La aparición de las redes sociales y la facilidad del acceso a la información, así como de la posibilidad de difundirla, más que traernos mejoras comunicativas y ganancias democráticas, han convertido a la opinión en una moda tan fugaz como la de los zapatos o la ropa interior de una cadena de diseño mundial. Todos opinan y sobre todo se opina, tanto así que parece que ya nadie dice nada.