El 31 de enero de 2009, hace poco más de tres años y medio, Luciano Arruga era un chico como cualquier otro pibe humilde del gran Buenos Aires: con defectos, con virtudes, con alegrías, con tristezas, con miedos (seguramente muchos miedos) y con algunos sueños, los pocos sueños que la vida aún no había podido quitarle, a puras trompadas, a un pibe pobre de 16 años. 

Cuando algo es obvio cuesta decirlo, o mejor dicho, es difícil hallar palabras para expresar lo que no debería ser explicado, sin sentir que se cae en el ridículo, sin tener la sensación de que se es tan estúpido, o más, que aquel que precisa que se justifique una verdad… ¡a gritos!

Sin pretender convertirme en un “especialista”, en el “historiador” de Luciano, como han intentado ya algunos mediáticos, criminalizándolo ante una sociedad a la que cada vez asustan más con la “inseguridad a manos de los pibes chorros”, para permitir que la verdadera inseguridad, la de la policía corrupta y los políticos cómplices, pueda seguir actuando con total impunidad.

Se sabe que estaba siendo perseguido por efectivos del Destacamento Preventivo de Lomas del Mirador de la policía de la provincia de Buenos Aires, con el habitual propósito de reclutarlo para que “robe para la corona”. Ante su negativa, había sido amenazado en varias ocasiones. Se sabe, también, que Luciano tenía miedo por ello.

Aquel 31 de enero de 2009, luego de ser detenido por personal policial del citado destacamento, desapareció… simplemente desapareció, al mejor estilo de los años ´70.

Revelan las averiguaciones que Luciano fue golpeado hasta morir por el personal del destacamento (hay testigos que lo vieron ese día) y su cuerpo exangüe fue abandonado en un descampado cerca de su propia casa. Posteriormente, avisados de la denuncia, presuntamente por el primer fiscal de la causa, su cadáver fue trasladado vaya a saber con qué sórdido destino. Ocho policías del destacamento fueron, en un primer momento, desplazados de su cargo. Pero como siempre hay un “pero”: contando con la complicidad de la justicia y el peso que tiene el accionar corporativo de la “hermandad” policial, el resultado fue que prontamente todos ellos fueron reincorporados por el ministro Stornelli y su séquito de eunucos (palabra bien usada, si se tiene en cuenta la definición de la R.A.E.:

“Hombre castrado. || 2. Hombre poco viril, afeminado. || 3. Hombre castrado que se destinaba en los serrallos a la custodia de las mujeres”).

La policía de la provincia de Buenos Aires, que sin cambiar un solo efectivo paso de ser la “mejor policía” a esa “maldita policía”, pasa a ser nuevamente, mediante algún superficial maquillaje, la “buena policía” que hoy “sufrimos”.

Esa policía persiguió, secuestró, torturó, mató y desapareció a Luciano Arruga. ¡Y lo hizo en un móvil policial!!! ¡Y lo hizo en una dependencia policial!!! ¡No hay dudas al respecto!!!

Esa policía, cuyos efectivos, con más frecuencia de lo “esperado”, se encuentran involucrados en secuestros extorsivos, en narcotráfico, en robo y desarme de autos, en trata de blanca, en prostitución infantil, en juego clandestino y muchos otros etcéteras, supo investigar, infiltrar y terminar con los movimientos subversivos en los ´70 (colaborando con otras fuerzas tan corruptas como ella). Es indudable que el mérito de conocer el trabajo de investigación lo tiene.

¿Puede creerse que esa policía, esa “buena policía”, no sea capaz de investigar la muerte de un pibe de 16 años a manos de un puñado de efectivos, por un puñado de cobardes asesinos, en una comisaría del Gran Buenos Aires? ¿Puede creerse que no exista complicidad, que no haya complacencia? Cuando algo es obvio cuesta decirlo, o mejor dicho, es difícil hallar palabras para expresar lo que no debería ser explicado, sin sentir que se cae en el ridículo, sin tener la sensación de que se es tan estúpido, o más, que aquel que precisa que se justifique una verdad… ¡a gritos! ¿Qué espera el poder político municipal, provincial y nacional para tomar cartas como se debe y actuar simplemente como la Constitución -que dicen defender y respetar- lo ordena?

Tengo la suerte de conocer a la familia de Luciano: su infatigable mamá Mónica, sus hermanos, su hermana y tenaz luchadora Vanesa, su barrio, sus vecinos, sus amigos… Con ellos compartimos sueños, July y yo, mate por medio, con una extraña mezcla de vergüenza y admiración. Vergüenza por pertenecer a una sociedad en la que día a día, con la más salvaje perversión, lo material “ahoga” las emociones, los afectos, los sentimientos… Una sociedad que me obliga a “pensar” para evitar la injusticia, el egoísmo. Una sociedad que trató de inculcarme, sin lograrlo por cierto, la competencia desleal, el individualismo. Admiración por la visión solidaria que tienen de la vida, muy a pesar de las necesidades extremas que muchas veces padecen; solidaridad que se respira, solidaridad que no es necesario pensar, sólo se siente en lo más profundo como se goza sin pensar una caricia que nace del amor, del más sincero amor. Con qué innata destreza me hicieron entender, implícitamente, la abismal diferencia entre compartir y dar.

A tres años y medio de la desaparición de Luciano habría que plantearse sin tapujos que todos somos culpables, pero a esta perogrullada habría que agregarle algo más trágico aún: si no hacemos algo para evitarlo cada vez va a ser peor y algún día que espero no sea lejano… Sí sí, espero que no sea lejano el día que todos tengamos que sufrir una injusticia similar para que entendamos que se debe y se puede tomar cartas. El día que los mal nacidos vengan por nosotros, por nuestros hijos, por nuestros nietos… no va a haber ya cabida para ningún “pero”.

El destacamento, luego de mucho luchar fue cerrado y en sus dependencias, ubicadas en la calle Comisionado José Indart 106 de Lomas del Mirador, fue inaugurado, el 28 de diciembre del año pasado, el Espacio para la Memoria Social y Cultural “Luciano Arruga”. A dos meses de oficializar la creación de la casa cultural y social, el Gobierno Municipal cambió las cerraduras y dejó afuera a la familia. La noche del 3 de agosto pasado, un joven de 16 años, volvía del trabajo a su casa. Un Duna color champagne sin patente lo seguía, eran las 23:30 aproximadamente. El auto se detiene y de él bajan dos hombres, uno uniformado, el otro de civil. Lo increpan, lo ponen contra la pared. El joven se llama Mario Arruga, es el hermano de Luciano, casualmente tiene 16 años!!!

Luciano desapareció porque un grupo de cobardes pertenecientes al Destacamento Preventivo de Lomas del Mirador de la policía de la provincia de Buenos Aires decidió que si no quería robar para ellos no tenía lugar en la comunidad…

Pero… para que ellos lo “desaparezcan” sin ninguna consecuencia, es indudable que sus superiores estaban al tanto.

Pero… para que sus superiores los avalen no es conspirativo pensar que los superiores de sus superiores también respaldaron lo actuado, lo que seguramente no es excepción sino regla.

Pero… para que los más altos funcionarios policiales protejan a estos cobardes asesinos deben, sin ser demasiado suspicaces, estar a su vez legitimados por el poder judicial, que muy seguramente se beneficia por los manejos “non santos” de la Fuerza… ¡Toda!!!

Pero… para que el poder judicial actúe en contubernio con la policía debe, sin lugar a dudas, saber que el poder político no va a preguntar nada mientras nada se pregunte sobre sus no menos “sucios” manejos.

Pero… para que los políticos lleguen al poder precisan del voto popular, ese que impensadamente les damos en los pocos “espasmódicos” días en que ejercemos la democracia que, cual bandera festiva, sacamos a relucir año tras año para luego guardar en un cajón, bajo llave.

Como podrán ver los “peros” podrían agotarse, e igual que en las palabras de Martin Niemöller, podríamos tener que decir:

Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.

¿Vamos a seguir esperando?

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