En un viaje en tren se aprenden muchas cosas. Hay quienes no pueden resistirse al somnífero sonido de los fierros deslizándose sobre otros fierros o el lento vaivén, cual cuna de recién nacido, y otorgan su voluntad al sueño; otros que van por los mates y anécdotas de quienes los acompañen, otros que se la pasan de idas y venidas al salón comedor, o se entregan a las brisas frescas que atraviesan los vagones, y tanto más.


Sin embargo, en esta oportunidad, a la comitiva de andén le tocó viajar en micro. Dos días hasta Cochabamba, Bolivia, fueron el precio para estar en las primeras filas de la primera Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. Pero no es esa una experiencia que reste sino todo lo contrario.

Cabe señalar que este Periódico no hubiera sido posible sin la ayuda de quienes, de algún modo u otro, compartieron tan linda experiencia. Es así que el Periódico agradece enérgicamente a los grupos políticos y sociales que se movilizaron, entre los que se destacan Agrupación Viracocha, Asociación Nuestra América, Central de Movimientos Populares (FTV, Juventud FTV, Agrupación Peronista Segundo Centenario, Movimiento 8 de octubre, Movimiento 26 de julio, Soberanía y Liberación,  Movimiento Lautaro, Corriente Intransigencia Social, Cooperativa de Trabajo Nuestro Ambiente Ltda.), Cooperativas Bauen y CIRUJA, Central de Trabajadores Argentinos (CTA),Federación Juvenil Comunista (FJC), Foro Ambiental Bonaerense, Juventud de la CTA, Lataguara Fílmica, Movimiento Popular Revolucionario Quebracho, Movimiento Territorial Liberación (MTL), Partido Comunista (PC), Partido Socialista (PS), Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), Sindicato Único de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA), Unión Cívica Radical (UCR), Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).

A simple vista, cualquiera puede notar la diversidad y hasta casi contrariedad entre las organizaciones enumeradas. Sin embargo, esto no es un obstáculo, no es un impedimento, sino que es la expresión de una conciencia tal que tiene la capacidad y la sabiduría de ver más allá de los propios intereses; de comprender que hay luchas que convocan a todos por igual y que se deben librar juntos.

La Conferencia Mundial de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra (CMPCC) es un ejemplo de la notable. En las próximas hojas encontrarán rasgos y matices de esta reunión que nació como alternativa a la frustrada Cumbre de los Estados en Copenhague, donde el lugar ya no lo ocuparon los representantes sino todo aquel que deseara participar; esto es, como su nombre lo indica: los pueblos.

No es de extrañar que esta alternativa surja en la actual coyuntura global, donde los países con más poder y dominio son pocos y los oprimidos y dominados, muchos. Y como lo expresó el pueblo en el acto de apertura a la Conferencia, donde los silbidos y cánticos impidieron que culminara su discurso la delegada del Secretario General de la ONU, Alicia Bárcena Ibarra (y cuyas palabras se incluyen en esta edición, junto con algunas preguntas inquietantes), deben generarse y lograrse otros mecanismos de participación. 50 años de la ONU no han sido expresión de los pueblos del mundo. Han sido respuesta de lo que los delegados de los Estados consideraron sobre el mundo, y aquí hay una enorme diferencia, especialmente si se compara el documento elaborado en Copenhague con el realizado en esta dinámica de participación libre y horizontal librada en la Conferencia.

En este orden, debe destacarse que la Conferencia no fue un encuentro ambientalista así, sin más. En este espacio de los pueblos -desarrollado en una dinámica expuesta con suma claridad por Mathieu Glayre- se planteó un modo de vida diferente, y de allí que escape al mero ambientalismo. Se trata de vivir diferente y no de dejar las cosas como están y pensar ingenuamente que la ciencia en su esplendor también resolverá el problema que aqueja la salud de este mundo.

Como dice el pensador peruano Aníbal Quijano, “hoy bien vivir sólo puede tener sentido como una alternativa hacia la Des/Colonialidad del Poder”. Esto es, lisa y llanamente, una alternativa de vida que se debe comprender como un espacio histórico abierto y en ningún modo determinista ya que es justamente ésta la diferencia que hará un mundo de oprimidos, o un mundo emancipado.

A pesar de los cuatro días que en total se han viajado, una conclusión resulta ineludible: Yendo por micro, mar o tierra, siempre se llega a algún ANDÉN■

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