Los casi treinta años de democracia han enseñado a la derecha ha cambiar sus métodos para alcanzar el poder; exhibicionismo, compra de medios de comunicación, publicidad de imagen, argumentos estereotipados, son algunos de los elementos que parecen ser la nueva fórmula del éxito político empresarial. Aquí comparamos brevemente el antes y el después. 

 

No son fáciles nunca los procesos de cambio. Le ha costado —aunque un poco menos— a la derecha renovar sus disfraces y su lobby, y parece que se viene en Latinoamérica lo que viene sucediendo en Europa hace algunas décadas. Empresarios exitosos, millonarios dueños de los canales mediáticos, niños mimados que juegan al TEG desde un parlamento con sus amigos del Country, serán los nuevos líderes de las derechas latinoamericanas.

¿Cómo es posible detectar las diferencias que presentan en relación a otras décadas? ¿Cómo se organizan las derechas pro norteamericanas para que los pueblos no puedan reivindicar sus derechos y sus tradiciones? ¿Cuáles son los elementos que debiéramos manejar para combatir a los mercenarios de la palabra?

Algunos sectores de la derecha están haciendo llamados para cerrar los temas del pasado y mirar al futuro, bajo la premisa de que al mantener abiertos temas del pasado las heridas no sirven para construir el futuro. Lo cierto es que bajo ese lema no hay justicia posible. En el mundo de los negocios no importan ni los muertos, ni los desaparecidos, ni los pueblos originarios, ni los derechos humanos. No pocos maestros alguna vez nos enseñaron que los pueblos que olvidan están condenados a cometer idénticos errores.

Demos algún ejemplo. Hace algunas décadas, un Golpe de Estado al mando del general Augusto Pinochet derrocó el presidente Salvador Allende. Fue un 11 de septiembre cuando sus soldados sorprendieron a Víctor Jara, un reconocido cantautor Chileno, junto a profesores y alumnos en la Universidad Técnica del Estado, y lo detuvieron. Allí lo llevaron al Estadio Chile . Según numerosos testimonios, lo torturaron durante horas, le golpearon las manos hasta rompérselas con la culata de un revólver y finalmente lo acribillaron. Este es uno de los tantos hechos que según parece para la nueva derecha chilena no sirven para construir un futuro. Es necesario olvidar.

Por el contrario, es necesario comprender como las mismas personas pueden volver a gobernar a pesar del genocidio que han realizado contra su propia gente. Es una lista que es necesario comenzar: el antes y el después.

Antes eran generales ahora son empresarios.

Antes, los soldados eran entrenados en la Escuela de las Américas en Panamá. Allí, eran enviados militares procedentes de distintos países latinoamericanos para instruirse en técnicas de contrainsurgencia: interrogatorios mediante torturas, infiltración, inteligencia, secuestros y desapariciones de opositores políticos, combate militar, guerra psicológica. Ahora son periodistas y economistas que estudian en Harvard, pero que utilizan los mismos recursos pero dentro del discurso, interrogatorios tortuosos, guerra psicológica, muestra de la realidad como una catástrofe, infiltración política, etc.

Antes se imponían (nadie sabe muy bien desde donde, como los Ellos del Eternauta) los rectores de cada uno de nuestros países a fuerza de Golpes de Estado. Era la fuerza la que en última instancia corregía la “demagogia” o los “populismos” o “falsas democracias” de nuestra región. Ahora, la verdadera democracia es impuesta desde la TV que da el control a cada uno de nosotros para elegir cien canales que tienen tres o cuatro dueños amigos, que nos ayudan a interpretar una realidad siempre más o menos parecida, y que necesita de nosotros (o nuestros bolsillo) sin que entremos en la demagogia de falsos profetas que no adoren sus templos y mucho menos el populismo barato que pueda surgir en nuestra región.

Antes, la letra con sangre entraba; ahora, la sangre entra por la letra. En la era del discurso, las desigualdades se reproducen no sólo en las calles o en los barrios, sino en los lugares más pequeños; en la tele del dormitorio, en la conversación del taxista que repite los comentarios de la radio, en la almacenera que se angustia por las imágenes de TN.

En el eco de una triste melodía de la trova cubana aún se escucha: “retornarán los libros, las canciones, que quemaron las manos asesinas, renacerá mi pueblo de su ruina, y pagarán sus culpa los traidores”. Es triste ver y darse cuenta de cómo esos traidores retoman disfrazados de corderos y sin la necesidad de quemar los libros ni las canciones puesto que de eso se encargan los medios con maneras un poco más sutiles pero no menos eficientes que antaño. Algunos de los filósofos franceses como Baudilaire sostienen que hoy la derecha no necesita censurar libros puesto que el exceso de información produce el mismo efecto narcótico que su escasez o su censura.

Hace algunos años la derecha latinoamericana frecuentaba los lugares de elite y en encantadores palacios se regodeaba con su gente y bailaba con alguna música europea. Hoy, los líderes derechistas cambiaron la moda: Piñera baila Michael Jackson en un programa con treinta de ranking, Macri imita Freddy Mercury ante las cámaras sedientas de publicidad. En su blog De Narváez (el Piñera colombiano) dice que comenzó como repositor y con mucho esfuerzo logró ser el director de la cadena de supermercado TÍA. No sé si se olvidó o qué pero realmente es increíble, me gustaría saber cómo hizo porque de las decenas de miles de repositores del mundo debe ser uno de los pocos que ascendió tan rápidamente.

Hace tres décadas (casi cuatro), bombardeaban el recinto presidencial para derrocar al presidente de Chile, ahora bombardean día y noche con imágenes de inseguridad, muertes, enfermedades, hambre para lograr lo mismo. Las empresas de seguro facturan millones mientras reparten algunas sobras a ciertos periodistas ávidos de migajas que hablan de inseguridad con un tono tan morboso como perverso. Los laboratorios (Roche en especial) facturaron de a miles por una enfermedad tan sospechosamente científica como la de “Exterminio” y todo gracias a la bendita tv. Monsato viene con sus agroquímicos y sus semillas modificadas genéticamente para fortalecer su poderoso monopolio de los alimentos en el mundo y los noticieros se abrazan con su brazo ejecutor: la mesa de enlace. De la minería nadie habla. Eso no entra en la escala de información.

CNN llama terroristas a los nativos que se defienden de sus empresas en Medio Oriente. En Latinoamérica los nombra Narcotraficantes. En su lucha contra el narcotráfico instala sus bases militares en las regiones de mayores recursos minerales por toda nuestra región. Ahora se sumará Chile a esa lucha.

Artigas habló alguna vez de la necesidad de formar la Patria Grande. Sin ser impresionable a las imaginarias líneas divisorias de los países, creo que por esta vez me uno a esa idea de unión solamente por el hecho de que el capitalismo utiliza vorazmente los recursos sin alterar instancias de racionalidad. Por eso es triste que Chile gire a la derecha, y que su natural aliado (y de todas las derechas latinoamericanas) sonría desde CNN con Padilla pronosticando buenos tiempos para “su” economía en nuestra región

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