De las pocas cosas que pueden aceptarse sin mucha discusión en la actualidad, una de ellas, es la velocidad de los tiempos que corren: las transformaciones que produce la revolución tecnología constante, la globalización, los mercados transnacionales, la economía financiera a escala mundial; y en ese contexto están el vaivén de los Estados-Nación, de las democracias de los países, ya imposibles de designar como del “Primero” o “Tercer” mundo, los partidos políticos polifacéticos que se autodenominan socialistas y llevan adelante políticas conservadoras, o las sociedades conservadoras que botan gobernantes socialistas, o los partidos de derecha que continúan ganando adhesión en una época supuestamente definida por la reactualización de las izquierdas, etc. En fin, tiempos confusos cuya única constante es el cambio.

 

En este marco, se inscribe nuestro intento de llevar adelante algunas reflexiones políticas desde las contribuciones del pensador francés Jacques Rancière. Si bien la elección de este autor no es azarosa, eso tampoco significa que en él encontramos la novedad teórica (como si tal cosa pudiese existir) que nos permita abrirnos camino en el laberinto recién descripto; por el contrario, las problemáticas tratadas por Rancière, se conectan con distintos autores, tiempos y teorías, en una continuidad histórica, que nos permitiría pensar que estos nuevos problemas, no son tan nuevos. Sobre estas conexiones con el pasado, arrancamos nuestro cuarto disparador rancierano.

En 1931 en Villa María, Córdoba, nació un tal José Mario Arico; biografía de café de este muchacho: militante político, escritor y editor, fue un intelectual marxista de proyección latinoamericana y una de las máximas figuras de la “nueva izquierda”. A través de sus escritos, sus traducciones y sus innumerables proyectos editoriales fue un gran difusor de la obra de Marx, de Gramsci, y del pensamiento socialista[1].

Entre 1976 y 1977, Arico dictó un curso de posgrado en el Colegio de México, hoy reeditado y titulado Nueve lecciones sobre economía y política en el marxismo. El texto, muy recomendable, sobre todo por la oralidad de un profesor muy claro, es un disparo de interrogantes al presente. Al final de cada lección se reproducen las preguntas del público y las respuestas; dos preguntas nos traen a Arico a estas reflexiones: ¿En que medida presupone la teoría marxista la participación política? ¿Es posible pensar transformaciones sin la existencia de organizaciones transformadoras?

La discusión que antecede a estas preguntas en el texto de Arico se encaminaba hacia una caracterización de los interrogantes que propone el marxismo. En este sentido, para

“Marx la sociedad no es solamente un objeto del pensamiento del hombre (…) un objeto sobre el cual el hombre indaga, sino es un modo histórico específico de convivencia que está constituido por una relación peculiar en la que los hombres producen y reproducen la sociedad. Por tanto habría que encontrar en la anatomía de la sociedad la base real de constitución de la sociedad, y de reconstitución de la historia”. Pero, sostiene Arico, “este análisis de la anatomía de la sociedad (…) presupone al mismo tiempo una crítica de la ciencia que reflexiona sobre esta anatomía: la economía política”.

Por este camino, el análisis nos lleva a ver de qué manera Marx proponía tanto una crítica de la economía como de la política, puesto que a través de ellas es que se debía comprender la anatomía de la sociedad. Con otros términos, pero con cierta similitud en general, Rancièrenos está proponiendo lo mismo. Pero esta coincidencia es apenas inicial. Avancemos un poco más.

A la primera pregunta Arico responde lo siguiente: es evidente que la teoría marxista presupone la participación política. Pero el punto, es completamente otro, la idea fundamental para Arico, es que hay un recorte de la política: la política aparece como el campo propio de las organizaciones políticas. Por el contrario, para el marxismo la política conforma el conjunto de nuestra vida y el conjunto de nuestros actos. Lo que hay en el marxismo, que “dispara al presente” y se conecta con nuestras reflexiones sobre Rancière, es una “función de la re-politización marxista” donde

“lo nuevo, lo importante, lo que debe ser visto (…) es la posibilidad de concebir, de ampliar, redimensionar el campo de la política, porque la sociedad burguesa, a medida que se desarrolla como sociedad burguesa, finca en los elementos de consenso la función decisiva del mantenimiento del equilibrio de la sociedad burguesa, y el consenso se mantiene fundamentalmente en base a la división del campo de lo estrictamente económico de lo político”.

Pero si el punto es no limitar la política a las organizaciones políticas, entonces, y teniendo en cuento la importancia del proletariado y el socialismo, aparece nuestra segunda pregunta: ¿Es posible pensar transformaciones sin la existencia de organizaciones transformadoras? Responde Arico: Este problema nos remite a la función de los partidos en los países socialistas. Si no se trata de lograr el desarrollo de las fuerzas productivas, o de que los hombres dejen de tener hambre y de que los hijos puedan ir a la escuela o de que podamos vivir bien en paz, o de que haya violencia; sí se trata, además de todo esto, de que deben desaparecer gobernantes y gobernados como tales, sí se trata de que debe existir una sociedad libre, de que los hombres deben autodeterminarse; entonces, en la medida en que existan gobernantes y gobernados el socialismo sigue siendo una aspiración y no una realidad. Y mas importante todavía:

“La distinción entre gobernantes y gobernados significa la distinción entre economía, sociedad, política, vale decir los mismo elementos que antes consideramos como los elementos fundamentales de la reproducción de la sociedad capitalista. Entonces cuando decimos política estamos designando un campo de discusión absolutamente abierto y que debemos contribuir a que lo siga siendo”.

El planteo de Arico, nos remite directamente a las cuestiones que hemos ido desandando en estas notas, una forma de entender la política, que no la restrinja a lo que comúnmente denominamos la política, es decir, partidos, gobiernos, estados, ideologías, etc. Y a su vez, un cuestionamiento de la relación política entre gobernados y gobernantes.

Entonces, y recordando las notas anteriores donde hablamos del “consenso” y de la “democracia” en los términos en que aparecen en El desacuerdo, tenemos dos autores, que desde lugares aparentemente distantes, en el tiempo y en la teoría, nos devuelven un mismo problema y una misma intención; repensar la política.

Este recuento por las notas y temas anteriores sirve para reafirmar y no perder de vista el horizonte mayor de estas reflexiones.

Hace un mes aproximadamente visitó la Universidad Nacional de Córdoba, uno de los intelectuales mas importantes de Europa, el filosofo Alain Badiou. Al finalizar la conferencia, un oyente del público le preguntó qué opinaba de la reciente asunción de François Hollande, candidato socialista electo a la presidencia de Francia. Acorde a sus escritos y posturas filosófico-políticas, Badiou respondió que los problemas de Europa o Francia no se iban a resolver, ni por partidos socialistas, ni por candidatos socialistas, ni, mucho menos, por transformaciones provenientes de las estructuras políticas tradicionales; sino, siguiendo su tesis central, que un acontecimiento verdaderamente disruptivo y transformador sólo podía provenir de una “política a distancia del Estado”[2].

Tenemos entonces, tres autores, que desde diversas temporalidades y geografías, y por diferentes caminos teóricos y políticos, proponen como esencial, para pensar los problemas globales de hoy (y ayer), un giro en la perspectiva de análisis. Una apuesta a pensar las posibilidades de transformación de una sociedad, en un marco de relaciones bastante más complejo que el propuesto a través de las relaciones Estado-sociedad civil, partidos políticos-ideologías, votantes-representantes.

Salirse de estas miradas es el objetivo esencial para poder, por un lado, traer nuevas problemáticas y discusiones a la realidad que nos interpela, y por el otro, continuar desandando las tesis rancieranas, que en el próximo número tendrán como objeto, en un combo 2 x 1, a la cuarta tesis sobre “democracia” y a la quinta sobre el “Pueblo”

[1] Resumen biográfico en Nueve lecciones sobre economía y política en el marxismo, J. M. Arico, ed. Fondo de Cultura Económica, Colegio de México, 2012.

[2] Véase la conferencia dada por Badiou en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, del día 24 de abril del 2000. http://www.grupoacontecimiento.com.ar/

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