Preguntaréis: ¿Y dónde están las lilas? / ¿Y la metafísica cubierta de amapolas? / ¿Y la lluvia que a menudo golpeaba / sus palabras llenándolas / de agujeros y pájaros? -Pablo Neruda.
Ha muerto un soñador de la Patria Grande. Ha muerto un constructor de Nuestra América Latina. Hemos leído mucho y muy bueno sobre la figura de Néstor Kirchner.
Por nuestra parte, en estos párrafos queremos destacar dos hechos que para nosotros son actos pedagógicos-culturales. Nos referimos a la orden de bajar las fotos de los genocidas que estaban colgadas en recintos militares y al “entierro del ALCA”.
Con respecto al primero, diremos que para poder conmovernos con la inauguración de la Galería de los Patriotas latinoamericanos, durante los festejos del Bicentenario, era necesario descolgar con anterioridad el cuadro de los asesinos del pueblo. Era imposible que la Galería de los Patriotas latinoamericanos naciera y conviviera con esos otros retratos. Galería con la cual nos hemos vuelto a conmover por estos días, cuando nosotros, cuando el pueblo saluda o despide al compañero Néstor
En relación al “entierro del ALCA” recordemos: corrían los primeros días de noviembre de 2005. En Mar del Plata se realizaba la IV Cumbre de las Américas, pero también se realizaba en paralelo la Cumbre de los Pueblos. No la cumbre de la gente. Es que había llegado para América Latina la hora de los Pueblos. Cómo no recordar el acto en el estadio de Mar del Plata donde el presidente Chávez afirmaba ¡¡¡ALCA, ALCA, al carajo!!! y era parte de la comitiva el dirigente de los productores de hojas de coca Evo Morales. Cómo no recordar la llegada del tren de la Contra Cumbre.
Pero también es necesario rememorar que 29 países estaban a favor del ALCA y que el presidente de México Fox era un aliado imprescindible del Imperio. Sólo cinco países estaban en contra, los integrantes del MERCOSUR y Venezuela.
Néstor le dijo durante la Cumbre en la cara a Míster Bush: “No nos vengan aquí a patotear” y puso como eje central de la Cumbre el tema del empleo, del empleo digno. Del empleo no sólo como un fin económico, sino del trabajo como constructor de identidades, de formaciones culturales.
Es que no se trataba simplemente de ponerle límites a la expoliación económica, el fin del ALCA partía de una concepción pedagógica y cultural propia. Un pensamiento apropiado, un contar con lo nuestro, un contar con nuestras historias de pueblos hermanados. El fin del ALCA es el producto de la descolonización pedagógica.
Hasta ese momento, desde mayo de 2003, un frescor se introducía por las hendijas de las ventanas de nuestras clases, pero a partir del 4 y 5 de noviembre un viento sureño ingresaba a nuestras aulas. Como ese viento que despide a Néstor por estos días en la Ciudad de Buenos Aires.
Es cierto, en las clases no suele haber aplausos. Y al tratarse de espacios cotidianos tampoco suele haber grandes reconocimientos. Entonces, a veces nos preguntamos, y hoy se vuelve a plantear la pregunta, sobre la eficacia política de esta forma de intervención que es trabajar en un aula. Es que a veces las luces del “centro” enceguecen, pero creo que la clave no es pensar en una sola clase, en una sola aula. Hay que construir miles y miles de clases sobre las historias de Nuestra América, sobre las pedagogías latinas, sobre las sociologías indoamericanas. Y esta es una gran batalla cultural a dar.
De todos los testimonios que hemos leído en estos días, queremos destacar fundamentalmente por su belleza y por su simpleza el de dos presidentes de la Patria Grande. Nos referimos a las palabras de Evo Morales y Hugo Chávez.
Evo afirma: “Me quedé huérfano, siento que perdí a un hermano mayor, a mi padre, a un amigo, a todos juntos. Siento que toda América Latina quedó huérfana del hermano Néstor, que fue el primer presidente de todo el continente, él me enseñó con el ejemplo que los latinoamericanos no somos el patio trasero de ningún imperio”
Por su parte Chávez nos recuerda el texto de José Martí, escrito en 1881, sobre Cecilio Acosta. Permitan que lo citemos un poco más allá del parafraseo del comandante: “Ha muerto un justo (…) Llorarlo fuera poco. Estudiar sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato a las grandes naturalezas digno de ellas. Trabajó en hacer hombres: se le dará con gozo con serlo ¡Qué desconsuelo, ver morir en lo más recio de la faena a tan gran trabajador! Sus manos, hechas a manejar los tiempos, eran capaces de crearlos (…) Quería hacer la América próspera, y no enteca: dueña de sus destinos”
Ha muerto el dueño de una pasión, la pasión por contribuir a la construcción de la Patria Grande.
Con él se va una parte de nuestras historias, todavía nos quedan los amores, los compañeros, los sueños, los libros por escribir y las miles y miles de aulas donde se narren las historias de Nuestra América, las pedagogías latinas y, las sociologías indoamericanas■