Cuba supera a cualquiera, siempre y en todo momento te excede, mucho más de lo pensado; Mi viaje todavía se hace, de nuevo en Buenos Aires a 6893 km. Las fichas siguen cayendo y la saudade es fuertísima. Es difícil por lo tanto escribir algo sobre ella, en este caso sobre Internet. Las palabras parecen no alcanzar y aferrarse a un tema es un pecado cuándo no tarea imposible.

En este país, Internet es una buena metonimia de lo que ocurre en la isla; como pequeño fragmento, es ilustrativa del todo. Tal vez no funciona como debería (un debería en relación a nuestro mundo y a lo que uno supone que garantiza un país socialista), pero la realidad es siempre más compleja y, en general, un pastiche de lo que cada persona dice. Igual eso es lo más rico, hablar con la gente. El problema, tal vez, es que la óptica es distinta según se hable con un castrista o un anti-castrista, con alguien que vivió la previa de Batista o con un joven nacido post revolución (los jóvenes son muy críticos y eso es lógico. Como dijo Laritza, una amiga que hice allá, “el problema de la diligencia cubana es que siguen esperando que agradezcamos por cosas que son muy buenas, pero con las que las nuevas generaciones ya nacieron”) Y la óptica es distinta, por último, si hablás con un cubano que viajó afuera y uno que no, con alguien que vio la literalidad del morirse de hambre y el que no. Desde esta perspectiva, de vuelta en Buenos Aires necesité buscar información, lo recolectado fue impresionante pero también confuso.

Tópicas

En esta isla ciertas lógicas están patas para arriba. La de Internet es una de ellas. Evaluemos las tópicas que funcionan en nuestra realidad.

– Internet es un concepto, una abstracción. Hay un mundo conectado por miles de redes las cuales permiten estar informado, comunicarse, bajar, subir, compartir. Películas, fotos, música, libros.

– Internet es una realidad concreta, un elemento que atraviesa nuestra cotidianidad. Las generaciones de hoy ya nacen con dicha tecnología y la usan para lo que sea

– Internet es una revolución y desborda el campo de la comunicación. Involucra al sector financiero, la difusión de la cultura, las relaciones sociales, el comercio.

Estos tópicos ideales son válidos para una parte del mundo: aquel que es capitalista. No para Cuba. En este país Internet no está involucrada en el día a día, nadie sabe quién puso qué en las redes sociales y los chicos no le piden a Papá Noel tablets de regalo (de hecho, el consumismo es prácticamente inexistente, y en lugar de carteles publicitarios hay afiches que sostienen que “esta es una revolución de trabajadores en el poder”) La red, si no es una ausente, es casi una extraña. Con lo bueno y malo que eso puede ser. Que es algo sobre lo que hay que trabajar, es un hecho. Ahora bien, la realidad, como dije, es más compleja.

El tema de la libertad de expresión y el uso de Internet es una cuestión que genera controversia. Sobre todo al nivel del imaginario de lo que sucede afuera. El cubano medio no puede viajar y la construcción que hace del resto del mundo es por lo que ve del turista. En muchos se representa un “nosotros no accedemos a nada, no podemos salir, ni saber lo que sucede, ni opinar, pero ustedes sí” Lejos están de imaginar que nosotros, turistas, somos en realidad una minoría privilegiada que consume y viaja porque es clase media y puede pagar. Lejos están de imaginar que en este momento tenemos una pelea por los medios y el acceso a la información, y que en una época hubo una real persecución en donde por opinar te desaparecían. Siempre que podía se los decía. Cuba no es una dictadura y eso no se discute.

La isla se conectó a Internet en 1996 a través de intranet, una red interna que en un principio se aprobó para determinadas personas, y que permitía el acceso a ciertos sitios. Sin embargo, con las reformas llevadas a cabo por Raúl Castro, en el 2009 se consintió el libre acceso. Ahora bien, Cuba tiene dos dificultades. La primera se relaciona a la infraestructura: no hay un buen tendido que lleve la red a toda la isla. La segunda tiene que ver con la economía. En general, su uso es social; es decir, se utilizan las computadoras instaladas para todos en las oficinas de correo. Los que tienen Internet en el ámbito particular son pocos pues es difícil acceder a la tecnología necesaria para ello. Los equipos ingresan al país en su mayoría a través del mercado negro (debido al bloqueo sostenido desde hace 50 años por Estados Unidos), y eso hace que el ya de por sí caro equipamiento tecnológico, aumente aún más. Por lo tanto, los que sortean estas dificultades son los cubanos que están en mejores condiciones económicas -los que tienen familiares en el exterior y reciben dinero, o quienes trabajan con el turismo- o bien aquellos mejor posicionados políticamente -trabajadores del gobierno, periodistas o intelectuales. Si estas limitaciones son salvadas, el servicio de Internet es proporcionado por el Estado y es accesible: cuesta mensualmente unos 50 CUP (peso cubano), es decir, unos US$ 2. ¿Por qué? Porque en Cuba el Estado está presente en todo momento para garantizar alimentación a centavos, y salud, educación y vivienda gratuitas. ¿Por qué? Porque en Cuba hubo una revolución y eso se palpita a cada instante.

Entonces, es difícil acceder a Internet pero se puede. ¿Y cómo es? Es lenta. Tender redes por toda la isla es un gasto millonario para un país como este. Y aunque el gobierno quedó atrás en este sentido, la realidad, una vez más, es compleja. En Baracoa tuve la oportunidad de hablar con una mujer que trabajaba en una empresa de telecomunicaciones cubana. Ella era de esas personas que se saben privilegiadas y que defiende a su país a toda costa. Bien, fue ella la que me dijo cómo el mapa de fibra óptica saltea a la isla, y cómo por alrededor pasan cables submarinos a los que durante años se impidió acceder debido al bloqueo. (La revolución se palpita, sí, pero también se palpita el bloqueo. De cualquier forma, los cubanos saben que los gringos no vuelven) Recientemente, Venezuela tendió un cable de fibra óptica que promete mejorar la situación. Luismi, otro amigo cubano, dijo que ya nota la diferencia. Ojala así sea. Está todo muy verde aún y falta ver cómo se desarrolla pero hay esperanzas.

Algo es seguro: en esta isla las cosas van tomando un nuevo color. Estando allá, el 14 de Enero, se aprobó una ley que permite viajar a cualquier ciudadano sin ninguna restricción. Si bien en los hechos no habrá grandes modificaciones, ya que podrá viajar aquel que tenga la plata y requerirá que el país deseado autorice al cubano-latino- a entrar, como nos sucede a nosotros, simbólicamente es un cambio importante. Esta medida, así como la apertura de Internet y el consentimiento a comprar y vender propiedades, entre otras reformas, demuestra que hay un deseo en escuchar las disidencias, que se quiere sostener el proceso revolucionario pero estando atentos al cambio, a la apertura. Hay compromiso y voluntad, brindo por ello

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