La verdad es que, en la época del negocio a toda castaña, la música de protesta es poca, escasa y básicamente no pasa de ser una pose. Desde la irrupción del inmenso Bombita Rodríguez, toda postura a favor de la protesta queda, si no ridiculizada, al menos algo más a la derecha de los que daba a entender. La música, chicos, es un gran negocio que requiere de dinero. Y el arte, por sincero que sea, se vende.  Por eso el rocker en el piquete resulta extraño, por eso Bono caminando con los popes del FMI por las villas miserias del mundo parece una postal de un mundo a lo Walt Disney. Y porque en ocasiones las nuevas modalidades de protesta desmarcan a Viglietti y Silvio Rodriguez, a Manu Chao y a Manic Street Preaches.

Si se calla el cantor, como dice Horacio Guarany, calla la vida; pero, cuando las balas y los bastonazos zumban el poto de la gente, no hay muchos do-re-mi que le pongan el cuero al asunto. Por eso 5 discos 5 de protesta moderada, autoconsciente y nunca entendida como último recurso sino como primera propuesta■


 

Fuerte y caliente– 2008- Onda vaga. Grupo de gente como cualquiera de nuestros amigos. Este grupo de amigos que comenzó juntándose a tocar en una playa, acabó siendo el niño mimado de la crítica. ¿Por qué ponerlos en esta lista de gente protestona? Porque su sonido remite a ritmos populares, cumbias de fondo, guarayas, cha cha cha fusionado con bombos de jazz, por la honestidad de su propuesta, porque su sonido es un piquete contra la electricidad y la ecualización sobreproducida y por atreverse a cambiar letras de cantautores uruguayos y decir en “¿Cómo que no?”: “los pibes se van pa´ las casitas/ beben y fuman paco /después oyen reaggeton porque esperan que en el cielo esté el amor/ que no le diste vos?”

 

 

Despierta – 2009- Las Pelotas. Las pelotas ha sido un grupo con firmes aires de protesta desde su creación. Sin embargo, mucho de eso ha caído en la simple enunciación de enemigos muy poco determinados: “dicen que cooperarán en arreglar el mundo/ cuando en realidad les chupa un huevo” cantan en el corte de éste, su último disco. Nunca nombran a un enemigo determinado, que suponen presente pero sin rostro ni nombre propio; desdibuja un poco el sonido característico de la banda que con los años se ha ido ajustando hasta llegar a niveles de banda verdaderamente internacional y maimstream sin dejar de ser típicamente nacional.

 

 

El vals del obrero – 1996 – Ska-P. Acaso el mejor y mayor exponente del Ska en castellano, los Ska-p han sido desde siempre una banda adrenalínica e incuestionable en sus posicionamientos sociales. Batalladores de todas las batallas sociales tanto en la vieja Europa como en las américas.  En éste, su segundo disco dan muestra de todo lo anterior en el alegre punk que versa: “En esta democracia hay mucho listo que se lucra exprimiendo a nuestra clase social. Les importa cuatro huevos si tienes catorce hijos y la abuela no se puede operar.” Para que se sepa que antes y después de Manu Chao hay compromiso del bueno.

 

 

Sin intermediarios- 2003- Alika y la nueva alianza. La más bella guerrera del reggae roots y el hip- hop en castellano; esta mujer, Alicia Dal Monte,  desde sus orígenes en Actitud María Marta ha dado cuenta de su compromiso social por los derechos humanos y la búsqueda de justicia. Como toda militante de este género su  llamado a la búsqueda individual por la liberación de las conciencias se entrecruza con la lucha en el campo de lo social desde un sonido de una contundencia tal que asombraría a más de un cultor del reggae tradicional. Tal es su apertura mental que se anima a la fusión con la electrónica en el que es, quizás, el tema más emotivamente religioso de la música nacional después de La Misa Criolla de Ariel Ramírez, el free Style jah proveerá” .

 

 

Presión –2003 – Callejeros. Antes de ser tristemente célebres por los hechos que protagonizaron, Callejeros fue un grupo de letras descarnadas y una poética sumamente comprometida con el conflicto social desde la propia individualidad y el escepticismo sobre toda forma de representación. Íconos del aguante y la cultura del rock barrial, nos dieron clásicos como “una nueva noche fría y si me cansé que describen el malestar en la cultura desde las arenas del conflicto mismo. Es cierto que su sonido representa lo peor y menos elaborado del rock nacional pero la sinceridad con la que se movían hasta ese momento los hacían exponentes de un discurso que, aunque agotado, generaba enorme consenso. No olvidar una de las más emotivas canciones de amor escritas en este país ahogados de razón”. 

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