En ocasiones conviene explicitar enunciados que parecen obvios, pero cuya misma obviedad se ve empantanada en el fango de los medios que reproducen discursos tendenciosos. Ante el inmenso caudal de libros sobre el concepto de terrorismo y, específicamente, terrorismo de Medio Oriente, este artículo se propone reforzar una premisa que no por sencilla deja de ser vital: las sociedades de los supuestos países terroristas son quienes en verdad conviven día a día con el terror, lejos de ser solo la plataforma de la cual parten los ataques a occidente.