Llegamos, como siempre, a un nuevo ANDÉN. El tema que nos convoca es de una envergadura escasamente calificada, mas sin embargo, deberíamos llevarlo a flor de piel. Es que quienes andan por la vida intentando hacer de este pedazo de tierra un mundo mejor, muchas veces dan vueltas y revueltas acerca de dónde poner el foco, o dónde concentrar las fuerzas. Así sucede, por ejemplo, que muchos entienden la economía como lo determinante, y se avocan a una tarea de concientización sobre la explotación de los trabajadores; o tal vez se entienda que la economía sea lo condicionante, y se abra lugar a la política; o por ventura sea la política lo que determina y la movilización su convocante; mas tal vez lo sea la educación y allí va la tarea docente; sin embargo, la pregunta no deja de resonar en la cabeza de los convencidos: ¿es alguno de esos factores fundamental?, ¿existe algo así como una esencia que debamos captar?, ¿y acaso conviene, si es que tal esencia existe, copiarla de aquellos que se encuentran más avanzados, los llamados países desarrollados?, ¿o acaso debemos construirla, inventarla, crearla? Y más básico aún: ¿Puede esto inventarse, crearse o construirse?


Preguntarse por el Patrimonio Cultural es disparar estos interrogantes contra la verdad establecida. Ubicarse en el universo simbólico que la cultura representa no es, en ningún caso, renunciar al compromiso con la realidad sino, justamente, comprometerse con ella.

Hace algo más de tres meses, en la CMPCC (Conferencia Mundial de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra) escuché algo que me hizo pensar y poner en cuestión cosas que tenía por muy seguras. La reflexión apuntaba lo siguiente: “…lo importante es lo vital. Lo importante no es lo ético como nos han dicho los griegos. Lo importante es la estética, la belleza espiritual con todos y para todos, y con todos los elementos de la naturaleza. Yo creo que es ahí donde tenemos que hacer el cambio. La estética, la belleza de amar, porque somos síntesis de toda esa estética que son los elementos de la naturaleza”.

No es la idea de esta editorial comprometerse a capa y espada con esta idea -ya que es, aunque menos, cuando no errada, polémica-, pero sí lo es abrir el espacio a la reflexión; porque muchas veces nos ocupamos de lo ético, de lo esencial, de lo político-económico-social y muy pocas nos preguntamos sobre lo cultural y lo estético… Valga también preguntarse: ¿y qué si dirigimos nuestro accionar a lograr un cambio estético? ¿Y qué si fagocitamos el concepto de belleza europeo por medio de la estética americana? ¿No resultará, en definitiva, un cambio político por antonomasia? O como Martín Forciniti reseñó del último cuaderno de El Signo Arte y estética en la encrucijada descolonial: “Es preciso positivar la diferencia de los lugares locales de producción artística en el mundo globalizado (lo “glocal”), para que la estética de la diferencia devenga una ética de la diferencia”. En este mismo sentido se puede leer la propuesta que Luciano Basso realiza en la contratapa de este ANDÉN, en un llamado a observar con atención aquello que creemos que debe ser así porque siempre lo fue, y no porque se le ocurrió a alguien; alguien que llevaba su idiosincrasia, su construcción cultural detrás y, por qué no, [sino era producto de] un interés político.

Así se ve que son también la estética y la cultura, aquellos elementos con que día a día decidimos, construimos, sentimos, vivimos. De allí la importancia que, en el mismo sentido, involucran en la reflexión a Mauro Donnantuoni Moratto, Jimena Vera y Carla Wainsztok en el patrimonio de lo nativo en la construcción del sueño de la Patria Grande. De allí que podamos pensar en inventar, en crear, en construir un mundo diferente.

II. Y si la ocasión es la Patria Grande, un tema aparte merece el enfrentamiento entre Colombia y Venezuela sobre el que Florencia Bellagamba reflexiona en esta ocasión.  El análisis no tiene desperdicio, repasa hecho por hecho la relación Chávez – Uribe/Santos. La tensión es alta en Latinoamérica y algo que hace un tiempo parecía metafísica, hoy está más cerca de ser bomba que anécdota.

El gobierno venezolano no cuenta con el beneplácito de las grandes elites latinoamericanas y cosecha también críticas de ciertos sectores de la izquierda. Sin embargo, la alternativa representada por la parte Uribe-Santos no resulta de simpatía para aquellos que entienden que Latinoamérica debe dar sus pasos por sí misma; esto es, sin ayuda del gran imperio norteamericano. La intrusión yanqui a través de la militarización es una violencia mucho más notoria que la invasión cultural de la que ya somos producto, y pretendemos liberarnos.

Jugarse por uno u otro lado no parece lo más pertinente. El resto de los países latinoamericanos busca, por el momento, abstraerse de la particularidad del conflicto otorgando prioridad a los intereses supranacionales que ahora responden al concepto de paz. Sin embargo, muchas veces las soluciones que parecen demasiado simples acaban por complejizarse al infinito, y aquellas que parecían infinitamente complejas pueden ser desentrañadas con una simpleza envidiable.

La reflexión de Florencia Bellagamba nos deja ante la perpleja posibilidad de resolución que tiene el conflicto, y que vale vincular con una nota que un paisa boliviano me hizo llegar en la semana y que pone en evidencia la encrucijada que afronta el gobierno chavista: O bien, por un lado, Chávez acepta la supervisión de su territorio por parte de quienes lo demandaron -¿una mirada objetiva?-, o bien, por el otro, se niega y convierte en el mismo movimiento en un encubridor del terrorismo. Sea cual fuere el camino que elija, dudosamente adquiera diferente resultado. Sea cual fuere, los países que pretenden la paz en el continente deberán estar atentos para que las medidas que adopten no acaben siendo una voluntad idealista, ciega a la complejidad del conflicto.

III. Finalmente, nos encontramos también en este ANDÉN con Sabrina Lamperti, con quien dialogamos acerca de la construcción de la memoria y el cuidado que realizamos de aquellos documentos que mirando atrás nos ayudan a entender nuestro presente; Giselle Méndez realiza una mirada de género sobre el matrimonio, Ruth Gabe, recuperada –por lo menos físicamente- se toma licencia y abarca los hits pum para arriba de la música clásica, y Silas Infantino piensa la literatura y el cine desde la cultura al igual que El Cronista de Discos, siempre con un pie a cada lado del buen gusto cultural. Todo, todo, todo apenas bajando del tren, apenas pisando el ANDÉN, apenas sintiendo el frío aire en nuestros pulmones, que contrasta con el calor de los pasajeros…■

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