No hay dictaduras sin sociedades que las sostengan. Porque las dictaduras son hijas del miedo. De pronto, muchas personas consideran que la restricción o la pérdida de una serie de derechos es un mal menor en pos de un bien mayor y en un abrir y cerrar de ojos se encarcela a los opositores y pasan cuarenta años. Y todo lo bueno que pueda surgir en ese tiempo se va derechito hacia la cloaca ¿Por qué? Porque no se puede aprender a ser libre con el retrato del mismo tipo junto al pizarrón durante mucho tiempo. ¿Hay dictaduras buenas y dictaduras malas? ¿Hay dictaduras democráticas y dictaduras que no lo son? ¿Basta con que haya elecciones para que no podamos hablar de una? Hay muchas preguntas y sospechas sobre la gente que se atornilla a su sillón y se queda remontando el barrilete del poder.
Sólo podemos estar seguros de una cosa: si un tipo o un partido se queda más de diez años en el poder (por tirar una cifra generosa), por más buenas que sean sus intensiones y discursos, tarde o temprano querrá decirnos lo que está bien y lo que está mal, en qué conviene creer, a quién conviene votar o a quién conviene aborrecer y eso es lo mismo que ponernos un caño frío en la sien, sólo que en cómodas cuotas. Ninguna dictadura es eterna y ninguna sociedad lo suficientemente despierta como para no desear una alguna vez. Por eso 5 discos 5 pa’ espabilar las neuronas porque ni las dictaduras del mercado ni las del proletariado conducen a otro lugar que no sea la casa del gran hermano, es decir, hacia la estupidez misma.
Libertinaje – 1998 – Bersuit vergarabat. “¿Si esto no es una dictadura, qué es?” Se preguntaba esta banda a fines de los ´90, cuando eran el sountrack que musicalizaba la decadencia opresora del menemato. Ninguna otra agrupación ayudó más a corroer los cimientos institucionales de un gobierno atroz compuesto por muchos de los que hoy lo apedrean. Claro que, para esto, utilizó una canción, “señor cobranza”, que era de otro grupo aún más extremo en sus consignas: Las Manos de Filippi. Luego de algunos discos oscuros y poco accesibles -acaso por sus letras, acaso por la mezcla de sonidos que aunaban rock, cumbia y sonidos latinos aptos para toda fiesta- la Bersuit fue, en su momento, la gran banda que había que escuchar para estar en las trincheras.
Los violadores – 1983 – Violadores. Las dictaduras exigen de los artistas cierto uso metafórico de su arte para poder sobrevivir. Cuando el discurso comienza a volverse explícito comienza a vislumbrarse el fin de una etapa. Esa etapa en la Argentina dio como resultado a los violadores y a este, su primer disco. Por primera vez un grupo de rock (la primera banda punk) habló explícitamente de la represión, de la censura, de la desocupación y de la violencia como elementos constitutivos de la realidad nacional de aquel entonces. A los gritos, a puro riff, burlándose y denunciando aquella moral pacata que se escandalizaba de sus insultos pero no de las desapariciones, este puñado de canciones es el más desolador testimonio de la furia de una época. Ideal para estudiar la historia.
Antidiótico – 2007 – Orishas. No es muy complicado de entender: si no se tiene derecho de afiliarse al partido opositor y manifestarse en desacuerdo con el gobierno, se vive en una dictadura, por más elecciones, por más hospitales y por más escuelas que haya. Sin libertad para manifestarse, todo lo bueno se vuelve nada. En Cuba pasa eso. Tenían un paraíso y se les fue de las manos. Quizás por eso a los integrantes de este grupo, que residen en Europa, se les sugirió amablemente que en sus conciertos en la isla “fuesen conscientes de sus letras”. En esa ¿tragedia? personal se parió un disco de profunda conciencia social como este, comprometido, novedoso, opuesto a todo abuso. Latinoamericano, francés y electrónico. Genial.
Versiones – 2010 – Las Pastillas del abuelo. Existe una dictadura peor que las que pueblan el mundo real y es la de la culpa. No hay régimen más sanguinario y cruel que la que nos imponemos a nosotros mismos al vivir de recuerdos, enumerando una y otra vez lo perdido y lo dolido. Disco acústico grabado en los estudios del programa radial ¿Cuál es?, La banda más convocante de los últimos tiempos demostró una exquisita sutileza para versionarse a sí mismos y dejar al descubierto la estructura fundamental de su poética: una tristeza culposa que se difumina en la cultura rock pero que se cristaliza en los propios sueños perdidos. Un disco lleno de guiños a los fans, que seduce a los extraños y los consagra como únicos y mejores sobrevivientes de lo que alguna vez fue llamado “rock chabón”. Para combatir la dictadura del ego.
Aromas de liberación – 2009 – Señor Tenga. No hay dictadura que ingrese en el interior de una persona si no se le abre la puerta, como ocurre con los vampiros. Aquel que es libre, lo es siempre, con o sin cadenas a su alrededor. El reggae apunta a ese lado, a una forma de libertad que excede al mundo exterior. Optimistas, esperanzados, con un mensaje de liberación personal pero con un mensaje político algo difuso, Señor Tenga, banda en un afortunado ascenso en la escena, presenta un disco ajustado, que repasa todos los tópicos del género con solvencia en letras y melodías. Un disco muy cuidado, construido en función de los pequeños detalles sonoros como en “fuerza”, “fuera del sistema” o “reggaevolución” donde se ubican cerca del reggae más amable del tipo de Los Pericos circa Mystic Love. Un buen hallazgo para pelearla.