La verdad es que, en la época del negocio a toda castaña, la música de protesta es poca, escasa y básicamente no pasa de ser una pose. Desde la irrupción del inmenso Bombita Rodríguez, toda postura a favor de la protesta queda, si no ridiculizada, al menos algo más a la derecha de los que daba a entender. La música, chicos, es un gran negocio que requiere de dinero. Y el arte, por sincero que sea, se vende. Por eso el rocker en el piquete resulta extraño, por eso Bono caminando con los popes del FMI por las villas miserias del mundo parece una postal de un mundo a lo Walt Disney. Y porque en ocasiones las nuevas modalidades de protesta desmarcan a Viglietti y Silvio Rodriguez, a Manu Chao y a Manic Street Preaches.
Fábricas Recuperadas y Movimientos Sociales – Editorial – Andén 25
Y el tren se detiene finalmente en una nueva estación. Hace ya casi un año que inició el viaje y el recorrido no para. Nadie sabe con claridad de dónde salió y menos aún a dónde se dirige.
Un viaje donde el fin se confunde con el medio. Donde las lógicas no imperan. Donde la plena expresión es el único equipaje. Donde lo único seguro es que recién comienza y que tiene kilómetros y kilómetros, estaciones y estaciones por derivar. Así de desprevenido es el este recorrido, así de liviano es el viaje..
5 discos 5 para sentirse orgullosamente gay – Andén 24
¿Por qué es tan importante con quien comparte uno sus fluidos? ¿Nuestras incumbencias de alcoba hablan de la calidad de nuestra honra? Mmm mucho se esconde detrás del prejuicio y mucho se ríe el arte y mucho esa copia barata del arte que es la vida. No vale la pena enumerar obras de homosexuales porque las musas pasan de la boludez de la discriminación clara y distinta de los sexos. ¿Qué importa si se es lesbiana, católico, panadero o psicopedagogo si al fin y al cabo All You Need Is Love? ¿Para qué negarle a otros ser felices con quienes elijan si All You Need Is Love?
Ley de Matrimonio Homosexual y Marcha por el Orgullo Gay – Editoral – Andén 24
Suena la bocina. El tren se va arrimando a la estación. Se detiene en un andén. El viaje que nos convoca merece especial atención. Se han subido al tren una gran cantidad de pibes que vienen con ideas nuevas, cosas que no se comprenden completamente por quien deja envejecer sus ideas al sol.
No es casual la metáfora, pues nuevamente, al descender del tren, nos encontramos en un Andén del que no se habla en todos lados y a vivas voces.
5 discos 5 de gente muy bien drogada – Andén 23
¿Qué decir de las drogas que no sea mojigato o apologético? ¿Las ponemos todas en una misma bolsa y las arrojamos a la pira de libros ardientes de un Munich de bigotín muy PRO o nos dedicamos a los viajes lisérgicos y astrales de los hippies zaparrastrosos de los años ´60? Ni una ni otra opción. La idea es hacer un uso responsable, si se quiere, inspirador. ¡Pero guarda! Muchos artistas de los buenos han creado bajo su influjo y muchos adictos profesionales y de ocasión no han podido crear ni una pelotita con la pelusa de su ombligo. Las drogas, siempre me ha gustado repetirlo, como el dinero, como el poder, no nos cambian, resaltan lo que realmente somos, disparan nuestras potencialidades las buenas y las que no lo son tanto.
El cronista de discos y esas cosas que ya no pasan
No había nadie aun. Los demás esperaban alrededor de la puerta. En grupos. Dos por aquí, tres por allá. Susurrado. Con desconfianza. Mirando a los otros grupitos de reojo sin perder en ningún momento la tensión en los hombros.
Perfumes – Andén 23
La ciencia no debería dedicarse a curarnos de las drogas, sino a crear drogas que nos haga bien ya que El mundo no colabora para que la gente deje de drogarse, el orden cósmico invita a cualquier cosa menos a la vida sin aditamentos. “la adicción a las drogas legales o ilegales siempre delata un dolor. Un dolor por lo que encubre, por lo que disfraza o disimula, uno que nos corroe a todos: la vida cuesta” escribió Sandra ruso en página/12 hace unos años. El que se droga por diversión o necesidad necesita algo que la vida así, como está, no le da. Le pasa lo mismo al evangelista fanático, al militar convencido de su reserva moral, al trotamundos incansable, al adicto al porno, al infante que se chupa el dedo frenéticamente. La vida cuesta y no regala nada. Nos exige buscarnos nuestro propio salvavidas. El problema es que no siempre conseguimos diferenciar un tronco flotante de un adoquín.
Drogas – Editorial – Andén 23
Bajamos en una nueva estación. Abordamos un nuevo Andén. Y las discusiones -qué discusiones- son cada vez más. La edición del diario comienza. Y las discusiones, nuevamente. Cantos, coros, silbidos, gritos. Todo forma parte de los argumentos. Y en la redacción se abordan las notas, qué sale, qué no. Y discutimos, hasta uno arriesga “lo que cada uno escribe muestra bien claro de dónde viene”, y otro replica “estoy orgulloso de haberte censurado la parte en que decías: por suerte todos en mi familia fuman porro”. Y las notas vienen y las notas van… Y mirá si este pibe es grosso porque escribió una nota en la que ya el título tiene dos palabras empiezan con “h”.
5 discos 5 tan de familia que para qué te cuento…! – Andén 22
Ahhh la familia, eso que en primera instancia no se elige. Eso que en la lotería cósmica a unos los beneficia y a otros…bueno a otros les toca. Por eso están los amigos, esa sarta de drogadictos más o menos normalizados que nos dicen la verdad sin obligarnos a trabajar ni a tender la cama. Ellos son la familia elegida. Pero hay tantos tipos de familia que nos cansaríamos de enumerarlas, biológicas, disfuncionales, políticas, culturales. Genealogías a las que reclamamos pertenecer como las del rock, las del humanismo continental, la del judeocristianismo, la del ateísmo libertino.
El otro (música para pastillas) – Andén 21
El Resquebrajamiento del régimen menemista y su continuadora, la alianza, ayudaron a parir el primer género verdaderamente original del siglo XXI argentino: la cumbia villera.
Emergente feroz de una década signada por el desmantelamiento del estado y la instalación del individualismo hedonista como cosmovisión nacional, la pobreza encontró en la cumbia su forma más acabada de exhibición. Capaz de expresar el escenario socioeconómico en el que las masas postergadas vivían, las primeras producciones de Pablo Lescano, creador del género, sacudieron lentamente a la música de Latinoamérica.