En nuestro recorrido por la música barroca nos detuvimos en muchas estaciones. Jean-Baptiste Lully, Jean Philippe Rameau, Georg Philipp Telemann y Georg Frideric Händel son cuatro figuras muy importantes del período, pero en los que no nos detuvimos durante este viaje. Llegamos al final. Próxima estación: Johann Sebastian Bach.

Podría dedicar la columna entera durante años a escribir sobre Bach y su música. Pero el propósito de esta sección es otro. Por lo tanto, aunque le dedique varias entregas, voy a tratar de circunscribirme –dentro de lo posible- sólo a la descripción de algunas de sus obras, previa reseña de su existencia mundana.

En varias oportunidades me he referido al gran Bach aclarando sus nombres. Esto se debe a que Johann Sebastian (1685-1750) es el miembro más ilustre de una familia que ha engendrado la modesta suma de setenta músicos profesionales.

Es muy probable que las primeras nociones musicales que Johann recibió hayan sido provistas por su padre Johann Ambrosius (†1695) y, luego de la muerte de éste, por su hermano Johann Christoph. Estudió la música de otros compositores copiando y arreglando sus partituras; de este modo se familiarizó con los estilos alemán, italiano, francés y austríaco.

Johann Sebastian Bach (en adelante Bach) fue organista y su carrera musical estuvo determinada por los trabajos que realizó. Su vida fue muy similar a la de los funcionarios musicales de la Alemania luterana de la misma época. En vida fue reconocido sobre todo como instrumentista, pero había muchos compositores más conocidos que él en toda Europa.

La figura de Bach es muy particular debido a muchos factores. Sin dudas fue un hombre muy curioso que nunca dejó de superarse ni de intentar hacerlo. Un excelente instrumentista y un gran pedagogo; pero sobre todo, una persona con una habilidad sobrehumana para escribir.

Su carrera musical está dividida en cinco períodos, que se corresponden con los cinco distintos trabajos en los que fue empleado: Como organista en Arnstadt (1703-1707) y Mühlhausen (1707-1708); como organista de la corte y luego como maestro de capilla en Weimar (1708-1717); como director musical en la corte del príncipe Leopold de Anhalt-Cöthen (1717-1723); y, finalmente, como maestro de capilla de la escuela de Santo Tomás y director musical en Leipzig (1723-1750).

 Lo prometido es deuda

La fuga[1] es un tipo de obra que tiene características muy particulares. Si bien no pretendo que después de leer estas líneas nos pongamos a analizar fugas de cualquier tipo, creo preciso aclarar que la descripción de la forma corresponde a la llamada fuga de escuela: algo así como un promedio (formal) de las fugas y es el resultado de una investigación llevada a cabo a principios del siglo XX.

La fuga es una pieza polifónica de carácter imitativo en un solo movimiento. El plan general de la pieza consiste en la insistente repetición de un tema[2] y de su imitación (exposición), con fragmentos libres entre las repeticiones (divertimento). Una fuga es, además, una sucesión de secciones claramente separadas.

Primera sección: En general, en la exposición se presenta el tema una vez en cada voz. Cada presentación del tema se llama entrada. Cuando entra la segunda voz, la primera sigue sonando, y puede hacer: un contratema o contrasujeto (es siempre el mismo para las repeticiones del tema, con lo que se vuelve casi temático), o un contrapunto (que es diferente cada vez). Lo mismo sucede cuando se incorpora la tercera voz.

Al terminar la exposición comienza el divertimento, en el que se “juega” con los elementos del tema. Este “juego” está dado por los diferentes tipos de imitación, rítmicos[3] y melódicos[4]. A su vez, se lleva a cabo el proceso modulatorio[5]: se van generando las condiciones para que las nuevas relaciones puedan ser establecidas.

Segunda sección: Se repite la estructura de la primera sección, y por esto resulta similar, pero es diferente porque el contenido no es el mismo. El proceso modulatorio que se realiza en este divertimento es para volver a la tonalidad original.

Coda: No hay un divertimento y la reexposición es incompleta. Se reexpone en la tonalidad original y, generalmente, hay una variación de registro en alguna voz. Luego se realiza una cadencia final y termina.

 Las obras para clave más conocidas de Bach son las que componen la serie Das wohltemperierte Clavier (El clave bien temperado). Son dos series (1722 y 1744) de veinticuatro preludios y fugas, cada uno de los cuales está en cada una de las tonalidades. El primer volumen (1722) fue pensado con fines didácticos. Luego de las Invenciones a dos y tres voces y del Pequeño libro para órgano, el Clave… representa un mayor nivel de dificultad para el estudiante. El segundo volumen que, según dicen los expertos no sería un conjunto de piezas didácticas sino un reflejo de la última parte de su vida: mientras revisa sus obras anteriores, compone otras cada vez más abstractas, en las que no hay un detalle que se pierda de vista.

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 Preludio y Fuga N° 15 en Sol Mayor (BWV 860) del primer volumen del Clave…

El preludio –pieza de estilo improvisatorio- es una sucesión de arpegios (acordes desplegados), distribuida en ambas manos, no desde un deseo de destacar la diferencia entre las manos sino la diferencia entre las voces. Una voz hace los arpegios y la otra acompaña con notas más largas que sirven de apoyo (aunque puedan sonar más agudas). El resultado es un continuo de arpegios en distintos registros. Promediando la pieza, aparecen escalas y la alternancia de las voces entre las manos se hace cada más seguida hasta que, como si se pisaran, ambas tocan al mismo tiempo las mismas figuraciones, preparándose para el final.

La fuga, como corresponde, no obedece al plan descrito anteriormente. Entre la segunda y la tercera entrada del tema en la exposición de la primera sección, hay dos compases que anticipan el divertimento. Esta aparición temprana presenta, como si quisiera empezar desde ahí e interrumpiera la tercera voz, un divertimento que, en todas sus apariciones en las distintas secciones, tendrá las mismas características. Luego, esta intromisión del divertimento, se convertirá en contrapunto del tema. Casi estrictamente en la mitad de la fuga, cuando hay una baja en la densidad sonora (suenan sólo dos voces), las notas largas del tema aparecen por movimiento contrario: en la exposición descendían, y en este lugar que señalo ascienden.

Tanta explicación sobre la estructura de la fuga viene a cuento de que, si bien casi todos alguna vez hemos escuchado una fuga o, al menos, hemos escuchado el nombre, es muy probable que no tengamos a mano el significado de esta palabra. Mi intención es que, de ahora en más, cuando escuchen una fuga, sepan que lo es y puedan reconocer el tema como delfines que saltan desde el agua.

 


Bibliografía:

. Bukofzer, M, La música en la época barroca, Alianza Música, Madrid, 1994

. Grout – Palisca, Historia de la música occidental, 2, Alianza Música, Madrid, 2001

. Otterbach, F. Johann Sebastian Bach. Vida y obra. Alianza Música, Madrid, 1990

. Zamacois, J, Curso de Formas Musicales, Labor, Barcelona, 1971


[1] Vean los videos que aparecen abajo.

[2] Un tema o sujeto es una frase musical que es el origen de toda la obra.

[3] 1) Por aumentación: se duplica el valor de las notas del tema. 2) Por disminución: se divide en dos el valor de las notas del tema.

[4] 1) Transporte: el tema empieza en otra nota. 2) Por movimiento contrario: las notas que subían, ahora bajan y viceversa. 3) Por movimiento retrógrado: el tema es escrito de atrás para adelante.

[5] Modulación es el traslado de una tonalidad a otra. Es decir, todas las funciones que funcionan respecto de un centro tonal o tónica pasan a funcionar respecto de otro. (Para ver tonalidad, revisar Una que sepamos todos VII en ANDEN 36).

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