Si el lenguaje es la casa del ser, es tiempo de preguntar por la escritura. No sea que venda. O mude. Y si no podemos conseguirle otra casa, o si no se va porque le gusta mucho, tratemos por todos los medios (Andén es el primero, pero vamos por todo) de hacerle los mantenimientos necesarios. También los otros. Tratemos, pues, que esté a la moda, como nueva. Habrá que ponerle, entonces, bastante pre-fijador en las paredes, mucho “pos” o “post”, bastante “de” o “des”, y uno que otro “anti”. Entrecomillar todo el perímetro, que no entre «nadie». Encerrar(la) entre paréntesis y – eso sí – llenarla de guiones. Habrá que usar todos los guiones disponibles, los cuales no habrán de ser muchos, no obstante, dada-la-lamentable-posterioridad-de-nuestra-tarea-con-relación-a-la-traducción-de-Ser-y-Tiempo-del-muy guionudo-y-célebre-Gaos.

Cuando nuestros invitados no merezcan mayor confianza, destaquemos todo lo importante. El baño, la idea principal, hasta los giros más sutiles. A ver si no se aviva, el lect@r. Textos-carteles hagamos. Sigamos haciendo. Y, por favor, tratemos de que coincidan las formas y los contenidos en la escritura: que la palabra corta sea corta y que la larga también. No dejemos entrar, esto es importante, bajo ningún concepto, a aquellos que reflexionan en torno a por qué separadoseescribetodojunto y ponen cara de haber sido tocados por la gracia. En suma, veamos qué se puede hacer de nuevo con esta casa tan vieja, tan en ruinas, tan que no nos queda otra: nuestro lenguaje. Y si no hay nada nuevo por decir, cambiemos las palabras de lugar al menos. Por ejemplo ahora, si hablamos de novedad. ¡Seamos novedosos! Juguetones. ¿”Novedad”? “No-ve-edad”: no tiene tiempo, por tanto es inmemorial. Paradoja entonces: eternamente nuevo lenguaje. Y otra acepción, si quieren: “dícese de quien le da a cualquier cosa, no importa si es una vieja, o incluso a un viejo”. No-ve-edad, en suma. Pero, por favor, no nos detengamos (que además, no hay donde). Sigamos, deprisa. “No-veda”: prohibido prohibir. Fórmula muy utilizada en el junio francés. Y así.

Hace rato renunciamos al trabajo del concepto. ¿O nos echaron? No importa. ¿O no exporta? Mmmm… Quizás haya sido por dicha caída en las ventas al exterior. Pero, ¿es que hay afuera del discurso? ¿Tiene patio la casa? ¿Medianeras del ser, quizás? En fin, se sabe: hoy cualquiera es nominalista, incluso una mujer no muy inteligente puede serlo, es decir, justamente una “no-mina-lista”. Y así se va la tinta. Gotean las canillas de la casa del ser, señor@s. “La novedad está en el ojo del que mira”, dijo Perón. Un día. Al otro, mandó a poner parqué en todos los pisos de la casa del ser. Y creó las comas, la diéresis y los puntos, tanto suspensivos como el seguido y El Final. Sí, sí: podríamos haber terminado recién, en el final. Hubiese sido oportuno. Pero aún nos quedaba una pregunta en el tintero, goteando de la canilla de la casa maltrecha del ser, una pregunta que ya no podemos dejar de escribir. Pero, aún, tampoco podemos escribir. Paradójico y profundo, en verdad; tanto como que se pa ra do se es cri ba to do jun to

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