Sentarse ante un texto en otra lengua. La primera posición es la del lector: “[quien] llega al término de su viaje cuando ha captado el contenido del texto”[1]. Pero bien, esto se vuelve un camino dificultoso cuando se hace referencia a una lengua con la que existe una notable distancia.
No estoy tan seguro de cómo comenzar, si he de explicar mi relación personal con el esloveno. Al enfrentarme ante el desafío de una lengua que no es transparente y de la que no resulta fácil recuperar el contexto desde el que surgen dichas ideas, se plantea un trabajo extra. Si se lee desde la figura del traductor[2], se sobrepasa la instancia de la lectura y se busca llegar más allá, a la formación de un texto equivalente en la lengua terminal desde la lengua eslovena original. En mi caso, me planteé hace ya unos cuantos meses una traducción del poeta Srečko Kosovel (1904-1926) al español, con modismos rioplatenses que permitan un mejor acercamiento.
La decisión de llevar a cabo el proyecto rondó por mi cabeza un buen tiempo. Para empezar, existe una edición en castellano del autor[3], pero se encuentra llena de giros españoles que no vuelven amena su lectura en nuestra región. Al enfrentarme a la obra del joven poeta esloveno e informarme sobre su vida, consideré que una traducción que le diera a su voz una tonalidad rioplatense iba a permitir acercarnos a una figura realmente rica de la poesía europea. De esta manera, se podría despertar un interés por las letras eslovenas en nuestro país[4], así como lograr una mayor difusión de ellas.
Para comprender aspectos de la obra, hay que recuperar ante todo la situación que se desarrolla en el territorio donde vive el poeta en ese momento. En principio, pensar en el cambio sumamente importante en la región de los Balcanes, ya que con el fin de la Primera Guerra Mundial, se conforma el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, idea que se venía gestando desde la última década del siglo anterior por todos aquellos nacionalistas que promovían una entidad autónoma de los eslavos del sur. Sin embargo, esta nueva unidad política no es aceptada completamente por todos. Srečko Kosovel, abiertamente opositor al fascismo italiano, de tendencias cercanas a la izquierda y a la búsqueda de un humanismo ecuménico que desemboque en un hombre nuevo, también se enfrenta ante la política de una “Gran Serbia” que flota en el nuevo entorno social.
Por dichos motivos, afrontar la traducción trasciende el mero hecho de traducir. Ha de pensarse de la mano de un trabajo crítico, donde podamos ver cuestiones del aspecto estructural e ideológico del autor. Por esto, junto a la selección de los poemas (tanto en la lengua original como en español) se adjunta una breve biografía y el análisis antes nombrado, así como notas útiles para recuperar elementos históricos y contextuales.
Ahora bien, ¿Por qué un trabajo de esta envergadura? ¿Y cuál es el motivo por el que se eligió a Srečko Kosovel por sobre otros autores? Porque justamente, este joven poeta, de una vida muy corta, marcó la renovación de las letras en su país. A pesar de que se puedan dar nombres como Ivan Cankar o lógicamente Frances Prešeren, la figura de Kosovel nos lleva a pensar en una “modernización” de la poética de la región. Él es un resultado del hombre nuevo, del tan nombrado “hombre de avant-garde” que forman las vanguardias de Europa. Sin ahondar en datos biográficos, vemos el arte como un punto central en la vida de cada individuo. Dada su ligazón con la revista Zenit –de ahí viene el zenitismo, movimiento muy importante entre la juventud intelectual de los Balcanes–, podemos ver cómo este medio representó una brújula intelectual para los jóvenes del momento, y cómo se impulsaban desde esa redacción ideas que proponían: “Un nuevo arte, que no sea por más tiempo un arte elitista de museos y decadentes cafés, sino que sea basado en <<las nuevas fundaciones del constructivismo>>, lo que regeneraría y balcanizaría Europa”, parafraseando al crítico esloveno Janez Vrečko.[5]
De esta manera, comprendemos la magnitud de la figura de Kosovel, pero la duda sobre la calidad de una traducción persiste. Tal vez eso sea un problema común a cualquier trabajo de este tipo, pero aquí nos encontramos ante determinadas complicaciones extra. A nivel de comprensión de texto, soy un lector medio de la lengua eslovena. Con los conocimientos de gramática y la ayuda de un diccionario, comprendo la mayor parte del texto.[6] Pero en el período en que fue escrito, algunos vocablos estaban mucho más amalgamados con las otras lenguas que existían en la región –serbocroata, búlgaro, macedonio y esloveno, e incluso otras que llegan de zonas limítrofes y ejercen gran influencia como el alemán, el rumano y el italiano–. Eso hizo que haya léxico ajeno a la lengua eslovena, especialmente préstamos del idioma serbo-croata. Indirectamente, y dada la similitud entre las raíces de las palabras con esta lengua, se llegó a los significados. Este es el constante marco que uno debe recuperar para traducir autores de la zona que no sean contemporáneos.
Más allá de estas cuestiones, también hay otra que uno debe tener en cuenta. Mi primera lectura del poeta esloveno fue por la edición de Bassarai. Cuando llegué al poema Rime,[7] me dejé llevar por un verso: “que el poema sea el crujir del dolor”. Cuando comencé con mi trabajo, recordaba dicha frase, y al leer el original esa expresión no estaba. En la lengua original, nos encontramos con “pesem bodi trenje bolesti”, es decir: “que el poema sea la fricción que duela”. La diferencia es sustancial en muchos aspectos. La idea de fricción es un reflejo de las corrientes que influenciaron a Kosovel, es un término emparentado a la jerga futurista. La idea de fricción conlleva un roce, un contacto. Muestra mayor cercanía, la necesidad de tocar, mientras que crujido queda en la instancia de lo auditivo. A su vez, se emplea el verbo “boliti”, doler. El hecho de que refiera a una acción y no al sustantivo es una variación que cambia el significado de lo demás. Porque eso es el poema en Kosovel, es el acto, es la forma para establecer una relación con sus lectores y conminarlos a actuar frente a las clases dominantes. Su discurso es el ámbito de la acción, y eso debe reflejarse en su obra.
Ahora, solo resta cerrar la instancia económica del proyecto, que también está supeditada al Ministerio de Cultura de Eslovenia, que impulsa trabajos que difundan autores de su país. Esperemos, dentro de poco, poder mostrarle al público esta labor de Editorial A Pasitos del Fin de Este Mundo, y lograr otro acercamiento con las letras balcánicas■
[4] Es bueno saber que hay proyectos en Argentina que trabajan con traducciones de poetas eslovenos contemporáneos, como son el caso de Ediciones Gog y Magog (http://www.gogymagog.com), quien ya lleva cerca de una década con un amplio catálogo de poetas de la zona balcánica, y también Ediciones de la Talita Dorada (http://librosdelatalitadorada.blogspot.com.ar), de origen platense, quienes han publicado a Tone Pavček y Marjan Strojan, entre otros.
[5] Vrečko, Janez (2005) Srečko Kosovel in Evropska avantgarda, en Kosovela Poetika / Kosovel’s Poetics. Ljubljana: Primerjalna Književnost (Posebna številka), pág. 48.
[6] No puedo dejar de nombrar a Meta Klinar –Lectorada de esloveno y traductora–, quien fue docente del curso de idioma esloveno dictado por medio del SEUBE. Ella colaboró para esclarecer algunos pasajes que resultaban difíciles al no conocer a fondo elementos de la cultura eslovena.
[7] Solo me detengo a mencionar que el título empleado por Santiago Martín para este poema es “Versos”. No es eso lo que quiere reflejar Kosovel, pues al hablar de ‘rima’ está jugando con la métrica de la poesía eslovena de fines del siglo XIX, que incluso él practicó en sus inicios. Es lo viejo suplantado por lo nuevo. La mala elección del título lleva a perder un juego de ironías del autor.