Y se murió nomás. Sabíamos que en algún momento iba a pasar, pero ya no le dábamos crédito. Había pasado por todo y sobrevivido a todos; y un día, sin haber dicho «esta boca es mía», se murió. Y resulta que todos lo admirábamos, que todos teníamos una foto suya en el ropero, un libro, una anécdota. Resulta que lo admiraban, incluso, aquellos que no estuvieron, en su vida, ni remotamente cerca de sus ideales; y aquellos para los que lo único bueno de esa isla eran las playas, la prostitución complaciente y el ron.
Sobre Fidel, Cuba y la revolución cotidiana
Hoy es imposible escribir sin un nudo en la garganta. Hoy seguramente no sea el día más indicado para una reflexión crítica e histórica sobre todo lo que fue, es y será la Revolución Cubana y la figura de Fidel Castro en ella. Por eso, hoy, tal vez, sea conveniente buscar en otras emociones para decir algo, en otros recuerdos y experiencias.
Fukuyama triste, solitario y final – Andén 38
¿El fin de la historia? De Francis Fukuyama es un texto extraordinario porque es la forma cristalizada de una ideología. Preanuncia la debacle del bloque soviético cuando nadie creía posible su caída, preanuncia la supremacía del pensamiento económico sobre el político, la diseminación del liberalismo burgués y la economía de mercado como únicas opciones viables y, entre otras cosas, el último quedo optimista en los valores de la revolución francesa. Se equivocó, pero aún no deja de increparnos. Pensamientos inconexos.