Comencemos diciendo que la objetividad no es más que el distanciamiento entre un sujeto que piensa y un objeto que es pensado. Suponemos, además, que debido a esta separación se garantiza que el tema sobre el que investigamos y reflexionamos no se encuentra «contaminado» por nuestra propia subjetividad, es decir, que nuestros valores y puntos de vista previos interfieren lo menos posible en aquello que queremos decir.