Reflexionar sobre la educación en el contexto en el que vivimos resulta una tarea obligada, especialmente para quienes trabajamos en la comunidad educativa, de pensar, y repensar: ¿cuál es el papel de la educación en este contexto histórico? Particularmente me refiero al proceso político, económico, financiero, jurídico, militar, mediático, etc., que estamos atravesando en la región, en Argentina y en otros países latinoamericanos. Estos desplazamientos geopolíticos merecen nuestra particular atención, porque nos atraviesan en todas las esferas de nuestras actividades sociales y culturales, especialmente en la educación. Es el nuevo «Plan Cóndor» que las fuerzas corporativas vienen gestando para nuestras regiones y cuyo objetivo parece ser bastante claro, lamentablemente, para quienes lo padecemos. Pichardo, diputado del PLD de República Dominicana y presidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), se refirió a ese plan expresado en la ciudad de Atlanta en el 2012: «En aquel lugar estaban reunidos ex presidentes latinoamericanos. Mi presencia fue casual y me resultó una sorpresa lo que allí se planteó, que era iniciar una campaña de desprestigio contra los presidentes de izquierda y progresistas de América Latina». El «Plan Atlanta» se está desplegando exitosamente en toda la región, cuyo objetivo es desestabilizar y desprestigiar a los gobiernos populares de América Latina.       

Tal vez a más de uno le parezca exagerado el título de este artículo, o parezca demasiado tendencioso relacionar el concepto de terrorismo con las políticas implementadas en el área de la educación por el gobierno actual, pero este número de Andén y su temática así nos lo permite. Si el terrorismo lo definimos como una metodología política violenta, ¿acaso no es violento que las políticas educativas se estén implementando sin la participación de la comunidad educativa? Si el terrorismo es una práctica sistemática de la violencia que está al servicio de determinados intereses de ciertos grupos, ¿acaso no es violento que se esté aplicando una política de destrucción de las paritarias nacionales y de la negociación colectiva? ¿No es violenta una política que demoniza a los sindicatos y ataca a sus adversarios políticos en connivencia con el poder judicial? Tal vez este proceso sea mucho más sofisticado que el utilizado por la última dictadura militar.  Pero no estamos lejos de esgrimir la idea de que existe una seria relación entre el terrorismo y la comunidad, en el contexto actual, y de que estamos en un proceso de una comunidad educativa que se revela ante un contexto de terrorismo de estado.

Por supuesto que toda reflexión sobre estos conceptos debe hacer síntesis en las prácticas y con la historia, por eso es importante no solo observar sino interpelar los mecanismos que se están utilizando aquí y ahora sobre nuestra sociedad. Es necesario repensar las nuevas metodologías que estén a nuestro alcance para generar los anticuerpos necesarios e intervenir con la mayor rapidez en la defensa de los derechos humanos y reafirmar el derecho de los pueblos a actuar en defensa propia ante semejante atropello que están llevando adelante. No es fácil cuando se está en contra de una justicia corporativa, de medios hegemónicos de desinformación, de un ministerio de endeudadores extraordinarios, destinados a favorecer intereses financieros espurios y generar una devaluación del peso que licúa el valor del sueldo de los trabajadores,  de un ministerio de seguridad que prepara a la gendarmería y a la policía federal para reprimir a los ciudadanos, etc. ¿Qué hacer? ¿Cómo lograr actuar rápidamente para no quedar anclados nuevamente como si tuviéramos la espada de Damocles en nuestras cabezas? Considero importante el crecimiento del número de personas que participan de las asambleas barriales, de los encuentros entre los distintos sectores políticos, de las reuniones sindicales, de las manifestaciones que se vienen realizando con el fin de reorganizarnos y de visibilizar un problema que se encuentra cercenado por un despliegue mediático jamás visto por estos lados del mundo.

Hemos asistido a una serie de marchas multitudinarias en Plaza de Mayo en favor de una ley que promueva la emergencia edilicia de las escuelas, luego de lo ocurrido con Sandra y Rubén, también por la defensa de la Universidades Públicas y por la tortura sobre la panza a una maestra de Moreno; y, desde nuestros pequeños lugares, el Facebook, Twiter, Instagram, páginas web, periódicos independientes, cada vez estamos logrando visibilizarnos más, permear en lugares donde nos viene costando llegar. Lo interesante es que, a pesar de que el gobierno ha decidido usar la tijera en la educación, paradójicamente “la crisis educativa” está poniendo en jaque a este gobierno. Por supuesto que se vienen sumando desde todos los sectores muchísimas personas porque los cambios prometidos en campaña jamás se cumplieron. Un nuevo despertar de la conciencia colectiva se está gestando.

Existe, por parte del estado argentino actual, un proyecto educativo definido, promovido por el Banco Mundial y por el Fondo Monetario Internacional que considera a la educación en su aspecto economicista. Sus defensores, consideran que la educación debe orientarse a producir recursos humanos (Levin: 1991), y en su otra acepción, la de desarrollar capital humano (Shultz: 1961; Becker: 1975). Además, definen a la educación como pieza clave para el desarrollo económico sustentable. Estás políticas educativas consideran al ser humano como instrumento o medio para el desarrollo de la sociedad.

Nuestro rechazo a estas políticas se encuadra en una política educativa que destruye la Paritaria Nacional Docente y los Espacios de Negociación Colectiva, que ignora la participación de los trabajadores de la educación en los lineamientos pedagógicos, que ataca a sus organizaciones sindicales y sus estructuras, las demoniza o las niega. Ninguna de las propuestas educativas por el Poder Ejecutivo contó con la participación de los sindicatos en su origen y desarrollo.

En una línea de reflexión metapedagógica, es cierto que nuestra reflexión debe ser autocrítica y que los cuestionamientos sociales a nuestro sector son una deuda urgente que nos debemos replantear a nosotros mismos y dar respuesta a la sociedad. Es cierto que en el sindicato es un tema de debate constante, pero debemos lograr permear en todos los espacios de la educación; el excesivo ausentismo de docentes y alumnos, la baja calidad educativa, la falta de capacitación docente sobre temas relacionados a una revolución tecnológica que nos presenta la nueva era digital en la que vivimos, o una falta de motivación en la sociedad que produce una hegemonía de las prácticas de una pedagogía que está enfocada en el debate de cómo enseñar y no en el por qué.

En relación al cómo enseñar existen múltiples visiones o tendencias en este aspecto, que Sequera clasifica en la tendencia economicista, las cuales están siendo llevadas adelante por el Fondo Monetario Internacional; la de corte ideológico-religiosa o ideológico político, que hacen uso de la educación para introducir valores fundamentales en el adoctrinamiento y la trasmisión de dogmas que parcelan y dividen a la realidad entre aquellos que apoyan la doctrina y los que la niegan (Gvirz, 1997:349); y la tendencia educativa de corte social, la cual busca formar al individuo como ciudadano, de un estado y miembro importante de la sociedad. Para ello, enfatiza en la trasmisión de valores universales como la igualdad, la tolerancia y el respeto al otro (Unesco, 1973; Freire, 1992).

Todas las tendencias tienen fundamentos válidos, pero cada comunidad educativa debería fijar esos fundamentos. Nos hemos preguntado en las aulas durante muchos años cómo enseñar. Y hemos, por supuesto, obtenido múltiples respuestas. Sin embargo, creo que en la pregunta del: ¿por qué la educación? radica el tema de debate que deberíamos llevar adelante. Considero que allí radica el elemento esencial que da respuesta acerca del rumbo que tendría que seguir la comunidad educativa en relación al proyecto economicista que nos plantea este gobierno: ¿si es el ser humano un instrumento del mercado o es un fin en sí mismo? ¿Es un medio para generar mano de obra especializada o es una posibilidad en sí, de desplegar todo su potencial en creaciones materiales, físicas y espirituales?

En la era digital, la educación no tiene que perder de vista esa pregunta, y deberemos adecuarnos a una coyuntura en la que los contenidos cambian rápidamente, el porqué y el para qué forman parte de una dialéctica entre la práctica y la teoría, y la teoría y la práctica que cada comunidad educativa deberá afrontar. La educación sobre la comprensión de contextos es hoy la tarea más importante de la educación. Pero claro, el maestro aparece cuando el alumno está preparado, la respuesta surge cuando se origina la pregunta.

¿A la pregunta de por qué estamos ante un Terrorismo de Estado en la Educación? Considero que es el miedo[i] lo que los moviliza, en que buscan el temor paralizante de la sociedad, la domesticación de los sentidos comunes y es allí hacia a dónde apuntan. En la siguiente expresión de Durán Barba está la respuesta a la pregunta inicial de este párrafo. Dice: «El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente». Cuando habla de electorado habla de una metonimia, es el aspecto del ser humano que les importa. No somos seres humanos, sino electores; no somos sujetos, sino un objeto de su construcción de poder; somos simios porque estamos alineados biológicamente con el reino animal, aunque la carga semántica habla por sí sola. Los sueños son ese proceso por el cual la ciencia y la neurociencia han estudiado cómo se despliega nuestro cerebro, cómo funciona esa caja cuyo tiempo es desbordado por imágenes constantes, y que los medios de comunicación a los que él mismo asesora, dirige, y, como un gran cienasta, va transformando la arquitectura de nuestro sentido común y de nuestro inconsciente colectivo, racionales porque estamos construyendo un ego que se cree separado de sí mismo e intenta poner a luz o foco a esas turbulentas emociones que nos acompañan, pero que decididamente han venido hoy a conquistar. Esta guerra no va a ser tanto con garrotes, sino por quienes controlan nuestras emociones, nuestros miedos, temores y las de nuestro inconsciente colectivo.

Para concluir esta reflexión, quisiera esbozar algunas líneas para tener en cuenta desde la educación. Ante un plan que consiste en separar el ego de la emoción por medio de informaciones que refuerzan emociones violentas; favorecer el autocontrol de las emociones, ante un fake news, concepto nuevo de denominación para una vieja práctica de manipular a la gente con noticias falsas[ii]; propender a la enseñanza de la comprensión de los contextos para entender los sentidos más profundos. Ante la mentira sistematizada[iii], seguir buscando expresar nuestras verdades parciales para favorecer la diversidad y la pluralidad de ideas basadas en valores. Por eso considero importante seguir en la educación el mismo camino que debería seguir el periodismo independiente y que nos propone este diario: ante la urgencia de vender noticia, nosotros nos encuadramos en la defensa de la información; ante una agenda planificada de distracción, nosotros nos proponemos una verdadera movilización intelectual para comprender lo importante; ante la abundancia de discursos informativos, nosotros nos tomamos el tiempo de repensar el contexto, queremos ser la semilla del futuro que germine y ponga a la educación en su eje del ”por qué enseñamos“ y la respuesta sea al servicio del hombre como fin en sí mismo y no como un instrumento del mercado o como medio para el enriquecimiento de «aquellos grupos terroristas» que consideran a los hombres y mujeres como Objeto de sus intereses y no como verdaderos Sujetos y Protagonistas de la historia.


[i] El miedo es una palabra de origen puramente latino “metus”, sin embargo temor viene del griego “déima”. A modo de hipótesis, tengo la sensación de que el “me” de “metus” tiene que ver con el lexema “me”, que aparece en todas las formas de ego que no sean al nominativo: me (acusativo, hablativo), mei (genitivo), mihi (dativo). Es interesante la enorme variación lingüística de lexemas para el pronombre ego, con ego, por un lado, y toda la familia del lexema “me”, por el otro. Una línea interesante de investigación sería la hipótesis de que el ego, ocupando la función nominativa de alguna manera se pronuncia en primera persona, es un ego que no se ve a sí mismo.

[ii] La proliferación de noticias falsas es un fenómeno derivado de negocios y son una herramienta de propaganda política.

[iii] La mentira sistematizada genera también una transformación del sentido común: «no vamos a devaluar», «en mi gobierno los trabajadores no van a pagar el impuesto a las ganancias», «no vamos a tener un programa con el Fondo Monetario», «no es verdad que el dólar se va a ir a 15 pesos». O Marcos Peña afirmando: «El presidente no posee cuentas no declaradas en el exterior»; o Juan José Aranguren: «Los pobres tendrán luz gratis»: o Lilita Carrió: «El dólar no va a superar los 23», etc., etc.


Bibliografía:
Sequera Norma. Terrorismo y Educación
Contreras, Alex Baspineiro. Impunidad.
https://terapiaonline.co/2011/05/12/miedo-y-temor-origenes-linguisticos-etimologicos-e-hipotesis-psico-filosoficas/

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