Una de las mayores críticas que se le hace a la Astrología es su hipótesis de la influencia planetaria, el criterio cuasi mágico de que los astros determinan nuestras acciones. Entrados en el siglo XXI esta premisa suena, sino falsa, poco probable. Sin embargo, la Astrología despierta cada vez más interés. El crecimiento de estudiantes de este saber en la ciudad de Buenos Aires se ha quintuplicado en algo más de diez años. Los nuevos astrólogos, lejos de la imagen de la pitonisa con su bola de cristal, son psicólogos, antropólogos y artistas.

En la nueva mitología astrológica, conviven la ciencia, la magia, la fe y el escepticismo. ¿Nos encontramos ante las puertas de una nueva torre de Babel? ¿Qué se esconde detrás del horóscopo?

La Astrología ingresa en nuestra vida a través de la contratapa del diario. El horóscopo es el estandarte que porta, con algún orgullo, la astrología moderna, pero, también, es el responsable de su mala fama.

¿De dónde surge la información que da el horóscopo? ¿Dispone de base científica? ¿Es mera adivinación?

No hay una única respuesta. La Astrología, como estudio de los astros, se puede sostener desde distintos puntos, y todos tienen su validez. Pero el interés por ella se debe a su aspecto predictivo, aunque no siempre fue así: el horóscopo popular tiene apenas unos cien años.

Durante milenios observamos el cielo para ver qué había en él. De hecho, la palabra horóscopo deriva del griego «ὥρα» («hora») y «σκοπέω» (skopeo = «examinar»).
En Grecia se establecieron las porciones de los signos como los conocemos hoy, en función del zodíaco («rueda de animales»). Esta franja de la esfera celeste es donde se desplazan el Sol, la Luna y los planetas.

Debido a la oscilación de la Tierra sobre su propio eje, las constelaciones se desplazan del grado cero Aries, y esto hace diferir las constelaciones de los signos zodiacales. Este movimiento da lugar a las Eras Astrológicas. Actualmente, nos encontramos entre la Era de Piscis y la de Acuario, pero cuando se dio nombre a los signos del zodíaco, signo y constelación estaban ubicados en el mismo lugar, de allí su correspondencia.

Orígenes del zodíaco

Podemos datar el inicio de la franja zodiacal en Babilonia, unos 4.000 años atrás, aunque los signos no fueron definidos hasta 520 a.n.e. Al parecer Cleostratos de Tenedos dividió la eclíptica en doce partes iguales y «reconoció los signos del zodíaco», según un poema hoy perdido, Astrología.

Lourdes Hernandez Perez, en su ensayo Astronomía en Grecia, dice: “Fue precisamente en la Jonia griega (ubicada en Asia Menor) durante los siglos VII al V a.n.e. donde se originan las ideas de un cosmos ordenado y matemático. Los griegos estaban convencidos de que había una «materia prima» de la que se originaba todo lo existente, la esencia de todas las cosas”.

En Mileto surgieron las primeras manifestaciones del pensamiento astrológico racional; donde Tales desarrolló su actividad como filósofo, astrónomo y matemático. A él, se le atribuyen la invención del reloj de Sol y la construcción de calendarios astronómicos con indicaciones meteorológicas

¿Qué relación existía entre la astrología, la astronomía y la ciencia en la antigüedad?

Para comprenderla, debemos posicionarnos en la cosmovisión antigua, en la que estas disciplinas respondían a un único intento de comprensión del hombre y lo que lo rodeaba.

Isaac Newton, en su Cronología, relata el inicio del saber planetario diciendo que este estudio fue establecido para el uso de la navegación y que los egipcios fijaron los solsticios. Luego, relacionaron este conocimiento con los movimientos de los planetas y sus posibles consecuencias sobre las conductas humanas.

El primer registro del zodíaco es el Zodiaco de Dendera, un bajorrelieve del Antiguo Egipto esculpido en el techo de la pronaos (o pórtico) de una cámara dedicada a Osiris en el templo de Hathor de Dendera, datada a finales del periodo ptolemaico. Las imágenes corresponden  a constelaciones, entre las que se pueden reconocer la de Tauro y la de Libra.

Appollonius Rhodius, poeta griego y jefe de la biblioteca de Alejandría, escribió: «Los egipcios llaman a los doce signos del zodíaco dioses consejeros por nombre, y sirvientes a los planetas». Entonces eran los doce dioses quienes gobernaban los signos del zodíaco, y no los planetas.

Así, antes de ser signos, fueron meses. Los calendarios primitivos eran lunares.

Tanto en Babilonia como en Egipto, se creía que cada mes poseía un dios distinto como su regente o guardián. Cada civilización adjudicaba diferentes regencias a cada mes.

¿Puede, desde esta perspectiva relativa, ser el horóscopo un elemento de predicción?

La problemática de la predicción, más allá de que se apoya en una concepción determinista, contiene otro elemento cuestionable, y es que descansa sobre las variaciones posicionales a lo largo del tiempo. Sin embargo, lo que la Astrología observa para realizar sus predicciones no es el cielo, sino sus mecanismos planetarios en relación con el Sol y la Tierra.  

La astrología, como sistema de símbolos, no escapa de lo que se quiera depositar sobre ella. En la mitología astrológica conviven la ciencia y la magia, la fe y el escepticismo.

La Astrología tiene muchos significantes y dispone de una enorme capacidad de simbolización de la psiquis. Por eso siempre, ya fuera para equipararlo con Dioses o con fuerzas naturales, existió una intencionalidad de ver en el cielo lo que la psiquis humana y su estructura entendían como cierto.

Vincular cielo y tierra

El astrólogo y músico Dane Rudhyar dice:
Para el hombre primitivo y tribal, la astrología era parte integral del simbolismo religioso, al igual que un medio para prever los hechos naturales periódicos que afectaban la Vida de la comunidad y, especialmente, sus actividades agrícolas o el apareamiento del ganado. En semejante condición de vida y con la consciencia humana enfocada en el suelo y en el bienestar total de la comunidad orgánica, la astrología era muy sencilla. Se basaba, esencialmente, en la salida, la culminación y la puesta de todos los cuerpos celestes.

La Astrología simboliza la vinculación entre lo que sucede en la Tierra con lo que sucede en el cielo, aunque no significa que haya una influencia directa. Es en el medioevo cuando la astrología se interesa por la idea de modificar el destino, y cuando el astrólogo queda más asociado a la brujería ocupando un lugar casi mágico.

A partir del 1900, con el advenimiento de la psicología, el saber astrológico vuelve a acercarse, aunque de una manera mucho más marginal, al cuestionamiento sobre la relación del hombre y su destino desde una perspectiva humanista.

Durante más de mil años la astrología luchó por demostrar sus dotes científicas, pero  ha quedado en el lugar de pseudociencia. Se le exige que sea exacta en sus predicciones, aunque no es su misión.

Como dice el virginiano Levy Strauss, la Astrología es un gran sistema que ha ayudado al hombre a pensar durante milenios. Tal vez por esto, los humanos seguimos maravillándonos con la majestuosidad del universo, buscando, en la inmensidad, hilos que formen la urdimbre de nuestra existencia.

 


Bibliografía

Hernandez Perez, L. (2004), Mujeres astrónomas y matemáticas en la Antigüedad, Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia.

Newton, I. (1728), La Cronología Corregida de los Reinos Antiguos.

Apolonio de Rodas (1996), Argonáuticas, Madrid: Editorial Gredos.

Rudhyar D. (1993), Las Casas Astrológicas, Buenos Aires, Ed. Kier.

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