Los conceptos cambian en virtud de las circunstancias sociales que dan pie a las ideas que los forman. Considerar que no están sujetos a la variabilidad del tiempo y del espacio es un error que ni el naturalista más inocente se atrevería a cometer sin antes sonrojarse. El concepto de ciudadanía no puede ser el mismo de la Atenas del S. V. a.C. ni el de los sociólogos del S. XX. El mundo cambió. Las fronteras difusas que parcelan los países, las provincias y los municipios ponen en crisis cualquier seguridad, cualquier identidad territorial que tenga la pretensión de cristalizarse más allá de los manuales.
El caso Soldati desde el Derecho Descolonial – Andén 52
«Si el derecho es un instrumento de los débiles puede ser pensado desde ellos y para ellos, si en determinadas circunstancias y en determinados momentos históricos el derecho como fenómeno global es apropiado por los sectores poderosos que lo necesitan para reforzar su poder, que lo necesita para reforzar el poder que ya tienen y volverse inexpugnables, entonces esa es la más profunda distorsión del fenómeno normativo.» Alberto Binder.
Las Formas de la Extranjería – Editorial 51
Hace algunas semanas Ángela Merkel, canciller alemana, dijo algo que por su lugar en la distribución mundial del poder y por las asociaciones que despierta la historia de su país sonó a tenebrosos augurios para los migrantes del mundo “la sociedad multicultural ha fracasado completamente”. Eso no sólo da cuenta de un fantasma merodeado sobre las políticas actuales sino también de un problema con el que las sociedades no se acostumbran a lidiar: la cuestión de los extranjeros. Tema caro al ideario de las derechas reaccionarias, siempre vuelve a surgir con múltiples rostros cuando las crisis estallan. Es uno de los puntos de fuga hacia donde se dirigen las miradas de quienes no están dispuestos a reflexionar sobre las causas de sus propios errores. La incapacidad de las distintas sociedades por asimilar a los migrantes se encuentra basada en un dispositivo perverso, los necesita como mano de obra barata y a su vez como una entidad negativa desde la cual aglutinar todos esos difusos caracteres que constituyen “el ser nacional”.