Trashumar significa caminar hacia los mejores humus, la mejor gente, la mejor tierra. Y así caminando, siguiendo las huellas de la cultura popular argentina, llegamos al “nuevo folklore”, aquel que retoma las primeras denuncias de Yupanqui, el “nuevo cancionero” de los años sesenta de Tejada Gómez y Matus y los mezcla con géneros como el reggae y el rock. Aquellas chacareras, valses y zambas de los artistas populares, de la vieja bohemia del noroeste, vuelven a cantarse y a grabarse junto a canciones de amor y desamor, a canciones que denuncian desde la contaminación del Andalgalá hasta el asesinato de Kosteki y Santillán y nos hablan de la lucha y la resistencia de los pueblos campesinos.
Si hay algo que caracteriza a este santiagueño de Frías, es que cada vez que canta lo hace con el corazón, se ve en los ojos, se escucha en la voz. Y es que, como él dice, el folklore se siente adentro, bien adentro, sólo desde ahí se lo puede cantar, desde lo profundo de la tierra, del alma.
Raly Barrionuevo es uno de los mayores exponentes del “folklore joven”, se define como un “comunicador de injusticias” que empezó a tocar de pequeño la guitarra y a cantar en peñas locales y fiestas populares de la zona.
A los 18 años, se radicó en Córdoba y desde allí consolidó el llamado “movimiento folklórico universitario”.
En 1995, grabó su primer disco El principio del final con temas de su autoría, y salió a la venta en 1996. En este trabajo fueron invitados, entre otros, Peteco Carabajal, Víctor Heredia, Dúo Coplanacu y Pica Juárez. En el año 2000, saca su segundo disco Circo Criollo.
En febrero de 2001 ganó La Gaviota de Plata a la Mejor Canción en el Festival Internacional de Viña del Mar (Chile) con la canción “Ayer te vi” de Víctor Heredia.
En enero de 2002 fue premiado como Consagración del Festival Nacional de Folclore COSQUÍN 2002.
En el año 2002, grabó Población Milagro; y a finales de 2003, presenta La Juntada junto a Peteco Carabajal y al Dúo Coplanacu. Un año después salió a la venta Ey, Paisano, unos de sus discos más políticos donde reafirma su compromiso con movimientos sociales como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero y su defensa por los derechos humanos. El disco ganó un premio Carlos Gardel al Mejor Álbum de Artista Masculino de Folklore.
En el mes de Junio de 2005, Raly fue invitado por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau y Ministerio de Cultura de Cuba a presentarse en el Teatro Karl Marx de La Habana, Cuba en el cierre del Encuentro contra el terrorismo junto a artistas latinoamericanos como Silvio Rodríguez, Roy Brown, Beth Carvalho, Isabel Parra entre otros. También fue parte de la delegación cubana en Mar del Plata cuando se realizó la Cumbre de los pueblos en contrapartida con la Cumbre de las Américas que contó con la presencia de George W. Bush.
Luego grabó Paisano Vivo en 2006 y Noticias de mi alma con temas de su autoría en 2007. Un año después visitó Venezuela por primera vez para presentarse en el Día Internacional de los Sueños 2008 que se realizó en la Isla de San Carlos en el Estado Zulia, junto a artistas de renombre como Carlos Varela, Bárbara Luna, Grupo Iven, entre otros. En su último disco en estudio Radio AM retoma el viejo cancionero de la bohemia del noroeste argentino con unas nuevas y maravillosas versiones que realizó acompañado de músicos de altísimo nivel como Elvira Ceballos y Luis Chazarreta.
En el medio de su vida entre Unquillo y Frías, tuvimos la suerte de encontrar un rato a Raly afuera de las rutas argentinas que tanto conoce y frecuenta para hacerle esta entrevista que más que una entrevista fue una larga y amena charla entre sopa y risas con toda la humildad y la generosidad que este santiagueño tiene y transmite.
ANDÉN: Si bien naciste y te criaste en Santiago del Estero donde el folklore es parte de la vida de cada uno de sus habitantes, ¿tenés algunos recuerdos de tus primeros acercamientos al folklore desde muy chico?
RALY BARRIONUEVO: En mi casa había discos de música folklórica, varios discos. El tocadiscos era mi juguete principal de chiquito, donde pasaba varias horas al día. Las horas cuando no iba a la escuela, jugaba a la pelota como todos los chicos, pero el tocadiscos ha sido mi primera escuela de música. Cuando yo era bien chiquito, tenía una guitarra pequeñita como de juguete y un bombo legüero, todo niño santiagueño tiene un bombo legüero. Entonces me pasaba muchas horas al lado del tocadiscos tocando sobre las canciones. Discos de Los hermanos Avalos que eran un grupo histórico. Un montón de grupos de Santiago.
Mi mamá cada tanto se compraba discos. Era algo que se perdió bastante, sobre todo en las provincias, no se cómo habrá sido acá en las ciudades pero sobretodo lo de conseguir discos, los vinilos, había que encargarlos. Mi mamá cada tanto encargaba discos y siempre había discos de música folklórica.
Mi experiencia tiene que ver con haber nacido en un lugar donde lo único que se escuchaba era folklore. En mi casa había discos de música cuyana que estaban muy de moda en los setenta. Un mundo muy distinto, el mundo que se vive con la música folklórica en las provincias del noroeste, que en el resto de los lugares. Salvo en el litoral que hay una cultura muy fuerte ligada al chamamé y todo eso, es un mundo que tienes que ir ahí para descubrirlo.
¿Cuánto crees que te influenció el hecho de conocer y formar parte de la cultura campesina?
R. B.: Mi familia es del campo y la cultura campesina y todo lo que hagas (porque no es solamente cantar una chacarera) también tiene que ver con saber lo que uno está cantando. No sé, si se nombra a tal árbol, se debe saber la historia de aquel árbol o un poco de dónde viene, porqué nace ahí. Todo eso lo aprendí por mi mamá, mi mamá es del campo y entonces pasaba mucho tiempo del año en el campo con ella y he aprendido todo lo que respecta a la cultura de los animales, de las plantas, de las leyendas, porque los santiagueños tienen una impronta muy fuerte, hay mucha mística en el sentido de lo legendario. Cualquier santiagueño que haya mamado eso tiene una ligazón en diferentes ámbitos. Por ejemplo comparto bastante tiempo con gente de las organizaciones campesinas de Santiago y una de las partes más importantes es la mística en la lucha campesina. Cada vez que hay un plenario, antes de las charlas se hace una mística y bueno eso es lo que me ha ligado con las luchas campesinas.
Lo que sí he descubierto de más grande es el reggae, el rock, lo demás. Pero yo vengo de una raíz muy fuerte de música folklórica.
¿Algunos de tus papás eran o son músicos?
R. B.: Mi papá, bastante bien, mucho mejor que yo. Pero él no ha seguido por algún otra razón, por eso yo hice un disco hace un tiempo, el último que hice, todo de folklore antiguo, se llama Radio AM, y lo he hecho porque siempre pensé que era el disco que hubiera querido hacer mi papá hace mucho tiempo y no lo hizo.
Cuando hablás de los géneros que conociste de más grande (el reggae, el rock), vos de alguna manera tenés el folklore como base de toda tu música pero luego incorporás también esos nuevos géneros.
R. B.: Y sí, de alguna manera. No hice laburo de laboratorio para ver cómo mixturo. Pero un día dije que buena una guitarra eléctrica y me copé con eso, y comencé a escuchar mucha música, me he juntado con gente que me ha enseñado mucho. Pero si yo no tuviera el cimiento de la música folklórica no existiría nada de lo que hago, se cae todo a pedazos, no existe nada.
Entre tanta chacareras y valses perdidos que no se volvieron a cantar, ¿cómo elegiste el cancionero de Radio AM?
R. B.: Surgió porque un hombre me decía, un tipo de 70 años, que dentro de la música folklórica que se canta hoy, había muchas canciones que estaban olvidadas y que no había nadie que cante lo que era la vieja bohemia. En la zona de Frías había mucha bohemia con los valses criollos (de esa bohemia formaba parte mi viejo) que no se cantan más, todos escriben sus chacareras y está buenísimo eso. Y que hablan de cosas que son más bien urbanas hoy, que se yo antes por ahí se encontraba más espacio en el rock pero hoy escriben canciones que tienen que ver más con su realidad de jóvenes en la ciudad y son chacareras o zambas.
Con AM me di esa licencia, de cantar las canciones que cantaba mi papá. Lo hice a modo de homenaje. Nada más. Ahora estoy haciendo un disco de canciones mías que grabo en agosto y espero presentar antes de fin de año.
¿Cuál fue la primera canción que escribiste y qué te motivó?
R. B.: ¿Canción, Canción? La primera que grabé fue “Zamba y acuarela” que la escribí cuando tenía 18 años a una amiga de Santiago que nunca me dio bola…
¡¿Nunca?!
R. B.: ¡No!
¿Ahora que la canción se canta tanto tampoco?
R. B.: No, ahora ya no quiero que de me bola. Eso fue hace muchos años.
¿Por qué creés que es importante que las nuevas generaciones sigan cantando folklore?
R. B.: Yo creo que es importante que las nuevas generaciones canten sus canciones nuevas. Si son folklóricas está bueno también. En un punto sería mantener viva la llama de la cultura folklórica argentina. Yo creo siempre que el folklore es una cosa cuando uno lo ha mamado: yo veo hoy changos chicos en Frías que cantan que da miedo, impresionante y realmente lo hacen con espíritu de haberse criado en eso. Y la otra es, ponele, que copaste a los 30 años y hacés un disco de folklore. Músicos que vienen de otro estilo que hacen discos de folklore, está bueno, pero siento que es mucho más creíble cuando el pibe lo ha mamado desde chiquito, siempre es así. Todo es válido. Yo creo que todos tienen que irse a lo más profundo de cada uno y de ahí sacarlo; si es el folklore está bueno también.
¿Cómo definirías al folklore? ¿Qué significa el folklore para vos?
R. B.: Para mí el folklore es todo. En muchos casos está usada la palabra “cómo”… En Cosquín, no sé, uno lo vincula con eso, con la venta de discos folklóricos, los artistas folklóricos. Por eso a mí me gusta compartir un concierto con, por ejemplo, resistencia suburbana, y me parece que ellos hacen folklore un poco también porque hablan de su historia. Me gusta compartir con la Yugular Reggae, que es un grupo de Jujuy que hace reggae andino. Es parte de su folklore, de cómo se criaron. Y con esa gente me gusta compartir. Todo lo que trae cada uno de su lugar y lo hace desde su verdad, eso es lo que a me interesa. A eso yo le llamo folklore. A eso de ir a lo más profundo de su historia, de su gente y cantar desde ahí. Eso es folklore, es ir a la raíz.
Con respecto a lo hablábamos antes de los movimientos campesinos y de la mística, tiene un poco que ver con esto del folklore: volver al contacto con la tierra, volver a las raíces…
R. B.: Sí, con las luchas campesinas, yo conocía la vida campesina pero no conocía las luchas campesinas. Por mi madre, por mi familia, yo he mamado mucho eso, todo lo que es la vida campesina. El campesino de aquella zona del norte, la zona del llano, como Santiago, es muy distinto de cómo se vive en la provincia de Buenos Aires. Por lo general, viven de las ovejas, de la cosecha de zapallo, de algodón; hasta que llegaron los sojeros que están liquidando todo. Si no fuera por las organizaciones campesinas ya no quedaría ni un árbol porque la soja necesita de más y más espacio y por lo tanto tiempo; tienen que desmontar. Es muy cruel, en Provincias como Santa Fe, como Salta, el desmonte que hay es tremendo.
El campesino es eso, con sus cabras, ovejas. Mi madre tiene casi 80 años y se crio así, comiendo zapallo, maíz, carneaban cada tanto una cabra, una ternera y guardaban y esa vida se sigue manteniendo hoy en día en muchos lugares, a pesar de que está asediada por los pooles sojeros. Y en ese sentido creo que hay mucha hipocresía de los gobiernos porque en un punto están negociando con esta gente, igual con las empresas mineras. Pero esas cosas las ves andando, ¿no?
Esa vida de campesino la he conocido, pero las organizaciones campesinas (el MOCASE y otras) las he conocido de más grande, todas nucleadas en el Movimiento Nacional Campesino Indígena y así he viajado a Mendoza, a Jujuy, a norte y noroeste de Córdoba, muchos lugares que trabajan articuladamente.
Además de tu compromiso con los movimientos campesinos, vos estás muy vinculado y comprometido con La Universidad Trashumante, ¿qué relación tenés con ellos?
R. B.: La Universidad nace como un movimiento de educadores populares, de la Universidad de San Luis. Un sociólogo muy importante, que se llama Roberto Iglesias, se armó un grupo de educación popular para hacer investigación en todo el país recorriéndolo con un colectivo, que recorrió 2 veces ya la Argentina haciendo talleres de reflexión en distintos lugares por los pueblos. Y todo eso se va registrando, hay un laburo muy grande ahí. Sobre todo lo más interesante de la Universidad Trashumante es que trabaja la Educación Popular desde el arte, la danza, el teatro, la música. Por ahora lo que hacemos en Córdoba es 2 eventos grandes artísticos que hace la Trashumante, con alrededor de 5 mil personas cada vez que tocamos. Y eso es para bancar el proyecto a nivel nacional de los talleres.
Desde el proyecto de educación popular que tienen ¿tuvieron relación o contacto con el sociólogo brasilero Paulo Freire?
R. B.: Tato Iglesias estuvo 8 meses trabajando con Freire en un proyecto en Brasil a nivel latinoamericano. A él lo convocó Freire, y de hecho Tato lo trajo a Freire a San Luis y, bueno, ahí lo conocimos. Yo le canté una chacarera al tipo y me dice “tú cantas lo que yo hablo”. Le canté una chacarera que se llama “La Libertad”. Fue hace más de 10 años. El murió a los meses; ya estaba enfermo, se vino igual, fue increíble. Cuando vino había como 3 mil personas para escucharlo hablar nada más.
Con Circo Criollo (que hiciste junto a la universidad trashumante) hay un audio de Tato Iglesias con un texto de Freire que dice que hay que retomar la idea de la revolución…
R. B.: Claro ese es un texto que se llama “la revolución epocal” que yo lo agarré irrespetuosamente y se lo resumí. Es de Tato Iglesias pero está basado en un texto de Freire. Es muy largo, pero yo lo resumí.
En “Ey Paisano” decís “yo dije que de política no iba a hablar pero política hacemos todos al caminar”…
R. B.: Depende del momento, hoy creo que en el disco nuevo que voy a sacar ninguna de las canciones habla literalmente de política, pero para mí sí habla. Lo que pasa es que es un momento muy raro para mí este. Está todo el mundo disfrazado de no sé qué mierda. Yo en ese sentido me he refugiado más en las metáforas pero estoy contento con las canciones nuevas.
¿Qué más dirías del “momento raro”?
R. B.: Que está todo tan polarizado. A mí me invitaron a las movidas del bicentenario pero yo no quise venir, no me siento cómodo. Y claro, como yo no quise venir a la 9 de julio me dijeron que yo estaba leyendo mucho Clarín… Yo siento que el artista debe mantener una independencia. Puedo sí estar de acuerdo con algunas cosas y con otras no pero de ahí a formar parte de las filas de un gobierno… Yo como artista no lo hago. No creo que deba ser el paso que tenga que dar. Debo mantener el lugar siempre para tener el derecho a la otra palabra, a la artística.
Toda la movida latinoamericana me parece muy bien. Evo me cae muy bien y lo re admiro. Fui a tocar a Venezuela, con gente de Chávez. El ministro de cultura de Cuba me anda buscando para que le cante a Fidel en el cumpleaños. El secretario de cultura de Quito me escuchó cantando en Cosquín y me convocó para que toque allá.
Hablando de Cosquín: vos habías prometido no presentarte más excepto que te invitaran y después ¡hasta te premiaron!
R. B.: ¡Sí! Lo que me pasó en Cosquín es que cuando era chico me presenté a los pre Cosquín. Se hacía en las Termas de Rio Hondo, que es un pueblo del interior de Santiago. Fui con toda la delegación de Frías y pasaron todos a la segunda ronda menos yo que quedé eliminado en la primera. Entonces me largué a llorar y dije que nunca más iba a ir a un concurso y que si alguna vez iba a Cosquín era porque me contrataban, porque me pagaban.
Tenés una canción dedicada al Subcomandante Marcos, “Oye Marcos”. ¿Cómo te enteraste por primera vez de Marcos, Chiapas y el EZLN?
R. B.: Por los Trashumantes, por un video que vi en 1995. Tampoco soy un experto de lo que pasa en Chiapas, ni ahí. Yo considero “Oye Marcos” una canción infantil, como si un niño le cantara a Marcos, porque le digo que lo espero en la terminal. Imaginate, un niño solo puede pensar eso: “¿por qué no lo puedo esperar en la terminal?”. No se pone a pensar mucho si el tipo está en la clandestinidad. La canción la hice después de que leí un prólogo de un libro de una mujer que vivió allí muchos años. Me encantó el prólogo. Después leí muchas cosas de Marcos que me gustaron. Me había ido a Tucumán, estaba solo ahí con la guitarra para escribir canciones y se me ocurrió eso, de hacer una canción para él. Me lo imaginé a Marcos hablando con gente del MOCASE y que saldrían cosas muy interesantes.
Desde tu participación en el MOCASE, ¿ves muchas similitudes entre ellos y el EZLN?
R. B.: Ambos tienen una lucha que comienza como territorial y que luego abarca la educación, la salud… La diferencia es que no son luchas armadas y que EZLN tienen las armas hoy en día como simbólicas.
¿Sabés si a Marcos le llegó tu canción?
R. B.: Sí, alguien se la llevó. El conoce la canción.
¿Y qué dijo?
R. B.:¡Ah, eso no te lo puedo contar!■