Cuando definitivamente la tecnología se incorpora en la vida cotidiana, en  la oficina, o en la escuela,  sin distinguir la calidad de las herramientas sino el  uso y aprovechamiento de los recursos existentes, la transformación deja lugar a la utopía, ya está en marcha. 

Rechazar lo que nos rodea, sólo por desconocerlo ya no es válido. Intentar meternos «dentro de», es de vital importancia en el tren desenfrenado de la información y las nuevas maneras de hacer ciertas cosas.

El nuevo paradigma es desentrañar el hacer desde nosotros mismos a la  colaboración y cooperación con el otro, cuando el escenario en las redes sociales y  las plataformas virtuales.

Pensarse asimismo en un ambiente de aprendizaje con nuevos modelos pedagógicos  es parte esta dinámica que proponen estas líneas. La experiencia nos indica que más de una vez el rechazo es vencido por el acceso al nuevo saber; no es este un descubrimiento pero sí una observación: cuando frente al temor al uso de las nuevas tecnologías se produce un clic y ya está, entramos  en esta nueva propuesta.

Hacer clic

Hacer clic… no es algo  nuevo, ¿o acaso no nos hace un clic la cabeza cuando nos damos cuenta de…? Hacer clic es iluminar un lugar oscuro, es prender la luz, es encender el motor o la máquina, es, en definitiva, hacer clic también con el mouse y encontrar sobre la herramienta el archivo o el video lo que buscamos.

Convertir este movimiento en la llave de nuestra puerta, será la valiosa acción que tendremos que arriesgarnos a hacer.

Los espacios

¿Cómo dispondríamos un lugar de aprendizaje habitual? Bancos en fila, docente y pizarrón al frente, agregamos computadoras y… ¿la cosa cambia?  El entorno se transforma, aparece una música por ahí, la distribución de las mesas y las sillas dependerán más del acceso a una mejor conectividad  que  a  la visión del maestro, transformándose ya en un facilitador.

Las preguntas surgen de otra manera, las consultas son dirigidas en otra situación pedagógica. Los alumnos se transforman en cooperandos, la bibliografía está al alcance de un clic y es más diversa de lo que nos podemos imaginar, cambiando libros por archivos PDF, imágines y videos en “You Tube.”

Un nuevo contrato

Me animo a aventurar que la relación pedagógica se está transformando. Un docente se torna -al alcance de la mano-  en un facilitador permanente. Los compañeros de clase intercambian experiencias, sin importar ni cuándo, ni dónde, ¡ni a qué hora!

Y como observación, más que fascinante para mí lo que se aprende “por encima del hombro del otro”… repitiendo movimientos, encontrando caminos alternativos o simplemente observando cómo. Tal vez no parezca tan diferente en el relato de una clase tradicional, pero apelo a la experiencia de cada uno de nosotros, si alguna vez no preguntamos ¿Cómo lo hiciste?

Las alternativas son tan válidas como cualquier otro método de estudio. Lo que cambia es el uso de otras herramientas, y su implicancia en los diferentes estilos de estudiar, comprender y relacionarse.

Redes sociales

Ser o pertenecer en esta nueva condición de hacerse de conocidos, invitar  o rechazar, enviar o recibir, insertar o adjuntar son procesos que muestran costumbres bien diferentes. A fuerza de no quedar afuera, las redes se agrandan, las cadenas son infinitas y el resguardo de la identidad se ve cada día más y más vulnerado o cuasi ignorado.

Son también cuestiones del “clic”. A la mano de cualquiera y sin barreras ni censura previa… delicias de otros tiempos de tijeras y prohibiciones ( y bueno… fui adolescente en la época de los 70 donde pensar y escribirlo era bien difícil).

Hacer sitio a lo que llega

En el convencimiento de que nadie aprende sin querer hacerlo, deberíamos entonces hacer sitio al que llega y en este espacio  se encuentra el ruido del “clic”.

Por recurrente, repitente, ensordecedor, insistente e imparable en las costumbres empuja a conocer, a aprender, a practicar, en definitiva a seguir su ritmo…el del clic■


Este artículo está basado en la lectura de la publicación “El Proyecto Facebook y la posuniversidad” – 2010. Alejandro Piscitelli, Iván Adaime, Inés Binder, y otros. Fundación Telefónica.

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