Borges dice en un poema que “morir es una costumbre que suele tener la gente”. Y bueno, no queda más que creerle, pues gracias a eso quienes nos anteceden en el camino de la vida nos dejan por herencia casas, autos y también deudas ajenas que saldar. No obstante, más allá del dolor, la angustia y la sensación de soledad a la que realmente nos enfrenta, la muerte es la puerta a un territorio ignorado sobre el que nada podemos decir sin incurrir en las más delirantes elucubraciones. Que un campo con cuarenta vírgenes, que largos salones de bebida y batalla, que infiernos donde nos aguardan Jim Morrison y Kurt Cobain: una larga enumeración que va desde Dante, pasa por Swedenbort y termina en Gainman. Y que hacen pie en un terreno común a todos: en algún momento nos encontraremos frente a la tumba de un ser querido y enterraremos o volveremos ceniza algo de nosotros mismos en eso inerte que hasta ayer compartía con nosotros el ejercicio de la vida. Y esa reflexión es para todo el tiempo que nos queda porque la muerte es el gran tema de la vida junto al sexo y al dinero; pero que a diferencia de aquellos, tiende a ser más permanente si uno no tiene la fortuna de ser el hijo de un dios.

Por eso 5 discos 5 para convocar a la muerte, para ir haciéndose amigo, para que llegado el día de su beso definitivo nos vayamos caminando a todo sountrack de fondo, elegantemente vestidos de pompa y circunstancia■


 

Cantan en español – 1992 Los toreros muertos. Hay un aspecto de la muerte que no puede dejar de ser hilarante. Vivir y vivir para luego perder en un segundo o en una larga enfermedad eso que tanto nos costó conseguir es una putada perversa que no puede dejar de tener algún tipo de humor. Bueno, eso es lo que este disco de una banda clásica de la movida madrileña constituye: una humorada. Una discografía de canciones repletas de humor y doble sentido donde el escato se entremezcla con la llana estupidez. Canciones que narran historias tontas, sin sentido, donde la voz del narrador no puede ser más que la de un adolescente delirante o pasado de drogas. Sin embargo, en este, su último disco de estudio, demuestran que en ese registro, pocas bandas pueden lograr que el humor le imponga a la muerte un freno. Porque hasta ella debe en algún momento parar para hacerse un pis.

   

 

Cuatro payasos muertos – 2007 – Cuatro payasos muertos. Al colarse entre los pliegues de la carpa uno puede hallar al payaso triste, llorando en un rincón. O Muerto, para descubrir que la parca se caga en las contradicciones y le devuelve la coherencia a un universo imperfecto. Banda de Almagro, de lento pero sostenido ascenso, los cuatro payasos muertos construyen un rock latino, con aires de candombe y reggae que no sorprende pero que gratamente se mantiene dentro de un estándar de sonido que va desde los Piojos de la era Buira hasta Karamelo Santo, pasando por Andando Descalzo y La Zurda. Es decir, un grupo cuyo sonido remite a muchos pero que de a poco va consiguiendo una identidad a través de esas mixturas. Sin contradicciones en su búsqueda, canciones como “la miel y el veneno” o “guardia urbana” son pequeñas perlas para tenerlos a tiro de piedra.

   


Give me convenience or give me death – 1987 Dead Kennedys. Hay ocasiones que ante la estupidez generalizada del mundo que nos rodea se desea la muerte. Más de una vez los Dead Kennedys deben haberla deseado ante el escándalo que su nombre y sus letras generaban allí donde tocaban. Juicios, persecuciones de ligas moralistas, peleas internas de sus miembros, la disolvieron en el 1986 pero este compilado de grandes ¿éxitos? aún hoy los siguen mostrando con una vitalidad envidiable. Un punk hiper veloz, de bajos contundentes y un aire surfer para una voz que dispara mensajes con la precisión de un escalpelo y la tenacidad de una ametralladora de discursos. Junto a Bad Religion es una de las bandas que abandona la meta reflexión sobre el estilo de vida punk y comienza a utilizar ese sonido como plataforma crítica contra políticas y gobiernos concretos, denunciando y ridiculizando.

   

 

The Queen is dead – 1986 – The smiths. Muy probablemente uno de los mejores discos de la historia del rock. Una de esas piezas claves que desde el primer acorde de cualquiera de sus 10 canciones sabemos a dónde pertenece. El sonido de una época, de un lugar en el mundo en particular, de una voz en su mejor estado, casi una cosmovisión en sí misma. Cuando The Smiths grabó esta obra solidificó una carrera en ascenso y se erigió un imponente monumento. Y cuando eso ocurre la muerte se vuelve un acontecimiento inútil porque la memoria que se tendrá de este disco será superior a las mezquindades de quienes lo grabaron. Y nada que hayan hecho después mellará en modo alguno el recuerdo de quienes en los ochenta despertaron y escucharon por primera vez “Bigmouth strikes again” y sintieron que luego de eso, no hay muerte posible.

   


My winter storm – 2007 Tarja Turunem. La muerte puede ser entendida, también, como algo grave, como un acontecimiento que no deja de hacernos caer en un espiral de reflexión que acaba siempre mordiéndose la cola. Una exaltación del dolor como punto focal de la propia tragedia de vivir. De algún modo, el segundo disco solista de la ex cantante de Nightwish va por ese lado. Su voz, ahora centro de la escena, busca conjugar el dolor y la furia acompañada de la distorsión propia del metal sinfónico para lograrlo, y con creces. Una ejemplo ineludible para entender quien sostenía la pata sinfónica de su ex­-banda pero también para comprender porque ya no podían segur juntos. Un disco triste, como en I walk alone y en the reign, pero también furioso die alive. Un disco de duelo, que abre la existencia y la juzga bajo la mirada de lo inevitable.

   


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