Famatina. La historia no es una, el desarrollo no es uno, el saber no es uno; en fin, el futuro deseable y pensable no es uno. La puerta debe abrirse a la aceptación de lo múltiple y para ello, habrá que darle a las resistencias el rol propositivo que merecen.
“Hay un sentido en el que el progreso económico acelerado es imposible sin ajustes dolorosos. Las filosofías ancestrales deben ser erradicadas; las viejas instituciones sociales tienen que desintegrarse; los lazos de casta, credo y raza deben romperse; y grandes masas de personas incapaces de seguir el ritmo del progreso deberán ver frustradas sus expectativas de una vida cómoda. Muy pocas comunidades están dispuestas a pagar el precio del progreso económico”.
De esta manera, en 1951 Naciones Unidas difundía los principios que pretendía que influyeran en la políticas públicas de los “países subdesarrollados” imponiendo pautas claras de un mito sacrificial moderno.
La cita inicial de Naciones Unidas se puede sintetizar en las siguientes premisas:
El Progreso es entendido exclusivamente como económico-financiero; Para conseguirlo, debe hacerse todo, incluyendo la ruptura del tejido social, de culturas, instituciones y, por supuesto, personas; No todos estarán incluidos: muchos sujetos –los lentos, los antiguos, los ignorantes- serán expulsados, siendo sacrificados para no aletargar a los demás; Por último, solamente si son cumplidos todos los anteriores requisitos, la promesa de progreso económico se hará realidad, trayendo las anheladas épocas de bonanza.
Como sabemos, los que motorizan nuestro accionar social e individual no son tanto los argumentos que fácilmente articulamos en un nivel discursivo –a través de las palabras- sino, más bien, los presupuestos que subyacen silenciosos, implícitos e incuestionables. Uno de los presupuestos modernos que organizan el accionar político hoy por hoy es que el Progreso es, por definición, financiero, de indicadores y que debe ser perseguido, aun a costa de la supervivencia y salud de los administrados, o sea, de los sujetos políticos que no poseen el poder de administrar.
Ahora bien, la pregunta que el pensamiento descolonial habilita sería: ¿por qué el “avance” o “retroceso” se mide exclusivamente en función de índices económicos? ¿Cómo funciona la operación por la cual se deslegitiman maneras divergentes de concebir el Desarrollo?
Así como en los clásicos libros de “Historia Mundial”, hay sociedades que son concebidas como si tuvieran más “historia” que otras -es decir que, se eligen los aspectos que las benefician para argumentar su supuesta ubicación “avanzada” en “la” temporalidad mundial como si su destino estuviera predeterminado-, de la misma manera, por estas latitudes, se imponen ciertas dimensiones que funcionan como parámetro para posicionar a una sociedad como avanzada/ civilizada/ desarrollada o como retrasada/ bárbara/ subdesarrollada y, en correlato, se desechan todas aquellas que permitirían una comprensión contrahegemónica de la realidad.
La propuesta de esta columna es la impugnación de la organización de las sociedades según esquemas comparativos y en base a un modelo histórico unilineal así como, más específicamente, del parámetro que se utiliza para dividirlas. En otros términos, ¿no es posible pensar sociedades en las que la dimensión que las organice fuera su capacidad de vivir en armonía con el ambiente? ¿No hay posibilidades de considerar que una sociedad más “evolucionada” es aquella que no pone en riesgo la supervivencia de las especies, es decir, aquella que vive como un sistema que no desequilibra todo lo que lo circunda, poniéndose en riesgo incluso a sí misma?
La respuesta sumamente parcial pero con efectista absolutez que sabe dar el capitalismo es “No”. A todo esto responde “No”. ¿Por qué? Sucede que el Sistema-mundo moderno/colonial se sabe capitalista y esto implica que su objetivo último es la “acumulación incesante de capital”, aún cuando algunos de nosotros debamos morir o convivir con el cianuro para sostenerlo.
Para ello, el Capitalismo debe evitar que toda otra forma de organización sea siquiera pensable. Esto es exactamente lo que se encargaron de hacer discursivamente por estos días el Gobernador dela Provincia de La Rioja–Luis Beder Herrera- y el Diputado Nacional Riojano –Jorge Yoma- en los medios de comunicación masivos, entre otros, a raíz del conflicto en Famatina, La Rioja.
Para empezar, se intentó deslegitimar a los Asambleístas presentándolos como unos ignorantes diciendo que “si hay confusión y falta de conocimiento acerca de lo que significa la actividad minera, para eso está el gobierno: para informar y clarificar” (Beder Herrera). Es decir, desde la perspectiva de estos gobernantes, los ciudadanos, si exigen que no se establezca la “Minería a cielo abierto”, es por ausencia de saberes válidos.
También se plantea el peligro de quedar atrapados en el pasado, es decir, “atrasados” y periféricos implantando la idea de un único futuro posible. Así, se ha dicho que “realmente la provincia no tiene otra posibilidad económica que impulsar la minería a cielo abierto en el cordón de Famatina” o que
“realmente los riojanos no tenemos otra posibilidad. Esto no es para mañana ni pasado mañana, esto es para el futuro de la provincia, de nuestra gente.» (Beder Herrera)
En esta línea, se argumenta la inferioridad insuperable que explicaría que los Ciudadanos puedan ser manipulados por cualquier político de turno, menospreciando los años de resistencia de las Asambleas Ciudadanas (UAC), diciendo que su reacción se debe a que
«le dicen que van a destruir Famatina, a contaminar con cáncer a la población y otras barbaridades.» (Jorge Yoma)
Esos territorios son catalogados a través de estos discursos como improductivos porque en ellos no habría posibilidad de otras actividades por fuera de la minería a cielo abierto y sus habitantes, como la variante humana de la improductividad, la pereza. En este sentido, Beder Herrera ha dicho que
“los riojanos somos como el hijo vago de la Nación que nos tienen que estar permanentemente mandando plata.”
En rigor, ¿qué le están diciendo Beder Herrera y Yoma a su Pueblo? ¿Qué no sea primitivo? ¿Qué si se resiste al Progreso es por inculto, aún cuando han sido comprobadas las consecuencias nefastas dela Mineríaa cielo abierto en múltiples experiencias mundiales? ¿En verdad les están diciendo que deberían permitir que se implante una actividad que utilizará su poca agua y volará por los cielos el Famatina convirtiéndolo en una fangosa sopa con elementos contaminantes, como el cianuro? ¿Está diciendo que las Asambleas Ciudadanas que están organizadas hace tantos años son engañadas cual niñitos? ¿Les dicen que el Famatina interesa solo a los riojanos, aun cuando el carácter local condene su lucha al aprisionamiento en un proyecto de aplastante escala global? En fin, ¿les están diciendo lisa y llanamente que si los ciudadanos no acceden a dar la “licencia social” que precisan van a ofender sus opiniones hasta quitarles todo valor?
Todas estas ideas son implantadas por personas que niegan nuestro derecho a vivir y a luchar por decidir qué concepciones rigen nuestros proyectos personales y sociales. No existe diferencia alguna entre las premisas del Informe de las Naciones Unidas citado al inicio de esta columna –emitido hace sesenta años- y el anhelo de venta para la posterior destrucción de “bienes comunes”, de ciertos gobernantes. Todas las investigaciones científicas en torno al agotamiento de los modelos de crecimiento indefinido no han podido desplazar el Concepto de Desarrollo que pretenden que adoptemos.
Estas operaciones discursivas por medio de las cuales se produce la categoría de “no-existencia” como “alternativa no creíble a lo que existe” (Sousa Santos) pueden ser desnaturalizadas por el Pensamiento Descolonial, que nos recuerda que la Historia no es una, el Desarrollo no es uno, el Saber no es uno; en fin, el futuro deseable y pensable no es uno. La puerta debe abrirse a la aceptación de lo múltiple y para ello, habrá que darle a las Resistencias el rol propositivo que merecen ■