200 años han transcurrido desde que un grupo de comerciantes y abogados criollos, motivados por la caída del monarca español, decidieran desplazar a su representante en estas tierras y tomar el poder por ellos mismos, conformando así el primer gobierno local legítimo.

De esta manera la autoridad político-económica pasó de manos españolas a una minoría local privilegiada, al frente de sectores privilegiados, que a pesar de su cualidad de «criollos», siempre se mantuvieron leales a las grandes potencias imperialistas de turno. Tal es así, que el concepto de «Argentina» en sí, nunca estuvo basado en aquello perteneciente a estas tierras sino en los ideales europeos modernos de «civilización».
¿De qué otra manera se explica sino, el exterminio de gauchos y aborígenes durante el siglo XVIII, y la llegada en masa de inmigrantes europeos durante el siglo XIX? (Tómese un minuto, querido lector, para dilucidar una respuesta propia.)
Este planteo nos lleva inevitablemente a repensar los eventos y pensamientos que acaecen en este preciso momento histórico: ¿qué es lo que estamos festejando entonces? ¿200 años de proyectos «europeístas» de homogeneización y exclusión?
Quizá sea hora de replantearse el pasado y buscar la verdadera identidad argentina, y muchos estarían de acuerdo con tal empresa. No es mi caso, y es justamente esa imposibilidad de una identidad «argentina» lo que justifica tanto mi postura como el motivo disparador de esta nota. Nunca hubo una identidad argentina, ni la habrá, ni debería haberla, y mucho menos en un lugar culturalmente diverso como éste. No importa lo que digan los políticos, que necesitan soldados «argentinos» para solventar sus propias guerras, y pagadores de impuestos para solventar sus propias deudas. No existe tal cosa como la identidad argentina, ni debería existir.
Por último, y a modo de cierre, me gustaría recordarle a todos aquellos que hablan del «orgullo de ser argentino», que si van a sentirse orgullosos de algo, háganlo por cosas que lograron ustedes mismos, no porque nacieron en un determinado lugar.

Gracias

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