Péstumo era un pez muy inquieto. Lo que más le gustaba en el mundo era nadar cerrando los ojos. Desde muy chico, se escapaba de su casa tempranito para andar sin mirar mientras todos dormían, solo así se sentía seguro para avanzar en el agua. El mundo del océano era un lugar lleno de peligros, miles de peces de todos los colores que lo miraban indicándole lo que tenía que hacer, predadores nadando en lugares raros y desconocidos.
Naranja y sin hojas – Andén 61
Una persona es un territorio. Soy un territorio, profundo y superficial, con tiempos y dudas. Partes livianas, bobas, risueñas; otras pensantes, reflexivas, aéreas. Soy muchas al mismo tiempo y ninguna de todas esas. Tengo inseguridades y miedos, como para dormir con la luz prendida toda la vida.
Cuerpo – Andén 60
El cuerpo es una verdadera fiesta. Lleno de ventanas, puertas y aristas que lo conectan con el afuera: ojos, boca, nariz, esfínteres. Los sonidos del cuerpo son de la naturaleza porque de allí venimos y hacia allí vamos: ciclos, días y noches, inspiración y exhalación, lleno y vacio, carga y descarga.