El “Programa Conectar Igualdad” que ha impulsado este año el gobierno nacional, en el marco del “Plan Inclusión Digital Educativa en el Bicentenario Argentino”, tiene como fin democratizar el acceso a las tecnologías en las escuelas y supone que la inclusión de netbooks[1] se presente socialmente con una fuerte intencionalidad pedagógica que, sin perder de vista la experiencia acumulada en lo relativo a la inclusión de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) que ya se viene desarrollando desde hace algunos años, tome en cuenta las dificultades observadas y las incluya sin desconocer las tecnologías ya empleadas.

Si bien el programa y su ejecución conllevan altísimos y complejos riesgos (a la altura del impacto que se intenta alcanzar) aquí no cuestionaremos los aspectos políticos (y partidarios) que seguramente hacen de telón de obra, tampoco las maravillosas ventajas que pudieran enorgullecer al gobierno, ni las infaltables falencias que pudiera anticipar la oposición, sino simplemente desde un lugar poco fanático en el que nos encontramos muchos -y no por eso menos político o comprometido-, se proponen algunas líneas de reflexión sobre la cuestión cultural y pedagógica que subyace especialmente en el sistema de formación docente antes los nuevos cambios.

A esta altura del partido nadie puede dudar de que el tan pregonado aprendizaje significativo[2] pueda alcanzarse si las nuevas tecnologías quedan al margen del aula. La escuela ya no puede negar ni combatir la existencia de la televisión, el cine, internet, los videojuegos, las comunidades sociales, las webcams, las cámaras digitales, los celulares, “las pantallas”. Son hechos culturales que están aquí y forman parte de nuestra vida cotidiana. La construcción de las identidades sociales, políticas y culturales no puede concebirse al margen de estas condiciones. Del mismo modo,  la alfabetización digital y multimedia se convirtió ineludiblemente en una cuestión prioritaria en la agenda de toda institución educativa que pretenda diseñar un currículum incluyente, humanista y liberador. “Conectar Igualdad” ya está en marcha, pero sin embargo, nada de esto será posible sin la guía y mediación del docente.

Dichosamente, el programa contempla capacitaciones para aquellos docentes que se deben enfrentar a los nuevos desafíos. Además de talleres presenciales, hay múltiples cursos virtuales en el sitio http://www.educ.ar y en el portal Inclusión Digital Educativa http://inclusiondigital.gov.ar, que intentan cubrir múltiples frentes (muy “al estilo de los tiempos que corren”, valga la redundancia de la expresión). Aún más, en coherencia con los fundamentos del Plan, esta incorporación de netbooks se hará extensiva al mismo sistema formador nacional, coordinado por el Instituto Nacional de Formación Docente (INFD) dependiente del Ministerio de Educación de la Nación y articuladamente con las Direcciones de Educación Superior de cada provincia del país que irán acompañando técnica y pedagógicamente.

Una gran pregunta disparadora para el análisis podría ser: ¿cómo capacitarnos en el uso pedagógico y didáctico de estas nuevas plataformas cuando muchas de las instituciones del sistema formador han quedado tan desamparadas por años, casi devastadas con las reformas neoliberales de los noventa y hoy de algún modo casi “quedadas en el tiempo”? Estamos hablando de una brecha cultural e institucional fuertemente arraigada, que no necesariamente se corresponde con voluntades o esfuerzos individuales de algunos docentes o directivos que hacen lo imposible por “ponerse al día” e “insertarse” (cuando no, con ayuda de sus propios hijos o nietos). Los docentes estamos insertos en un sistema de profesorado poco alfabetizado digitalmente y es en esa fisura donde debemos poner nuestros mayores esfuerzos.

Podemos apoyarnos en la famosa clasificación propuesta por Umberto Eco de “apocalípticos” e “integrados”. Encontramos instituciones con docentes mayoritariamente apocalípticos (por suerte cada vez menos) que ven en la incorporación de los nuevos soportes sólo efectos manipuladores, engañosos, y hasta la presentan como una pérdida de tiempo. Se piensa en cierta degradación de la cultura en el marco de la sociedad de masas; como ejemplo clásico podemos mencionar el libro Homo Videns de Giovanni Sartori donde el hombre-video se convertía de algún modo en un atrofiado cultural, un ser “no pensante”. Por otro lado, están aquellas con docentes integrados que las suponen sin más, liberadoras, plurales, beneficiosas, democráticas. Ven toda incorporación tecnológica como algo positivo, desde una mirada inocente e ingenua, parecen hasta desconocer las posibilidades de poder que conllevan. Podríamos realizar una analogía con las teorías sociopolíticas de la educación, donde existe por un lado una perspectiva que comprende al sujeto como un actor pasivo a quien la educación constituye como un mero reproductor de las relaciones sociales de poder hegemónicas, y otra casi opuesta, que entiende al sujeto como un actor activo que se educa en una escuela que le brinda las mejores herramientas para ser más libre.

¿Por qué no alejarnos de estas dicotomías y sin temores recorrer caminos más complejos? Si bien esta claro que detrás de estos soportes tecnológicos existen disputas ideológicas y políticas por el sentido que transmiten (imbricadas en una heterogénea red de poder), los usuarios de las TIC no somos meros actores pasivos, siempre manipulados, ni tampoco totalmente libres con acciones que implican resultados neutrales. En el mismo sentido, como dice Henry Giroux, la teoría humanizadora del pedagogo Paulo Freire logra integrar la teoría de la crítica con la teoría de la posibilidad; considerando que tanto docentes como alumnos somos actores que sin desconocer las arbitrariedades del contexto y los factores de poder que conllevan los procesos educativos, entendemos que la red microfísica de poder tiene fisuras y que al permitir el pensamiento crítico,  la autonomía y el cambio son posibles.

La incorporación de las netbooks en las escuelas y en los Institutos Superiores de Formación Docente parece ser un hecho. No debemos ver a estos nuevos recursos como una amenaza o con temor, sino como la posibilidad del cambio que tanto anhelamos. Como docentes progresistas, no deberíamos olvidar que la tarea pedagógica por excelencia debe ser el desarrollo de la imaginación y si hay algo que se pone en juego con las TIC es el aspecto emocional, lo que el antropólogo hindú Arjun Appadurai llama “comunidad de sentimiento”. Con la Era digital y multimedia se movilizan estructuras diversas, se generan procesos donde intervienen aspectos racionales, sensitivos, perceptuales, corporales, pasionales, emocionales; hasta y sobre todo aspectos de disfrute y placer. Esa es la razón por la cual los niños y jóvenes se ven mucho más atraídos e interesados cuando el aprendizaje se hace mediante recursos que les son conocidos y placenteros. La escuela es el lugar privilegiado para que esto ocurra, para que palabras, imágenes y sonidos confluyan en la producción de sentidos y en la posibilidad de imaginar otros mundos posibles.

¿Sabemos exactamente en dónde nos encontramos los docentes del sistema de formación en este nuevo escenario que nos posiciona como actores activos de los nuevos desafíos? No queda muy claro. Hace falta un buen diagnóstico, que no podremos tardar en realizar. Pero que con seguridad será un trabajo conjunto, de autoridades, instituciones y cada uno de nosotros – docentes y alumnos –. Primero, tendremos que ocuparnos de los aspectos técnicos más urgentes, como la instalación y conectividad, cuando las EXO portátiles indefectiblemente vayan llegando, y luego de las dimensiones pedagógicas y didácticas. Para esto se necesitará del acompañamiento de los equipos técnicos y pedagógicos constituidos a tal efecto, pero deberá realizarse paso a paso, entre todos y con un guiño de esperanza, porque si sabemos aprovechar la oportunidad que tenemos y somos inteligentes en sortear las dificultades y problemas que seguramente surgirán, podremos ser los protagonistas de una verdadera revolución cultural, por la que venimos pregonando seguramente desde el día en que decidimos ser docentes y comprometernos con lo público■


[1] Computadoras portátiles más simples y baratas que las notebooks.

[2] Es un concepto del psicólogo cognitivo David Ausubel según el cual para aprender un concepto, tiene que haber inicialmente una cantidad básica de información acerca de él, que actúa como material de fondo para la nueva información.

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