchner? ¿Por qué tantos ciudadanos independientes de pronto abrazan las ideas de Kirchner? ¿Por qué tantos odiadores de Kirchner no tiene vergüenza, ahora, de decir ante las cámaras de TV que piden perdón al ex presidente por haberse dejado llevar por los medios de comunicación monopólicos?
Los analistas -que gozan de la impunidad porque dicen cualquier cosa y nunca reconocen que se equivocaron- fracasaron otra vez. Está comprobado que los medios de comunicación ya no son poder porque perdieron lo más importante del periodismo: la credibilidad. Una mayoría de la gente dejó de creer que la prensa y los periodistas tienen la palabra divina. Los ciudadanos en las calles saben que algunos medios no hacen periodismo sino política partidaria.
Una es la realidad que construyen los medios y otra la realidad de las calles. Una es la realidad de las urnas y otra la de los analistas a sueldo.
¿Cómo se puede explicar lo ocurrido en el Brasil donde Dilma, del Partido de los Trabajadores, pese a tener en contra casi al 95% de los medios de comunicación gana las elecciones presidenciales? Ni siquiera la bendición de cardenales y obispos traidores del auténtico Cristo revolucionario e hipócritas moralistas, le sirvió a la derecha para triunfar. ¿Los columnistas internacionales se preguntan por qué Evo y su partido ganaron más de 5 elecciones seguidas pese a tener el 98% de medios de comunicación en contra? Lo mismo le pasa a Correa, Chávez, Lugo, Ortega y otros presidentes populares.
Las filas interminables y el llanto de miles de personas ante Kirchner también son un mensaje a los medios y periodistas que convirtieron a esa sagrada profesión en un instrumento miserable de la mentira, de la manipulación, del odio.
En muchos diarios y canales de televisión de la Argentina ya no hay análisis responsable y objetivo. Los comentarios son simples posiciones políticas irracionales. Ya no hay argumentos sino consignas fundamentalistas. Ya no se habla con el cerebro sino con el hígado; ya no hay serenidad sino palabra violenta. La opinión diferente fue reemplazada por la intolerancia combativa.
Fracaso mediático
Que Mariano Grondona, un viejo periodista fanático defensor de la derecha argentina, compare a los jóvenes que rindieron homenaje a Kirchner con las juventudes fascistas de Hitler, nos muestra que hay peligrosos personajes que manejan la opinión pública. Peligrosos no por pensar diferente sino por ser carentes de la mínima inteligencia.
Que Joaquín Morales Solá se dé aires del catedrático de la moral de los argentinos y que haya gente que considere que sus pesadas columnas son la segunda parte de los Evangelios, es una ofensa también a la inteligencia.
Que Rosendo Fraga, funcionario de gobiernos neoliberales, escriba a una hora y media de la muerte de Kirchner y considere inútil a la presidenta Cristina o que era “manejada” por Kirchner, es indecente.
Causa bronca el oportunismo y la doble cara de las mal llamadas “divas”, como Mirtha o Susana, que rindieron homenajes póstumos cuando en el pasado atacaban al ex mandatarioy abrían sus espacios a todos los que hablaban mal del gobierno.
Los columnistas y editores de Clarín, de Perfil, de Noticias y otros medios, que desde hace tiempo usan y abusan de la libertad de expresión, dedicaron millones de litros de tinta para escribir sobre una Argentina virtual, irreal. Cerraron sus ojos ante la realidad de la calle y los sentimientos de la gente.
Frente a ese país que no existe, la respuesta de los ciudadanos de a pie fue a través de las filas, el llanto, las banderas, las cartas, las flores, las frases de amor y pasión. La muerte se convirtió en gratitud y esperanza. La muerte en este caso de Kirchner no fue el final. Se convirtió en el principio de lo que sueñan los jóvenes, especialmente: un país diferente.
Oposición hipócrita
¿Qué decir de la hipocresía de los opositores? Macri salió a los medios para destacar la figura de Kirchner y dar su respaldo a la presidenta Cristina cuando hace poco propuso que Kirchner sea echado por las ventanas de un tren. ¿No será que el subconsciente le hizo evocar las prácticas de los represores que arrojaban desde los aviones a los que pensaban diferente a los dictadores?
La señora Carrió –que se muestra como amiga militante de cardenales y obispos derechistas- llegó a decir, en el pasado, que lo mejor que podía pasarle a Cristina era divorciarse de Kirchner o que quede viuda. Por eso no tuvo el valor moral de salir de sus sesiones de spa. Tanto odio y envidia sólo habita en alguien que no tiene alma, no sabe del amor por más que camine con crucifijos y participe de sesiones espirituales y saunas purificadores.
Cobos, seguramente asesorado por sus estrategas mediáticos, llegó a decir que Kirchner fue un gran presidente. Olvidó que la mayor puñalada que le dio al ex presidente y a la ahora viuda Cristina, fue la traición.
Fue increíble y hasta asqueroso escuchar los bocinazos desde vehículos lujosos y en barrios exclusivos celebrando la muerte de Kirchner o encontrar frases de desalmados en el Internet donde los cobardes anónimos festejaron.
Los conservadores o derechistas no tienen límites. Pese a que se jactan de ser católicos de misa y creer que son la pura moral, no tienen corazón. Odian demasiado. Odian porque no saben de amor, no saben de emoción. Odian porque tampoco se sienten amados. Creen que su dios-dinero es todo. Olvidan que no hay mayor amor que el dar la vida por los otros y que el mejor regalo que puede tener un ser humano es quedarse en la memoria y en el corazón del pueblo.
La muerte
Confieso que cuando muera quiero tener los ojos abiertos para mirar, los oídos muy limpios para escuchar, el corazón a todo dar para sentir, las manos hipersensibles para captar las sensaciones. Quiero tener todos los diarios en mis manos, escuchar todas las radios y mirar todos los canales. Quiero saber la verdad. Es decir, constatar quiénes fueron mis amigos que se jugaron por mí hasta el final o aquellos que me maltrataron pero ante mi cadáver se muestran sensibles y son simples sepulcros blanqueados por su hipocresía. Pero no será para vengarme. Sólo para saber.
La muerte siempre es la gran pedagoga que te enseña todo. Sí. La muerte es la mejor lección de la vida. En realidad la única certeza de la vida es la muerte. Lo único que tienes asegurado cuando llegas a este mundo es que te irás en cualquier momento. Somos turistas en este mundo. Hay que saber aprovechar la visita. Vivir con intensidad, amar, emocionarse, servir, apasionarse, perdonar, tolerar, abrazar, besar, sentir los olores, palpar todas las manos y rostros, conocer todo, sentir el placer de los otros, de lo diferente.
Con la muerte no cerramos los ojos. Al contrario, los abrimos. La muerte se encarga de abrir los ojos de la vida, de la eternidad, de la gratitud, del cariño. La muerte es la llave de la memoria. La muerte es la puerta hacia el reconocimiento. Sólo con la muerte te das cuenta de lo que perdiste, lo lindo que tuviste y no disfrutaste. La muerte te arranca de tu ser lo que no quieres dar por egoísta: las lágrimas. Por eso lloras, te emocionas, gritas, levantas la mano, golpeas la mesa, protestas contra Dios y prometes recodar y seguir al que partió.
La muerte no es el final. Y no hablo desde la dimensión religiosa. La muerte es el principio de la vida porque a los muertos los revivimos con nuestra memoria y cariño.. El que partió, resucita a través de los que se quedan y siguen los pasos del que se fue. Los muertos renacen en los vivos■