Acaso no haya mayor prueba de la vocación liberadora de un pueblo que la constatación de que, para ahogar su clamor de justicia, sólo haya podido recurrirse al exterminio de su viva materialidad; es decir, de su elemento humano. El análisis del genocidio como punto de partida para reflexionar el pasado reciente y proyectar el futuro democrático.