Suena la bocina. El tren se va arrimando a la estación. Se detiene en un andén. El viaje que nos convoca merece especial atención. Se han subido al tren una gran cantidad de pibes que vienen con ideas nuevas, cosas que no se comprenden completamente por quien deja envejecer sus ideas al sol.

No es casual la metáfora, pues nuevamente, al descender del tren, nos encontramos en un Andén del que no se habla en todos lados y a vivas voces.

La ley de matrimonio homosexual, casi tanto como la marcha de orgullo gay, son temas que causan rechazo en algunos ámbitos, espanto en otros, y necesidad en los que se sienten más oprimidos.. 

¿Qué actitud debe tomar un periódico que pretende reflexionar integralmente sobre el tema? ¿Qué actitud debe tener una persona que quiere definir posición y sublevar los prejuicios? Pues parece que la respuesta a ambas preguntas es la misma: Escuchar y comprender.

Si bien es cierto que, para emitir una opinión razonable, se debe conocer ampliamente el campo en el cual nos queremos situar, no lo es menos que, en tanto no se admita que la razón es el único ámbito importante, en tanto se otorgue lugar –por ejemplo- a la emotividad; la discusión se quiebra, se desconfigura y amplía. Surge entonces la voz de aquellos que, teniendo o no razones intelectuales, hacen de su propia experiencia, de su propia vida y cuerpo, bandera de lucha.

Hay muchos argumentos a favor de la homosexualidad y otros tantos en contra. Aquí intenta valorizarse la discusión, pero no una discusión inocente y casual. Tampoco una discusión forzada. Se trata de un abordaje abierto y actual. En fin, ¿qué es lo que se busca en este viaje sino detenerse y ver qué pasa, qué dicen, qué hacen, qué sienten y cómo están? Pero no desde un lugar lejano y distante -como algunas discusiones de pretensiones científicas-, se trata de involucrarnos, de acercarnos y hacernos parte. Entonces el qué pasa, dicen, hacen, sienten y están; se transforma en un qué nos pasa, qué decimos, hacemos, sentimos y cómo estamos.

¿Cuál es la importancia de este proceder? Construir un nuevo horizonte de sentido. Suena hermoso, pero ¿qué entendemos por ello? Y, ¿Cuál es su importancia? Pues bien, si cada acción que emprendemos se guía por una norma, se rige por un principio, oscila entre lo que está bien o lo que está mal; no hay nada más a la orden del día que preguntar ¿Para quién? ¿Por qué? Ya que si orientamos nuestras voluntades a comprender la realidad, ¿Cómo no comenzar con aquellos que son discriminados? ¿Cómo no involucrarse con aquellos que son oprimidos? ¿Cómo no culpar a quienes establecen qué es lo que está bien y qué lo que está mal? ¿Cómo no cuestionar el eje alrededor del cual gira todo lo que se considera correcto e incorrecto? ¿Acaso es incorrecto ser gay? ¿Acaso lo es ser pobre? ¿O por ventura negro? ¿O en su caso indio?

Mas como se podrá comprender, estas preguntas requieren un espacio que no se ajusta a esta escaza talla de esta Editorial. Se intenta, por tanto, un diálogo con las partes en las hojas que siguen, una discusión, una confrontación; en fin, un análisis que -al igual que cualquier otro-, implica sus buenos argumentos y, lo que es más importante, sus buenas disonancias.

Estar constantemente dando lugar, éste es el paso primero y fundamental para entender al otro. Lejos de llegar a un Andén donde profesionales vengan a dar cátedra de cómo es el mundo, aquí se sube la apuesta. Nos sacamos el sombrero ante voces nuevas, sean militantes gays o pibes del secundario. Sean quienes luchan por lo que entienden sus derechos sublevados –sin por ello desoír a quienes piensan distinto-, como quienes con un empeño notable han construido su propio suplemento, no para orgullo de padres, madres, profesores o demás. Es casi tan evidente que la calidad y el esmero propiciado no puede surgir jamás de quienes hacen las cosas a desgano y para ajenos, como que lo que expresan los constituye dignos de elogios inocentes. No se trata ya de hablar de los “pibes del secundario” o los “chicos del IDC”, nos encontramos con ideas nuevas, voces puras y personalidades fuertes que se plantan y hacen temblar a cualquier grande, que en vez de preguntarse ¿por qué hacer un diario? Arriesgan un ¿Por qué no?

Quien entienda ahora la metáfora del andén en el que descendimos e invitamos a recorrer, con la inclusión de las nuevas voces, está transitando ya el tren de la comprensión. Ojalá nos acompañe por las vías en búsqueda de nuevos horizontes…■

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