En Brasil, un aspirante a un curul en Diputados debería alistar una billetera con no menos de 2 millones de dólares para gastarlos en la campaña. Un postulante al Senado casi 3. Y aquí es como en una rifa, el que más números compra –léase el que más dinero gasta—tiene mayores chances de asegurarse el premio. El sueldo mensual de un Diputado Federal no alcanza los diez mil dólares, o sea que en cuatro años de mandato logrará sumar poco menos de medio millón de dólares. ¿Quién cubrirá el restante millón y medio de dólares en este aparente mal negocio de este austero Diputado?