Existen en el mundo 7 mil millones de personas y, según la FAO[1], la humanidad dispone en el presente de la capacidad para alimentar a 12 mil millones de personas. Sin embargo, el 15% padece hambre y otro tanto padece obesidad por la mala calidad de los alimentos. ¿Cómo es esto posible?
Ra-rancieranas para pensar re-reelecciones – Andén 71
Dsde las perspectivas constitucionalistas a las histórico-políticas, las puertas de ingreso al debate sobre la reforma constitucional son harto variadas. Por lo tanto, las líneas que siguen no intentan enfocar dicho debate desde una perspectiva en particular, ni intentan un collage de posibles visiones, sean especializadas o interrelacionadas. El eje sigue estando marcado por las tesis rancieranas y la posibilidad de pensar, a partir de ellas, uno de los tantos tópicos que nos impone la realidad actual. Sin forzar interpretaciones, pero tratando de nutrir y complejizar una problemática fundamental de los análisis políticos contemporáneos. Con esta intención es que nos interesa analizar en qué medida una reflexión filosófico-política sobre la lógica de la democracia, de sus partes constitutivas, de la conformación de sus sujetos y de sus relaciones de poder puede contribuir al debate, tanto de las reformas constitucionales como el de las re-elecciones presidenciales.
De la alimentación como discurso. Peces comiendo barro – Andén 71
Junto a mi netbook dejé una postal (de esas que uno agarra en los bares) que dice: “Cucinare una cultura”. Y en el reverso aparece el nombre del ristorante italiano. Lejos de instaurar una verdad universal y a des-tiempo, las postales -tal y como señala Derrida- nos hablan de circunstancias, de espacios y de tiempos.
Comer o no comer… (¿será esa la cuestión?) – Andén 71
Hay un afán por mejorar la calidad de vida en los últimos años… Libros de autoayuda, notas sobre salud y todo aquello que nos dé una idea de cómo vivir mejor se pavonean en los estantes de las librerías dejando tras las sombras de cierto misticismo la posibilidad de un cambio concreto. Sin embargo, para lograr algún cambio en aquello que se nos presenta tan desesperado tal vez sólo basta con algo tan cotidiano (y a veces automático) que debería ser el punto de partida para vivir saludablemente: comer.