En un viaje en tren se aprenden muchas cosas. Hay quienes no pueden resistirse al somnífero sonido de los fierros deslizándose sobre otros fierros o el lento vaivén, cual cuna de recién nacido, y otorgan su voluntad al sueño; otros que van por los mates y anécdotas de quienes los acompañen, otros que se la pasan de idas y venidas al salón comedor, o se entregan a las brisas frescas que atraviesan los vagones, y tanto más.