Ahora es buena onda militar, cool, copado, supercalifragilisticoespialidoso. Pero no siempre fue así. Hasta no hace tanto, muchos de los que hoy militan celebraban la muerte de las ideologías. Hubo militantes de fuste como Casildo Herrera; pero no debemos olvidar que también José Luis Manzano y Coti Nosiglia eran militantes. También se milita en el Pro, en el partido Obrero, en el ridículo partiducho de Biondini. Por eso militar no es un valor. Levantar banderas de colores diversos no es un valor. El valor, como piedra de toque de una ética de vida, debe demostrarse todos los días, sostenerlo en actos y en años. No claudicando. No sumándose a la pasión de los recién conversos que un día se levantan y creen -como Agustín de Hipona- que el reino de los cielos está a la vuelta de la esquina y el código postal se lo ponen ellos.

Militar, lo que se dice militar, tiene mucho de fe, de ejercicio de obediencia y disciplina. Y para muchos eso es integrador ya que la militancia genera vínculos, amistades, brinda sexo, un lugar de pertenencia, un rol dentro de la formación hoplita. También tiene mucho de componente masificador, todos bajo un mismo paraguas porque el líder nos ama, nos quiere ahí cerquita, cantando, contándole a la historia el relato de la gloria que se proyecta hacia atrás y hacia adelante y traza una línea entre ellos y nosotros. Por eso a mí, militar, lo que se dice militar, me parece una cagada porque sólo creo en lo que veo y soy miope, no me integro, sólo obedezco a mi mamá y de disciplina ando flojo de papeles, y por todo eso 5 discos 5 para gente que milita pero bien militado, con la certidumbre de que la verdad más verdadera no siempre es la uno.


 

 

Platinum collection – 2009 – Laura Pausini. Si hay alguien que ha sido consecuente y ha militado toda su carrera en lo cursi y el mal gusto ha sido esta cantante italiana. Su pop romántico, apto para cualquier FM, no ha perdido nunca la solidez de los lugares comunes y de los clichés. Su poderosa voz de adolescente ha sido siempre tan efectiva que en su país natal, parte de Europa y América latina es considerada una estrella de primer orden. Rodeada de los más solventes productores ha conmovido por casi veinte años el imaginario juvenil con canciones grandilocuentes y por eso grandiosas. Este compilado triple da cuenta de todo eso y bastan ejemplos como Ascolta Il Tuo Cuore, La Mia Risposta, y la bellísima Non Me Lo So Spiegare con el curioso teletubie de Tiziano Ferro.

 

 

Dread Beat An’ Blood – 1978 – Linton Kwesi Johnson. Si bien es casi desconocido para las grandes masas Linton Kwesi Johnson, es quizás uno de los poetas más originales y militantes del movimiento dub. Subgénero derivado del reggae, el dub permite un clima más introspectivo y denso gracias a la preeminencia de líneas graves de bajo. Si a esto se le agrega una poesía de trinchera que reclama libertades civiles y convoca a una reflexión sobre la condición humana lo que se obtiene es una obra convulsionada, por momentos violenta y conflictiva que interpelaba a la sociedad británica de aquel entonces pero que aún tiene mucho para decir de la actual. Un disco antipolicial, tira piedras, muy lejano del estereotipo del “paz y amor” con el que se asocia ese tipo de sonido. Militante como los de antes y necesario como lo es ahora.

 

 Ni más ni menos – 2008 – Ariel Ardit. Sólo alguien que milite en el tango con alma y vida puede, ya entrado el siglo XXI, retomar el viejo cancionero de Buenos Aires y reinterpretarlo con aires renovadores sin hacerle perder su esencia. Ardit, una de las voces más celebradas del género, le ha puesto el cuerpo desde hace años sin caer en la tentación de agiornarlo con la pirotecnia no siempre acertada de la electrónica. Poseedor de una voz que recuerda al estilo claro y llano de Ángel Vargas, brilló junto a la orquesta El Arranque y, en su segunda producción con orquesta propia, presentó un exquisito catálogo de militancia tanguera de salón. Se destacan sus bellísimas y emotivas versiones de “La abandoné y no sabía” del mitológico José Canet y “El clavelito” de Yiso y Cabral.

 

 ¡Cavernicola! – 2005 – Los Peyotes. Solo un militante sabe cuán bizarro puede volverse el universo ideológico por el que se mueve. Solo un puñado de militantes de la deformidad puede ir tan adelante yendo tan hacia atrás. Nunca un sonido limpio, nunca un sonido claro: suciedad, voces rasposas, gritos espantosos como fondo de guitarras y baterías desesperadas. Un sonido garage circa los ´60, con coqueteos al surf, con una estética que recuerda a los Drugos de Anthony Burguess y a los más modernos The hives. En suma, una psicodelia sónica que remite a una época del mundo en donde dar la vida por Perón iba por carriles paralelos al lcd, aunque no se cruzaran. O sí, pero no lo sabían y daban la vida por una boludez. En suma, un disco para militar el rock en sus orígenes pero desde el hoy, como debe ser.

 

Obsesionario – 2010 – Tan Bionica. No puede ser sano militar en la tristeza. La nostalgia, la angustia, la desilusión, la obsesión que enrula en rulo de lo que nos jode es una militancia insana que va del yo al yo con una miríada de paradas inútiles en el medio. El disco consagratorio de esta banda es eso: una militancia en la oscuridad con un pop/rock de música de fondo. Minuciosamente adictivo, taxonómicamente atento a los detalles de un sonido encastrado en una poesía febril. Apto para todo aquel que haya sufrido, el coqueteo del rock y la electrónica por momentos invita a esa práctica olvidada de escuchar una y otra vez el disco entero como si todas sus canciones fueran una forma distinta de evocar el mismo sentimiento de desolación. El disco del año. Ya está, lo dije, y no me da vergüenza que sea del año pasado.


 

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