Grabados en la memoria

Algún mes del año 1978. Ese año, había obtenido el «permiso» de ir solo hasta el colegio, tercer grado. De todas maneras, veinte años más tarde me iban a hacer la gran revelación: en los primeros meses, me seguían las tres cuadras que separaban mi casa del establecimiento, para saber si cruzaba bien la calle. Claro, hoy impensado para la cantidad de vehículos y temas de inseguridad. De ese año, tengo algunos recuerdos.

5 discos 5 para meter miedo en barrios súper chic – Andén 56

El mundo es básicamente un lugar inseguro. De eso, pues, se trata la vida una vez que nos expulsan del vientre, de estar a la intemperie, a merced de otros más fuertes o más inescrupulosos que uno mismo. Por eso, lo débiles fundamos una y otra vez la ley, para que esa inseguridad no nos impida hacer la digestión, criar hijos y tener sueños bonitos. Pero por lo general no funciona con esa sencillez. ¿Cómo se hace para que el fuerte cumpla con la ley? ¿Cómo se hace para que el débil no tome el ejemplo del fuerte y crea en esa palabra escrita que sin la voluntad de los hombres es pura tinta?

¿Tengo un plan? – Editorial 56

La máquina avanza lento, inconfundible. Las vías, a diferencia de los caminos, tienen pocas posibilidades, la incertidumbre es menor. La determinación, en ciertas ocasiones, demasiado arbitraria. El tren se detiene en un andén donde muchas opiniones confluyen, chocan, se debaten, se quiebran y se rearticulan. Definitivamente, no es el ANDÉN de la seguridad.

Sobre viejos y cambios – Editorial 50

En tiempos arcanos, la presencia del viejo en una comunidad representaba la voz de la sabiduría y del pasado. A través de él, la tradición era comunicada y los antepasados se unían con los presentes por un vínculo perenne y dinámico. Eran el testimonio de tiempos lejanos, de una sabiduría que había llevado a la comunidad a ser lo que era. Y esa sabiduría solía ser efectiva y por eso respetada, por su operatividad ante los cambios que era capaz de ver una vida humana. El horizonte de variabilidad de la vida social era pequeño, limitado. La vida de abuelos, padres e hijos no distaba mucho entre sí. Otras son las experiencias de nuestras sociedades y comunidades. Nuestros abuelos y padres han visto tantos cambios a su alrededor que el mundo que habitan nada tiene en común con aquel en el que nacieron. Aquellos que tardaron meses en migrar del viejo mundo a este tardan horas en hacer el camino de regreso. Los parientes que se perdían a causa de la lejanía hoy están a un llamado de distancia. Aún viven algunos que vivieron en un mundo sin genocidios ni el terror nuclear sobre sus cabezas.