«He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.” Cuando la Real Academia Española define “Estigma”, como “Marca o señal en el cuerpo”, olvida, sin duda, a Saint-Exupéry, e ignora las huellas, “invisibles para los ojos”, que en el “alma” de los seres que la padecen, dejan la discriminación y la estigmatización.

 

En el área de salud, la estigmatización es un impedimento para la adecuada relación médico – paciente. Dificulta la búsqueda de atención médica e interfiere en el posterior diagnóstico y tratamiento.

En el sistema capitalista la pobreza es, sin dudas, el primer estigma a sortear en el difícil camino a la correcta atención médica, lo que se ve magnificado si pensamos en medicina preventiva.

Otras habituales causas de estigmatización como la etnia, la religión, el nivel de instrucción, el género, la vejez, el aspecto físico o la orientación sexual, así como diversas patologías, entre las que se destacan el HIV/SIDA, las enfermedades mentales, la tuberculosis, algunos tipos de cáncer, y los estados de mutilación y/o deformidad, son factores secundarios de estigmatización usualmente ligados a la condición social y económica.

Merece un apartado especial, sobre todo en el ámbito hospitalario, la elección de pacientes con la finalidad de realizar estudios experimentales sobre drogas o diversos tratamientos, habitualmente invasivos. En este caso es común observar que suele optarse por aquellos pacientes de condición más humilde, los que poseen, según la teoría “estigmatizante”, una menor capacidad de cuestionamiento.

Pero hay un grado máximo de estigmatización, una estigmatización que estigmatiza por las indelebles secuelas físicas y fundamentalmente psicológicas que acompañarán al que la padece durante toda su vida. Paradójicamente no tiene relación con la pobreza sino con la religión, los preconceptos, y por sobre todo con la falta de respeto al semejante y su derecho a decidir.

Me refiero a la intersexualidad y la prematura “solución” quirúrgica basada en la elección de un sexo definido, macho o hembra.Elección que, si bien suele estar avalada por los padres, en la mayoría de los casos es inducida por los médicos, sin tener en cuenta la opinión que en el futuro tendrá quien deberá cargar con el estigma agregado sobre el estigma, ya sin posibilidad de retorno.

La intersexualidad, mal llamada “hermafroditismo”, es un grupo de trastornos del desarrollo sexual donde existe una discordancia entre los órganos genitales internos y externos, trastornos que pueden ser sutiles o muy notorios.

Con estadística algo dispar se considera que en el casi 2% de la población existen variaciones corporales que no entrarían dentro de lo establecido como totalmente masculino o femenino.

Por último quiero mencionar un nuevo tipo de estigmatización, cada vez más frecuente en el ámbito privado, que tampoco tiene relación con la pobreza y demás causas “satélite”, sino que, por el contrario, valigado a intenciones netamente mercantilistas. El sobre tratamiento, al que podemos definir como el intervencionismo excesivo o innecesario en medicina.

Su práctica, en aumento,dio origen a un nuevo ítem en la clasificación de la prevención médica.

Así a los clásicos conceptos de:

Prevención primaria: La que actúa, en salud, sobre los factores de riesgo.

Prevención secundaria: La que se practica frente a la presencia de signos y síntomas de enfermedad.

Prevención terciaria: La que trata de morigerar las secuelas de la enfermedad, básicamente con rehabilitación.

Se ha agregado ahora la Prevención cuaternaria, definiéndose como el conjunto de actividades sanitarias que atenúan o evitan las consecuencias de las intervenciones innecesarias o excesivas del sistema de salud.

Son acciones destinadas a proteger a los pacientes de nuevas intervenciones médicas y/o para sugerirles alternativas éticamente aceptables.

Estrechamente relacionada con la ética médica y la calidad de vida, la prevención cuaternaria está vinculada al concepto de eutanasia que etimológicamente significa: Bien morir (del griego (eu) bien y (thanatos) muerte). Sobre todo si entendemos por Eutanasia no sólo “La muerte provocada por un tercero para aliviar el sufrimiento de un paciente terminal”, sino cualquier acto tendiente a disminuir la carga emocional y el dolor del paciente terminal. Por lo dicho,el simple hecho de arroparlo, acomodarle un almohadón o aliviarle un dolor son prácticas “eutanásicas”. Tema que por su trascendencia, complejidad y manoseo mediático podría quedar como desafío para otro artículo.

Para finalizar recuerdo la Declaración universal sobre Bioética y Derechos Humanos, del 19 de octubre de 2005, que en su Artículo 11 -No discriminación y no estigmatización, dice:

Ningún individuo o grupo debería ser sometido por ningún motivo, en violación de la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales, a discriminación o estigmatización alguna.

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