Hay un reclamo que los puristas de la música hacen con cierto tino: la adicción por el downloading barrió bajo la alfombra la escucha atenta. Cuando se contaba con solo unos pocos pesos al mes para destinar en un disco, se leía, se averiguaba, y recién ahí se compraba. A veces uno la pegaba y a veces no. Amortizaba el costo del disco con su escucha; una y otra vez giraba el disco, sonaba el cassette, se repetía el cd. Se acababa conociendo a la perfección el objeto y el arte que contenía. Ya no será más de ese modo.