Si hay algo más perverso que estigmatizar, es usar al mismo sujeto tanto para excluirlo como para reivindicarlo, según las disputas políticas lo requieran. En todos los casos donde esto sucede, el elemento común es que no hay espacio real y nadie escucha los actores implicados en la problemática. Es así que se abre el debate ¿Puede hablar el subalterno?