En esta nueva parada ANDÉN tuvo la oportunidad de entrevistar a Lucas Rovetta, estudiante de arquitectura, quien nos contó cómo son preservados los Monumentos Históricos en nuestro país y sobre el Teatro Colón luego de su restauración, entre otras cosas.

ANDÉN: ¿Cuándo un edificio es declarado Monumento Histórico Nacional? ¿Quiénes son los que lo propone?

 LUCAS ROVETTA: Depende de muchos factores, por ejemplo, la antigüedad del edificio; pero no sólo eso, también la cultura del país, el estilo de época de la obra o por que fue su dueño un personaje destacado, como la casa de Borges ubicada en el barrio porteño de la Recoleta, la cual yo diría que tiene un estilo colonial, pero más allá de eso se preserva porque ahí vivió un literato importante.

En la Secretaría de Cultura de la Nación son capaces de declarar monumentos históricos. El gobierno de cada ciudad es quien planifica y lleva a cabo las acciones, proyectos y programas referidos a la protección patrimonial.

También hay casos en donde la misma sociedad es la que impulsa esto. Se junta un grupo de vecinos y se movilizan para que se evalúe alguna obra en particular con el objetivo de su reconocimiento.

ANDÉN: A la hora de demoler una casa y construir un edificio de departamentos, por ejemplo ¿se tiene en cuenta la antigüedad, el estilo y ese tipo de cosas o se derrumba sin evaluarlo?

L.R.: Muchas veces se hace de manera indiscriminada. Hay casas de 80 años atrás que no tienen ningún nombramiento pero se demuelen por un hecho inmobiliario, porque el mercado es el que manda. Tal vez no sean conocidas, pero quizás estábamos frente a un “Art deco”.

Sin embargo, hay una ley que preserva este tipo de viviendas. De manera que si se decide demoler o hacer algún tipo de modificación te vas encontrar con una serie de inconvenientes mayores que con una casa más “actual”, el tema burocrático es más complejo. Este tipo de casas las evalúa Planeamiento Urbano y decide si la modificación a efectuar va a perturbar el entorno y la vivienda en sí.

También existen otras postura frente a esta problemática, “preservar pero hasta un cierto límite” y no andar declarando monumentos históricos porque sí. Si uno se estanca en tratar de preservar cierto estilo, la cuidad no crece.

 
ANDÉN: ¿Hay barrios o zonas declaradas como patrimonios históricos?

L.R.: Sí, a estas zonas se las llama A.P.H. (Áreas de Preservación Histórica) que, por sus valores históricos, arquitectónicos, únicos, constituyen ámbitos identificables como referentes de nuestra cultura.

A veces se quiere preservar determinada zona o barrio, por una cuestión residencial para mantener por ejemplo una cierta “elite” o para no alterar el tejido urbano, entonces, se impulsan leyes de preservación en donde se deben cumplir con un determinado uso del suelo, con una altura máxima de fachada, con una estética y con todo lo necesario para mantener el perfil del barrio.

ANDÉN: ¿Considera que es buena la política de preservación en el país?

L.R.: No tanto en todo el país, pero en las zonas más turísticas existe actualmente una excesiva política de restauración del pasado, una forma de preservar la cultura materializada. Pero hay quienes manipulan la ley de acuerdo a sus intereses comerciales.

No obstante, “La casa del puente” ubicada en la cuidad de Mar del plata -obra del arquitecto Amancio Williams quien nos ha legado una obra infaltable para los ojos del estudiante- es hoy un maltratado lugar público y sin vigilancia.

ANDÉN: Ya que estamos hablando de preservación y teniendo en cuenta que este año se reinauguró el teatro Colón, ¿qué le pareció la restauración que se le hizo?

L.R.: La verdad que la restauración de un edificio tan importante para el país como es el Teatro Colón era necesaria. Es una obra magnífica y forma parte de nuestro Patrimonio Cultural. Asimismo, su utilidad es elemental ya que ofrece a la ciudad actividades recreativas como Conciertos, Ballet, Ópera, entre otros. Sé que pasó por momentos difíciles en la etapa de restauración, pero finalmente el resultado es satisfactorio. Fue toda una puesta de recuperación y acondicionamiento a las reglamentaciones actuales (condiciones contra incendio, aire acondicionado, etc.).

Obviamente hay materiales que ya no se consiguen como mármoles y telas. Estos se  trataron de asemejar preservando su estilo. Pero dentro de lo que se podía hacer quedó muy bien.

ANDÉN: Y el tema de la acústica que tanto preocupaba, ¿cómo quedó?

L.R.: Nos comentaba un docente de la facultad que durante el periodo de restauración, habían traído a dos ingenieros acústicos, uno analógico y otro digital, y decían que el sonido era alterado cambiando simplemente la pana de los asientos o las rejillas de ventilación de la sala; es decir, el más mínimo detalle, repercutía en la acústica.

Por otro lado, hay una linda anécdota: un músico notorio había ido a tocar, como una especie de mini ensayo en medio de la restauración, la sala con andamios, lonas colgando, tachos de pintura, etc., y dijo que aun así, la acústica de la sala alcanzaba su perfección.

ANDÉN: ¿Qué opina de la arquitectura actual en el país?

L.R.: Hoy el punto de vista está puesto en grandes inversiones económicas. Se construyen edificios en estilos del pasado. Ponen énfasis en el mercado inmobiliario más que en la arquitectura.

La preservación por un lado está bien pero también hace falta mirar el presente, los nuevos materiales y formas de construcción; del mismo modo que las necesidades del hombre actual, como para dejar un sello de nuestro paso por la época■

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