Pierre Clastres, antropólogo francés, realizó su investigación de campo acerca de las relaciones políticas que se desenvolvían en el pueblo guaraní, en la región de Brasil. En este contexto, en 1974, publica la investigación “La sociedad contra el Estado”, en donde desarrolla la hipótesis que las sociedades salvajes, o sociedades sin Estado, son plenamente detentoras de poder político. Sin embargo, la concepción de poder que se desarrolla en el pueblo guaraní, para Pierre Clastres, es de una naturaleza radicalmente diferente a la del poder político propio de las sociedades con Estado. Es más, para el autor, este poder político de las sociedades sin Estado puede perfectamente articularse en términos de una sociedad contra el Estado.

El poder o lo político en las sociedades sin Estado, específicamente en el pueblo guaraní, es un poder que circula en la sociedad, es decir, forma parte de las relaciones intersubjetivas que se desenvuelven en la comunidad. En ese contexto, la naturaleza del poder no contiene una relación de orden-obediencia, propia de las relaciones coercitivas en las sociedades con Estado de Occidente, sino que hay una ausencia de autoridad fundada en el mandato y en las relaciones jerárquicas (Rey-Déspota). El jefe en las sociedades sin Estado, para Pierre Clastres, es aquel sujeto que “manda obedeciendo”, encargado de dirimir conflictos internos, pero nunca como mandato de ley, sino mediante el arte de la elocuencia.

La guerra es parte esencial del arte y del ocio en el pueblo guaraní. Desde este paradigma, la guerra nunca tiene fines individuales, sino que es la comunidad en su conjunto la que define el periodo de guerra. Es, en este contexto, en donde se juega el prestigio del jefe, en la guerra y en el arte de la elocuencia, ambos serán los ámbitos fundamentales para resolver los conflictos internos de su comunidad.

Desde la óptica de Pierre Clastres, por lo tanto, es la sociedad el verdadero lugar del poder. Si bien hay un sujeto que se desenvuelve como el jefe de la sociedad, la relación con su comunidad se encuentra ausente de leyes jerárquicas; en otras palabras, la palabra del jefe no es mandato de ley, sino que es la sociedad en su conjunto la que decide su destino.

En la perspectiva de Pierre Clastres, no se puede concebir las sociedades sin Estado (sociedades salvajes) desde una noción de carencia política, en el sentido de que “algo” le falta para poder constituir un Estado Civil. Aplicar esta posición teórica no sería otra cosa que un etnocentrismo cultural por parte de Occidente, el cual concibe la historia a partir de una línea de progreso teleológica que evoluciona desde lo primitivo a lo civilizado, donde Europaes el final de la línea de progreso. Por el contrario de esto, Pierre Clastres sustenta su teoría en que es imposible conformar el Estado, desde el paradigma Occidental, en las sociedades primitivas, como la guaraní. En este sentido, la comunidad política guaraní impide el surgimiento del Estado como aparato de dominación, ya que no valida el poder del “uno por sobre todos[1], es imposible la emergencia de relaciones de mandato fundamentadas en la tipología de orden-obediencia.

En síntesis, la visión de Pierre Clastres es una teoría que se desenvuelve a partir del estudio etnográfico de las sociedades de la Amazonía, específicamente la guaraní. Su producción intelectual critica profundamente el etnocentrismo y el colonialismo Occidental, ambos constituyentes fundamentales del pensamiento moderno. La etnología evolucionista es parte de esta matriz de pensamiento, ha colocado en el centro del universo la cultura Occidental y todas las otras culturas girando en torno a ella. Por otro lado, también se demuestra científicamente que las sociedades sin Estado no son sociedades constituidas por economías de subsistencia, como plantea el pensamiento moderno-Occidental, sino que la comunidad trabaja colectivamente de acuerdo con sus necesidades inmediatas, dedicando gran parte del tiempo a las actividades de la guerra y del ocio. En este sentido, el hombre no es por naturaleza un ser egoísta, como plantea Thomas Hobbes en el Leviatán, sino que su naturaleza es la solidaridad y la igualdad. Esto se demuestra en el rechazo de la sociedad guaraní a cualquier poder coercitivo, impidiendo la emergencia de cualquier Estado Civil fundamentado en relaciones jerárquicas. A partir de esta hipótesis, se critica a la teoría política clásica, la cual concibe la naturaleza humana como egoísta y, por lo tanto, busca incesantemente poder y más poder. En palabras de Pierre Clastres:

La historia de los pueblos que tienen una historia es, se dice, la historia de la lucha de clases. La historia de los pueblos sin historia es, diremos por lo menos con igual grado de veracidad, la historia de su lucha contra el Estado[2].


[1] Para la tradición guaraní el “Uno” es el Estado. Ver más en: Clastres, Pierre. La sociedad contra el Estado. Ed. Monte Avila, Barcelona: 1978, p. 149.

[2] Para la tradición guaraní el “Uno” es el Estado. Ver más en: Clastres, Pierre. La sociedad contra el Estado. Ed. Monte Avila, Barcelona: 1978, p. 149.

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