Las danzas de corte florecen en lo que hoy se conoce como Italia. En ese entonces no era un territorio unificado, y en sus distintas cortes, los príncipes, con el propósito de aumentar su prestigio e impresionar a sus vecinos, alentaron el arte y la enseñanza en la corte. En efecto, surgen los primeros maestros de danza, entre ellos Domenico di Piacenza. La palabra “ballet” es de origen italiano y deriva del verbo ballare, que quiere decir bailar.

En Francia la popularidad del ballet fue una consecuencia directa del interés francés por la cultura italiana.

El 15 de octubre de 1581, el italiano Baldassarino de Belgiojoso, más conocido como Beaujoyeulx, presentó el Ballet Comique de la Reine, a pedido de la reina Catalina de Médicis, en el contexto de la boda de Margarita de Lorena con el duque Anne de Joyeuse en París. Margarita era hermana de Luisa de Lorena quien estaba casada con Enrique III —rey de Francia de 1574 a 1589— hijo de la reina Catalina de Médicis y el rey Enrique II. Como iba diciendo, antes del embrollo de parentescos, Beaujoyeulx era servidor de Catalina y vehemente entendedor de música y maestro de baile.

Su producción fue puesta en escena en la “Salle Bourbon” del Palacio de Louvere y fue el más importante espectáculo coreográfico de larga duración realizado hasta entonces. Beaujoyeulx fue un gran renovador del género pero no su generador, pues, como ya señalamos, en Europa siempre se bailó.

Como su título lo indica fue compuesto para la reina Luisa de Francia, no obstante no era un ballet puro, pues contaba con canciones y recitados. La palabra comique, en este caso, no está usada en su acepción de ‘cómico’, puesto que el espectáculo no era humorístico, sino como derivado de la palabra francesa comédie con la que se designa a las obras teatrales.

En su trama se narran las hazañas de la hechicera Cirse para convertirse en la reina de las estaciones, que finalmente es vencida por los dioses griegos, de los cuales Palas Atenea se destaca al rendir tributo a una reina más grande aún: la reina de Francia.

A diferencia de la disposición espacial que debe darse en un ballet, en el sentido moderno de la palabra, en la representación de esta pieza no había escenario alguno: la función se desarrolló sobre el piso, el público se ubicó en tres de las galerías del recinto y la familia real en un estrado en el fondo del salón.

El Ballet Comique tuvo muy buena repercusión y crítica por lo que la reina Catalina de Médicis dio orden de enviar informes ilustrados por toda Europa.

En 1588 Thoinot Arbeau publicó un manual titulado Orchésographie, en el que se mezcla información sobre el arte de la danza y los modales de etiqueta y elegancia; pues ya para estos años se esperaba más de los maestros de baile en sus funciones cortesanas. Este texto es la principal fuente de información sobre la danza renacentista que se conserva. Es en la época de Arbeau en la que se consideraban a la danza, la equitación y la esgrima como asuntos propios de los caballeros

Las primeras décadas del Barraco –siglo XVII- trajeron a cuestas uno de los cambios más significativos y progresistas del ballet: pasó de los salones de la corte a los escenarios teatrales, a partir de lo cual el público comienza a tener una perspectiva frontal de los bailarines; digamos… comienzan a estilarse los teatros como los conocemos hoy día. Este sustancial cambio conllevó otras alteraciones, no de menor importancia: los coreógrafos pudieron destacar las figuras humanas tanto en forma individual como en los grupos conjuntos, se pudieron crear posiciones fijas, marcadas que iban a poder ser apreciadas por todos al mismo tiempo, y, entonces, como es casi menester suponer,  esto contribuyó a una más rápida profesionalización de la danza. Asimismo, cabe destacar que esto produjo una exigencia cada vez mayor en los bailarines y una consecuente marcada división entre el que contempla y el que baila.

Bajo el reinado de Luis XIV, de 1643 a 1715, el ballet de la corte francesa alcanzó su apogeo, pues este rey se identificó copiosamente con este arte. Pero este tema… para la próxima entrega.

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