Los japoneses no empezaron a escribir sus historias sino hasta el siglo VII de nuestra era.[1] Por aquellos años, la emperatriz Genmei le encargó a un escuadrón de compiladores que buscaran cuanto relato oral existiera en las islas a fin de completar la empresa inconclusa que había dejado el emperador Tenmu al morir en 686. La compilación tomó forma de manuscrito en 712, cuando Ō no Yasumaro transcribió los hallazgos de sus colegas. Este manuscrito sería conocido como Kojiki (古事記, Crónicas de hechos antiguos)[2] y se convertiría en la crónica más antigua del archipiélago. Sonaron bombos y trompetas porque el texto implicaba que Japón[3] tenía ahora una historia, esto es un relato que legitimara al poder de turno.
Se cree que la compilación masiva de genealogías y anécdotas comenzó en realidad en el siglo VI, durante los reinos de los emperadores Keitai y Kinmei, pero como esta gente no invirtió un mango en “tecnologías de la palabra”,[4] que se jodan. El Kojiki habla, sí, de los esfuerzos por promover la compilación que habrían hecho el príncipe Shotoku y Soga no Umako a principios del siglo VII. Otros afirman que estos relatos mitológicos japoneses tienen como escenario a la región de Kyūshū, donde los dioses sintoístas eran venerados por agricultores de arroz. Pero esa gente no tenía plata para comer, menos para pagarle a poetas e historiadores para inmortalizar sus mitos, razón por la cual no merecen mención alguna en esta cronología de cronologías.[5]
No contentos con tener ahora un texto que encarnara tradiciones más o menos falsas, en 720 se encargó la escritura de un nuevo texto: el Nihon shoki (日本書紀, Las crónicas de Japón),[6] cuya edición fue supervisada por el príncipe Toneri. El Kojiki había sido escrito en caracteres chinos, a veces usando estos últimos no por su valor semántico sino para representar la fonética de la oralidad del archipiélago. Para el Nihon shoki, en cambio, se usaron caracteres chinos priorizando su significado a fin de que pudiera ser leído por los sabios al otro lado del mar. Esto lo convirtió en un clásico de los registros históricos.[7] El Kojiki, en cambio, recibió poca atención; no figura en el Shoku nihongi de 797, la segunda historia oficial que siguió al Nihon shoki, lo cual sugiere que ni siquiera se lo consideraba serio. No fue sino hasta que Motoori Norinaga completó, en 1798, sus cuarenta y cuatro monumentales tomos sobre el Kojiki, que éste se convirtió en un emblema del país.
En el siglo en que fueron escritos[8] y[9], el Kojiki y el Nihon shoki sirvieron para trazar una línea histórica que sustentara al poder de turno, esto es a la Casa Imperial. Hoy en día, si bien no existen pruebas arqueológicas de la existencia de emperadores anteriores al siglo VI, muchos siguen pensando que dicha descendencia data de más de 2600 años. Las líneas de sucesión de la monarquía británica y del imperio chino, por ejemplo, datan del siglo VI y 1500 a.C., pero a diferencia de la japonesa, están compuestas por distintas familias. Es por esto que se dice que la japonesa es la dinastía más antigua del mundo.
De acuerdo al Kojiki,[10], [11], [12] a los primeros kami, Amenominakanushi, Takamimusubi y Kamimusubi los siguieron siete generaciones de dioses y diosas,[13] entre cuyos séptimos estaban los incestuosos hermanos Izanagi[14] e Izanami.[15] Desde un puente flotando en los cielos agitaron una lanza llena de joyas dentro del océano primordial, creando así las islas que se convertirían en Japón. Después intentaron unir sus cuerpos (había que festejar sus logros), pero los otros kami se enojaron porque ella habló antes que él al momento de consumar. Tuvieron por esto un niño deforme, Hiruko, al que pusieron en una balsa y lo abandonaron para siempre (esto sucede en las tierras sin aborto legal, seguro y gratuito).[16] Después gestaron otros dioses hasta el turno de Kagutsuchi, el del fuego. Izanami murió incinerada en el parto, yendo así a Yomi, el inframundo. Como Orfeo, su hermano fue a la tierra de los muertos a buscarla, pero ella había comido no sé qué fruta rara y por esto no podía salir. En medio de las sombras, él decidió encender un fuego y ¡CHAN!, vio a su hermana toda cubierta de gusanos; asustado, volvió corriendo a la tierra de los vivos, la abandonó para siempre y selló el inframundo con una piedra para que ella no volviera más. Ella juró venganza y desde entonces mata a mil personas por día. Izanagi, en cambio, le dijo que habría de gestar mil quinientos seres por día (hermosa separación, ¿no?). Feliz y solito, Izanagi gesto a Amaterasu (la diosa del sol) de su ojo izquierdo, a Tsukuyomi (el dios de la luna) de su ojo derecho y Susano-o (el dios de la tormenta) de su nariz.
Este es el mito original, aunque existen miles de versiones. El Nihon Shoki estableció ya algunas diferencias con el Kojiki, eliminando el viaje al inframundo y haciendo que los tres dioses de sol, la luna y la tormenta fueran producto de un encuentro amoroso entre Izanagi e Izanami. Por otro lado, existen varias versiones del Kojiki. El manuscrito más antiguo es el Shinpukuji-bon[17] de 1371, que difiere considerablemente de aquellos de 1381, 1424 y 1426, en los cuales el mito original fue transformándose. También las traducciones se encargaron de versionar y alterar. Las primeras del Kojiki y del Nihon shoki, por ejemlo, a cargo de de Basil Hall Chamberlain en 1882 y de William G. Aston en 1896, tradujeron los pasajes indecentes no al inglés sino al latín, de modo que el público angloparlante solo recibió parte del relato original. Otro caso interesante de alteración se dio en los intentos deliberados de escritores recontra famosos y respetados como Kenzaburō Ōe[18], quien escribió una nueva versión del mito en su novela Dojidai gēmu (1979), donde se concentró, no en los dioses de los cielos o Amatsukami que descendieron del paraíso para crear y purificar al mundo, sino en los dioses de la tierra o Kunitsukami, esto es, en los desplazados, los marginados, los sin-voz. Típico de zurdo.
Hoy existen miles de traducciones, versiones y reformulaciones del mito, ya en formato escrito como de películas, manga, anime y videojuegos en 4D. Parafraseando a Borges, esto significa que podríamos estar leyendo una versión del mito y que no sabríamos con seguridad que lo es.
Lo que ha sobrevivido con relativa estabilidad a lo largo de tantos años es la creencia de que existe una sucesión, un progreso rectilíneo, un movimiento estable de la historia que no ha sido editado y reformulado cientos, miles de veces. Todas las naciones del mundo tienen estas construcciones lineales y en el caso de Japón ha sido la figura del Emperador. Este año, ante discursos políticos que vaticinaban una crisis económica, el país gastó casi 17 mil millones de yenes (más de 150 millones de dólares) en la ceremonia de coronación del nuevo emperador Naruhito[19]. Esto demuestra que hasta la supuesta decadencia económica de Japón es un mito.[20] Por otro lado, Naruhito y su esposa Masako solo tienen una hija, de modo que surgieron en Japón todo tipo de debates respecto a quién debería ser el siguiente en la línea de sucesión (la ley actual solo admite emperadores hombres). Una encuesta de NHK asegura que el 82% de la población acuerda en tener una emperatriz mujer[21], lo cual cuanto menos relativiza el mito de Japón-como-país-machista. La emperatriz Genmei estaría chocha. A estos mitos, se suman otros (que los ponjas[22] son todos devotos a la naturaleza, que laburan veinte horas por día, que no cogen; que Japón es un país enteramente constituido por una clase media, que toda su cortesía es auténtica, que hay interminables mitos sobre ellos, etcétera) haciendo de ese país llamado Japón, todavía hoy, una tierra de mitos[23] [24].
[1] Nota del Corrector: ‘Japón’ como tal no existía todavía, de modo que no debería hablarse de ‘japoneses’, sino de ‘wajin’ o de ‘raza de Yamato’, siguiendo el nombre que se le daba entonces al archipiélago.
[2] N. del C.: El nombre que se le daba en aquella época era en realidad Furukotobumi.
[3] N. del C.: Yamato.
[4] Ong, Walter (1982). Orality and Literacy: The Technologizing of the Word. London; New York: Methuen.
[5] N. del Ed.: Innecesaria ironía.
[6] N. del C.: El texto fue conocido también como Nihongi.
[7] N. del C.: Estos datos in adnot [N. del Editor: Está bien dentro del cuerpo del texto].
[8] N. del C.: “Compilados”.
[9] N. del Ed: “Transcriptos”.
[10] N. del A.: “De acuerdo a la última versión que llegó a nuestras manos”.
[11] N. del C.: “De acuerdo al sintoísmo”.
[12] N. del Ed.: “De acuerdo a la mitología japonesa”.
[13] N. del C.: “Diosxs” [N. del Ed.: No queremos polémicas que tengan que ver con la ideología de género].
[14] N. del C.: También conocido como Izanagi-no-Mikoto y Izanagi-no-Ōkami. Su nombre, registrado en el Kojiki como 伊邪那岐 y en el Nihon shoki como 伊弉諾, significa “el que invita” [N. del Ed.: Este dato es irrelevante para el lector].
[15] N. del C.: También conocida como Izanami-no-Mikoto, la diosa de la creación y la muerte. En el Kojiki y en el Nihon shoki, su figura como 伊弉冉尊 o 伊邪那美命 y significa “la que invita” [N. del Ed.: Ver comentario en nota anterior, de ahora en más me haré cargo de todas las correcciones].
[16] N. del Ed.: Ver comentario dentro de nota 12.
[17] N. del Ed..: err. typogr.
[18] N. del Ed.: Referirse a Wikipedia.
[19] En: https://www.nippon.com/es/japan-topics/c06107/ (Consultado 10/11/2019).
[20]En: https://www.nytimes.com/2012/01/08/opinion/sunday/the-true-story-of-japans-economic-success.html (Consultado 10/11/2019).
[21] En: https://www3.nhk.or.jp/news/html/20191021/k10012142641000.html (Consultado 10/11/2019).
[22] N. del Ed.: Denominación nacional solo válida para el territorio de Argentina y Río de la Plata.
[23] N. del Ed.: Todos los mitos modernos dependerán pura y exclusivamente de cuán favorable sea la imagen que se tenga del país en cuestión. El haber visto Los Caballeros del o Evangelion de preadolescente genera una proclividad a la mayor aceptación del país asiático. El hacer meditación zen, a volverse apolítico. El haber vivido en Japón, a reconocer el perfecto y siniestro mundo que ha creado esa gente.
[24]http://www.asahi.com/ajw/articles/AJ201911120073.html?fbclid=IwAR1XoaGxu4qsTYkEh9RY8DOFh3hYYBsdpZ2h5fUzd_mAduAV9MmXCrKpe3s