El tiempo libre es una bendición que se les pide a los dioses y se desea como pocas cosas en la vida. Nadie lo tiene de sobra. Nadie cree que no lo merezca. Estar panza arriba sin hacer nada, sin que las agujas del reloj nos zumben el poto; con la certeza de que no habrá castigo alguno si uno amanece sin la certeza de estar condenado a una muerte lenta de colectivos, subtes y corbatas. Tiempo para regalarle a la fantasía desbocada, a la creatividad, a la reflexión que se sucede de hora en hora, de copa en copa sin apuros. No hay nada más lindo que mentirse que durará, que será ininterrumpidamente. Pero es mentira. Porque en el tiempo libre reverberan los ecos de lo no dicho y de lo que tan bien ocultamos en el ajetreo de la cotidianeidad.
Esa encantadora tregua de mentira – Editorial 54
La idea de “vacaciones” es eminentemente moderna. No fue sino hasta bien entrado el siglo XX que comenzó a pensarse que el trabajador merecía un descanso anual. Lo que hoy llamamos vacaciones era solo una atribución que las clases dominantes se arrogaban porque podían hacerlo, porque podían delegar sus asuntos sin merma de su patrimonio y de su estilo de vida. Se las tomaban cuando querían, cuando necesitaban un descanso o un viaje. La literatura está llena de ejemplos de gente a la que sus médicos le recomendaba un “cambio de aires” en balnearios, en la montaña o en casas de campo. Cosa impensable para los obreros de la revolución industrial que miraban con añoranza los tiempos en que las estaciones determinaban sus temporadas de descanso y de trabajo.
Yo no soy Punta de Este – Andén 54
Yo no soy Punta del Este. Yo no soy Breda, ni Belén, ni París, ni Toronto. Tampoco soy Florencia, Washington o Saint-Tropez y mucho menos Caracas, Atenas o Boston. Soy una ciudad más que pobre, paupérrima, pobrísima.
El hecho – Andén 54
A Sergio le gustaba nadar todas las tardes. Estaba terminando el colegio secundario y le preocupaba su figura. Era muy flaco y pensaba que la natación lo ayudaría a ensanchar su espalda. Fantaseaba con que esto probablemente favorecería el vínculo con las mujeres, ya que en esa época era en lo único que pensaba.
La Cumbrecita – un pueblo de tiempo liberado – Andén 54
En las sierras cordobesas se alza este pueblo de un increíble atractivo visual, que sin embargo posee más riquezas solo perceptibles cuando el tiempo deja de apremiar y entonces se despiertan otros sentidos adormecidos. Esos tesoros, que aquí compartimos, atraparon a nuestro amigo y vecino Mauro Godoy –y a varios de sus amigos.
Uruguay Natural
Periódico Andén estuvo presente este verano por las costas uruguayas, más precisamente en el Departamento de Rocha, que abarca las playas de Punta del Diablo, Cabo Polonio, Valizas, La Pedrera y La Paloma.
Cuando no todo viaje es placentero – Andén 54
El viaje es la gran excusa narrativa para contar una historia que trascienda el hecho del viaje en sí mismo. Viajar no es sólo moverse y cambiar de escenario sino que es “pasar” el tiempo, desplazarse por él y lo que él, a través de sus circunstancias, oculta y depara.
5 discos 5 para empezar el año y pasar el verano a toda castaña – Andén 28
Algo comienza, artificial sí, pero comienza. Frente a la página en blanco de un nuevo año, frente a una tabula rasa de esperanzas nos encontramos en los albores del quién sabe, del quizás, de los buenos deseos bajo las hojas de muérdago del calendario. Las vacaciones laborales, estudiantiles, ayudan a eso. Desde la playa socialista centroamericana, a la playa medio pelo del asfalto, desde la invernal Europa hasta la sofocante villa de emergencia hay quienes aguardan y trabajan para que la buena fortuna de dioses esquizoides alumbren y dicten los pasos del camino.