La entrevista estaba pactada a las 8 de la mañana, hora argentina, así me dijo Víctor Hugo Morales la primera tarde de toda una semana donde estuvo transmitiendo su programa radial La mañana desde el salón de mi casa. Sí, así de raro pero cierto. Uno de los periodistas más respetados de nuestro país estaba ahora haciendo su programa en la Casa Argentina en París, en la Cite Universitaire.

La misma casa a la que llegó por primera vez Julio Cortázar en París, donde vivió y escribió parte de sus grandes obras; donde estuvo un joven Manuel Puig, donde se reunían los latinoamericanos en el mayo del ‘68. La misma casa donde, por cierto, tengo el orgullo de vivir hace unos cinco meses.

Yo conté 8 + 4, hice un salto temporal entre Buenos Aires y París y bajé a las 12 del mediodía al salón con un mate recién armado y el agua bien calentita. “Lo bien que hiciste, nena” fue lo primero que me dijo. Víctor Hugo estaba sentado solo en el gran salón escribiendo en su computadora, hablamos de los 15 grados bajo cero que nos acechaban en un Paris gris y lluvioso, cebé el primer mate y dijo: “dale nomás…”

ANDÉN: La primera pregunta tiene que ver con el rol del periodista, ¿cómo usted cree que el rol del periodista fue cambiando a lo largo de estos años? Antes se decía y se enseñaba en las escuelas de periodismo y universidades que el periodista debía ir en busca de la objetividad. Teniendo como prueba irrefutable el periodismo militante de los años setenta y la figura sartreana del intelectual comprometido (aunque claramente no todos los periodistas son intelectuales), la mentira de la objetividad cayó por su propio peso. En base a eso, ¿qué es ser periodista hoy? ¿Cuál es el rol del periodista en la actualidad?

VÍCTOR HUGO MORALES: Es una definición muy amplia, la podés tomar desde tantos sitios… Pero yo creo que es lo que fue siempre: un mediador entre los hechos y la gente, un mediador objetivo dentro de lo posible para el rigor informativo pero inevitablemente subjetivo en la interpretación de la noticia. Y necesitado, para ser honesto en su planteo, de dar lugar al conocimiento del lector o del radioescucha desde qué lugar se habla. Con esos elementos, la observación lo más escéptica posible del hecho que vamos a narrar y la subjetividad que puede perfectamente abstenerse de formular, pero que no tiene ninguna obligación de hacerlo. Y la sinceridad, la transparencia del lugar desde donde se habla, yo creo que tenemos un hecho periodístico.

ANDÉN: ¿Cree que hay tensión entre el periodista y el periodista militante?

V. H. M.: No existe el periodista no militante, es decir, existe el periodista nuevo que cuando comienza trabaja donde puede, pero el medio donde trabaja ya es militante de algo, militante de ideas liberales, militante de ideas de izquierda, de ideas de derecha, militante de las sociedades católicas que tienen su medio de comunicación, militantes de partidos políticos que se expresan a partir de sus diarios. Yo creo que no ha existido nunca el periodismo no militante, el periodismo nace militando, nace para cumplir con un objetivo. La Nación, Página 12, todos tienen un objetivo, esto está muy bien, es un origen perfectamente lógico de los medios de comunicación. Lo único malo es cuando los medios van hacia otros intereses, ni políticos ni ideológicos; pero la militancia ideológica es parte de la vida del periodismo.      

ANDÉN: Luego de la Ley de Medios, ¿cree que cambió el mapa de medios, que hay más acceso de los grupos minoritarios a los medios?

V. H. M.: Todavía no he podido constatar su aplicación, creo que todavía está dando sus primeros pasos y que es muy difícil imaginar una Ley de Medios sin la desinversión de los medios dominantes. Mientras no se pueda aplicar el artículo 161 la Ley de Medios camina herida, no levanta vuelo.

ANDÉN: ¿Cree que por eso Clarín sigue teniendo una enorme hegemonía?

V. H. M.: ¡Un enorme poder! Tiene jueces, políticos, tiene todo lo que vos creas que es necesario tener para ser verdaderamente el poder. El poder en el país todavía, pese a la importancia que el gobierno ha tomado, está en manos de Clarín. Si no basta nada más observar el cotejo de lo que ha sucedido, en cada uno de los ítems donde el gobierno ha querido hacer algo, no hay podido por Clarín.

ANDÉN: ¿Es difícil encontrar el punto de equilibrio entre permanecer en un espacio, como hace usted con Radio Continental, y por otro lado permanecer fiel a su pensamiento?

V. H. M.: Depende. Para un periodista joven que recién se está formando todo pasa por el ingenio y ser un poco cuidadoso del involucramiento que se tiene con el medio. Uno tiene que preservarse lo más posible, ser uno mismo, funcionando de acuerdo a ciertos parámetros. También tiene la ventaja de que no le piden temas en los que esté explícita su ideología.

Ahora cuando vos tenés un cierto nombre y lo has conseguido en función de las convicciones (además de otros atributos profesionales que normalmente se pueden tener), yo creo que mantenerte dentro de la línea que el público ha detectado de vos es lo mejor. Pero tampoco te podés deber a eso, vos no sos un rehén del público; uno es rehén de su conciencia, de su manera de ver las cosas y de la calidad de explicaciones que pueda dar. Se supone que el trabajo intelectual justamente lo que hace es que, si vos vas encontrando nuevos elementos que van modificando ciertos puntos de vista pudiendo decir, verbalizar, tenés derecho a cambiar de opinión. No es honestidad aferrarte a una idea y después viendo que no tenés razón seguir pensando lo mismo, eso es estupidez. Pero hay que dar buen testimonio de porqué las cosas son como son, tenés que dar testimonios que no sean ofensivos para la inteligencia de las personas. Si vos me hacés un chequeo y yo te respondo, te vas a dar cuenta enseguida si estoy pasando por encima, si estoy menospreciando tu inteligencia o si estoy respetando tu inteligencia. Si las respuestas que yo te dé son respetuosas de tu inteligencia y tienen un contexto creíble, bueno, en ese caso si se produce alguna nueva inquietud periodística hay derecho a que se formule. Más que derecho hay obligación, a ese cambio y a esa transformación.

ANDÉN: A lo largo de estos últimos años y de los últimos sucesos de importancia de agenda nacional, usted fue cambiando de posición radicalmente respecto al kirchnerismo…

V. H. M.: Sí, en realidad el gobierno cambió de opinión de sí mismo; es el gobierno que ha cambiado, yo no cambié en nada… realmente en nada. El gobierno tenía complicidades con el diario Clarín, complicidades que se hicieron muy graves hacia diciembre del 2007 cuando firmaron la alianza entre Multicanal y Cablevisión. Al mismo tiempo estaba el tema Botnia que efectivamente es un tema que gracias a Dios he tenido razón y que el gobierno argentino lo trató para mi gusto mal; con lo cual eso a mí me tocaba de cerca en mi condición de observador muy particular en tanto soy uruguayo que vive en la Argentina. Con lo cual en mi visión del gobierno, la subjetividad que yo construía del gobierno era negativa.

ANDÉN: Y después vino el conflicto de la 125 donde se empezaron a polarizar las opiniones por primera vez: el campo o el gobierno. Eso dio lugar a la gran polarización actual: Clarín o el gobierno. En ese momento usted tomó partido a favor del campo. ¿Su subjetividad respecto al gobierno seguía siendo negativa?

V. H. M.: Con el tema del campo, cualquier otro tema que hubiese aparecido me hubiera encontrando a estar más confrontativo con respecto al gobierno que a favor, porque para mí era un gobierno que transaba con lo peor del país, que era el grupo Clarín y que además estaba utilizando un tema internacional pero para dentro (como sucede siempre con los gobiernos, ahora pasa en Inglaterra, será la Argentina cuando le convenga otra vez), usaba la crisis internacional para el adentro, para tener a la gente con el foco allí. Mientras aquí hacemos lo que podemos para sostener algo, cuando el gobierno después del campo estatiza las AFJP que es lo primero que hace, yo estuve a favor del gobierno, lo que pasa es que eso pasó un poco más inadvertido, lo que se notó es cuando yo estuve a favor del gobierno cuando enfrenta a los medios. Cuando enfrenta a los medios, los medios me ven a mí como una especie de pequeña espada de credibilidad que los afectaba, y empezaron a combatirme.

ANDÉN: ¿Fue entonces puntualmente el tema de los medios que produjo que usted cambie de opinión radical respecto al Gobierno?

V. H. M.: Bueno, si vos tenés un gobierno que en su momento tiene una adhesión a los sectores que a vos te repugnan y luego rompe con eso y confronta con eso, la simpatía es instantánea. Pero encima con Cristina Kirchner el gobierno se fue corriendo un poquito mas a la izquierda todavía, y yo soy una persona de izquierda con lo cual sin que sea “desiderátum” en cuanto a lo que uno quiere de la izquierda, este gobierno está mucho más cerca de la gente, de las ideas de la izquierda, que de lo establecido en una sociedad liberal como la nuestra.

ANDÉN: ¿Usted cree que sus oyentes fueron también cambiando de opinión sobre el gobierno y el grupo Clarín a la par de que fue cambiando usted?

V. H. M.: Absolutamente. Es insólito lo que ocurre: unos huían despavoridos y otros llegaban encantados. Por supuesto estoy mucho más feliz con estos oyentes que con aquellos, mucho más feliz conmigo mismo que en aquel momento. Porque de lo que no cabe ningún tipo de dudas es que cuando ocurre lo del campo yo quedo de un lado ideológico que no era el mío, porque yo no me di cuenta a tiempo de que era una lucha ideológica. Es decir, el gobierno planteó esto como una cuestión ideológica y yo solo vi intereses de por medio, que le sacaban menos dinero o más dinero y para mí, desde mi criterio un poco marxista digamos de mi juventud, la 125 era un tratamiento igual a quienes son desiguales, entonces con esta idea, más el tono que adquirió la cosa, más la bronca que yo tenía, compuse un panorama. Yo tenía un columnista que es Osvaldo Barone, que estaba todos los días y que yo lo presentaba como si fuese la estrella del programa. O sea, había mucho respeto, yo disfrutaba lo que hacía Barone mucho, pero indudablemente yo estaba confrontativo con el gobierno. Yo me mantuve en un lugar muy parecido toda mi vida, anti-medios multimediáticos, porque yo trabajo en esto. Si sos periodista en lo que te vas a interesar primero que nada en la vida es de cómo son los medios, es lo primero que me interesa, cuál es el nivel de eticidad de la profesión que vos estás eligiendo. Entonces cuando yo empecé a hablar de los medios hace quince años, eso fue generando una especie de caballito de batalla, todos tenemos, unos pelean por unas cosas, otros por otras.

ANDÉN: Cambiando de tema: retomando su inicios de gran relator de fútbol y contextualizándolo con el Fútbol Para Todos y el mapa mediático. Usted rechazó la propuesta de relatar el mundial pasado por la TV pública, ¿se arrepiente?

V. H. M.: No, me duele, pero no me arrepiento. Me da mucha pena, ahora me están pidiendo que relate los juegos olímpicos y otra vez tengo que decir que no. Porque mirá, con eso se gana mucho. Yo soy un profesional, si yo hago un campeonato del mundo, yo por eso voy a cobrar lo que corresponde. Si yo cobro lo que corresponde, es ésto lo que yo gano por año (hace un círculo en la hoja), esto, es lo que yo gano por canal 9 de televisión (colorea casi dos cuartas partes del círculo) y todo lo demás lo gano en la radio, la radio es una enemiga jurada del gobierno. Entonces si yo ahora agarro el fútbol, esto del año (remarca la parte coloreada) se convierte en una cifra enorme, entonces yo gano demasiado de lo que es la actividad que viene relacionada con lo que es del gobierno. Canal 9 no es del gobierno pero está señalado como que es del gobierno. Mi programa no tiene nada que ver, es otra cosa, pero ellos quieren estigmatizarme. Yo no voy a regalar mi laburo profesional, entonces prefiero no hacerlo,

Yo por el mundial lo que iba a ganar eran 200 mil dólares de base, más viático  que son 400 por día. Al cabo de 30 días son 12 mil más, o sea, me quedaban 220 mil dólares aproximadamente, que tienen un peso muy grande en la economía personal. Entonces esto chiquitito (hace un círculo chiquito en la hoja) se convertía en esto (hace un círculo por encima grande) y eso ya es un poquito más complejo cuando vos estás observado de esta manera. Porque estos otros, los que ganan dinero en una actividad privada como Clarín, están ganando dinero en defensa de un interés.

La gente empezaba a llegar al salón para saludar a Víctor Hugo, para escuchar su programa y tomarse unos mates. Durante esa semana la Casa estuvo llena de invitados: artistas, músicos, deportistas argentinos y uruguayos. En cada programa entrevistó a varios de los chicos que viven en la Casa (casi 90 estudiantes y científicos), a todos les preguntó sobre su actividad, sus raíces, de su futuro, de sus ganas de volver al país.

Unas semanas antes había venido a París y brindó una charla en el mismo Salón sobre Ley de Medios. En las preguntas salió el tema de Clarín, de Papel Prensa, de la dictadura, de las políticas del gobierno sobre la Memoria, de 6,7,8. En todas sus respuestas dejó entrever su apoyo a varias políticas del kichnerismo, con fundamentos y con críticas.

En mi opinión, que el periodismo y los intelectuales no pierdan nunca de vista palabras tan importantes para esta profesión como “fundamentos” y “críticas” es lo que hace que no se conviertan en meros vendedores de ideas, publicistas de partidos políticos, mercaderes de discursos desideologizados. Ese es, yo creo, el reto que tiene Víctor Hugo Morales y tantos otros que apoyan abiertamente a este gobierno por alguna o varias de sus políticas concretas; y en ello radicará, a lo largo de los años, el respeto de su trabajo profesional■

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