El arte se lleva mal con el orden. Desde que Platón impugnó a los poetas en el gobierno de la polis, los creadores –cualquiera sea su especificidad– siempre han sido mirados con desconfianza. Por eso Andén va hacia las fuentes y le pregunta a un artista callejero cómo es vivir bajo la mirada atenta de las fuerzas de seguridad y la mirada autoritaria de quienes consideran que expresarse en el espacio público es una suerte de ejercicio del terror.
“Me decís terrorismo y me suena a mi vida misma, soy artista callejero”, dice Darío “el Indio” García.
El Indio se mueve por las calles de Paraná hace 15 años, y lo elige porque considera que la cultura es de todos, y los todos están en las calles: “somos quienes despiertan los dormidos; si perdemos la cultura, nos dominan”, dice cuando empieza a contarnos cómo es su trabajo.
Darío García: Ahora en Paraná no hay tanta persecución como la hubo en otro momento, o como es en Buenos Aires. Lo que está pasando es que quieren modificar el art. 19 de la ley 12 de CABA.
Ahora los artistas callejeros podemos laburar con una advertencia de la policía, puede pedirte que bajes el volumen o directamente que te vayas, pero el artista decide. Este artículo modifica la contravención y le da poder a la policía para actuar por ruidos molestos, entonces se otorgan el poder de levantarte, llevarte, sacarte los elementos de trabajo, imaginate un instrumento musical como un saxo o un violoncelo. Además, con la modificación, entran las denuncias anónimas, que tranquilamente pueden ser inventadas, porque al ser anónimo no hay registro; entran en juego muchas cosas como la actuación de la policía sin denuncia alguna. Se agrega a esto que entran hasta 5 días de encarcelamiento, multas desde 400 hasta 2000 pesos. Imaginate para un laburante independiente, independiente de un patrón o de una empresa, que solo vive de lo que le da a conciencia la gente, le decimos colaboración consiente y no gorra porque imaginate que ya no nos representa, entonces es colaboración consiente”.
La gorra
Darío García: La primera vez que me pasó, junté mis cosas y me fui… (no se puede negociar si te amenazan con llevarte y guardarte el fin de semana). Esto pasa en varios lados y, en Paraná, se incrementó antes y después de la cumbre de presidentes. Nos nucleamos como frente y tratamos de contarles a los viajeros las situaciones que vivimos y la lucha que tuvimos (para que conserven una «buena imagen» de los artistas (también se complica a veces hablar con colegas).
Con respecto al abuso policial, empezamos a hacer cámaras ocultas que nos acompañen y luego ya con cámara en mano bien evidente hasta que nos dijeron «son órdenes de arriba» (hablamos con cultura municipal, nos derivan a la secretaría de seguridad (policía) y estos nos derivaban a vialidad o tránsito (ya que ocupamos la vía pública), se pasaban la pelota.
Y terminamos en que nos responsabilizamos de nuestros cuerpos, saliendo antes que el semáforo ponga la luz verde y manteniendo «una conducta» (no beber ni consumir nada en el semáforo mientras se trabaja) ya que lo consideramos nuestro trabajo y nos lo tomamos con seriedad.
Por suerte les artistes estamos bastante organizades. Acá en Paraná, hicimos festivales para visibilizar la situación, juntamos firmas; en rosario, también se hizo; en Mendoza y en Córdoba ya se resolvió. Fue después de la cumbre de presidentes cuando estaba el gobierno de Cristina, estuvo la orden de la limpiar las calles, que no haya ni vendedores ambulantes, ni cirujas, ni artistas, nada, hasta taparon el basural para que no se vea desde el avión. Y quedó la orden un par de años hasta hace dos o tres años atrás teníamos compañeros a los que levantaba la policía porque quería…, no había una contravención que prohíba, nosotros nos basamos en el artículo 14, que es el derecho laboral. Esto es un laburo, una salida laboral independiente, autogestiva y entonces nos organizamos y creamos el Frente de Artistas Callejeros de Paraná. En Paraná, existe un permiso de artistas callejeros (donde habilita al artista o grupo) por determinada fecha y horario, respetando algunas formas (no amplificar sonido, no cortar el libre tránsito de las personas, cobrar en modalidad «a la gorra» que, como te decía, ahora lo llamamos «a colaboración consciente». Cuestión que en la fiesta del mate que se realiza en la ciudad no se respeta ninguno de los puntos que nos obligan a respetar, entonces: hecha la ley, hecha la trampa.
¿Por qué es legítima tu intervención en un espacio que es común? ¿Cuál es tu idea de espacio público y por qué pensás que tus intervenciones no son un «crimen», una contravención o un acto terrorista?
Darío García: Nosotros nos basamos en el Artículo Nº 14 bis de la Constitución Nacional: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes…”. La protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna. El espacio común o público si no es ocupado, lo apropia algún/a política de turno y lo negocia con privados o «las malas juntas», que están ocupando ese espacio porque la sociedad no lo ocupa o siente miedo al ver que está ocupado por «gente de mal corazón». Si incitamos a la sociedad a recuperar espacios públicos abandonados o en malas condiciones, hacemos que esas personas se sientan propios del lugar y se comprometan al cuidado y embellecimiento del lugar (también hay una ordenanza municipal que considera eso, y «nos agarramos» de eso al decir que embellecemos los espacios públicos dándoles vida y color a lugares que no estaban habitados. Volver a ocupar los espacios públicos. Laburar en la calle, a mí, me gusta más porque la sociedad está ahí, en la calle, si yo voy y hago un espectáculo con una entrada ya limito a las personas, porque si no tienen ese dinero para entrar no entran, me vuelvo elitista, si querés de alguna forma.
Los espacios públicos son, a mi consideración, todo espacio habitable y transitable, donde la sociedad se encuentra en todas sus escalas. No me considero un terrorista ni un criminal ni una ofensa a la autoridad (aunque se haga parodia o absurdo de la realidad). En todo caso, habría que ver con qué ojos nos miran y qué tan autoritario es el gobierno de turno (ya sea que estén 4, 8 o 12 años en el poder, nosotros vamos a seguir estando). La fuerza más grande es el aval social y la aceptación de nuestro trabajo. A lo sumo puedo ser «un potencial peligro» por compartir públicamente ideas de autogestión y organización social (portación de ideas).
A mí, me gusta la cuestión popular porque comparto mi arte para todos; entonces si voy a la plaza, me puede ver un militar, un panadero, alguien que labura independiente, alguien que labura en la justicia. Toda la sociedad está ahí, desde el más bajo hasta el más alto de los escalafones sociales, y están compartiendo en un espacio público, y son esos espacios públicos que tenemos que revalorar, y tenerlos porque la gente se queja de vagancia, y aquello de “no pases por ahí a la noche porque te puede pasar algo” es porque la gente lo abandona, la gente no se da cuenta de que ese espacio es de ellos, es de toda la sociedad, esto: reivindicar la posesión de los lugares públicos. Esto es de todos, usémoslo porque es de todos. Entonces si nos organizamos, espantamos al “cuco” y conseguimos que la calle se vuelva un espacio seguro, lindo y habitable para toda la sociedad.