Es usual iniciar una entrevista describiendo al personaje y situándolo en un contexto que le confiere importancia para el tema tratado. Claudia Acuña disloca desde el minuto cero este tipo de periodismo y no por faltarle mérito, sino justamente porque en su caso no es la figura lo importante. El diálogo que mantuvo con ANDÉN, entonces, ya no parece el de individuos, sino se asemeja al de colectivos: un diálogo inter-subjetivo, en el que emergen movimientos, situaciones y problemas que exceden cualquier subjetividad, donde el periodismo que practica está más cercano a los bolivianos en el mercado central que a de Fontevecchia y la pauta oficial. En un principio uno puede pensar que eso no es periodismo y mucho menos comunicación. Sin embargo, baste leer algún producto de la editorial Perfil para ver qué cosa no es el periodismo. La disputa se da allí, en el corazón de la prensa; en palabras de Claudia “hoy lo que parece es que el medio no es el mensaje, el mensaje es el mensaje”. El periodismo entonces deja de ser una mercancía, y como todos sabemos que “los maestros del mercado no capitalista son los bolivianos”.
Para presentar a Claudia no podemos obviar su pertenencia a la cooperativa Lavaca. Esta cooperativa edita el periódico MU, un programa de radio, edita libros, tiene una cátedra de periodismo y el bar “MU. Punto de encuentro”; allí tuvo lugar la charla con ANDÉN. La máxima de trabajo que presenta esta cooperativa -que ya posee más de 10 años- es la autogestión. El trabajo autogestionado ha demostrado, en medio de la crisis del periodismo comercial, que “hay un tipo de periodismo que está vivo”, no desde la especialidad, tampoco desde la objetividad, ni la división de tareas, la pauta oficial o el lugar clásico del periodista, sino en el cambio de los modos de producción: el hecho de que “el editor independiente esté en todo hace que sea muy difícil voltearlo”.
Si bien no podíamos dejar de mencionar el trabajo que emprende la cooperativa de Lavaca, no es por eso que nos encontramos con Claudia, sino que fuimos al encuentro de la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (AReCIA, entre nosotros). La Asociación actualmente nuclea 236 revistas (de las cuales solo el 40% son de Capital Federal) bajo una premisa ética: “el sector no compite, comparte”. La edición de una revista cultural independiente tiene mucho del periodismo tradicional, pero se distancia en puntos esenciales como la motivación, la ética, las prácticas y la iniciativa: es un “sudor sin lagrimas, es un trabajo que se ha hecho con mucha alegría”. Por eso es que estas revistas se constituyen como “un actor cultural que media entre la sociedad y el productor cultural sin pasar por las instituciones disciplinadoras: ni del gusto, ni de la política, ni de los ordenamientos, ni las estéticas”. Es un producto auténtico, que no necesita legitimidad del Estado ni del mercado, que establece una relación directa entre el editor y el lector, es una comunicación que tiene futuro, es el futuro de la comunicación.
#01. asociación de revistas culturales independientes de argentina (arecia)
ANDÉN: Contanos qué es AReCIA
Claudia Acuña (CA): AReCIA tiene una memoria larga y otra corta. Les cuento la larga para que se entienda mejor. AReCIA surgió a raíz de un gran golpe que tuvo la edición independiente, como todo el resto del país, en el 2001. En noviembre de 2001, por presión de algunas editoriales, se comienza a discutir la imposición del IVA en el sector, lo cual iba a aumentar el 21% de todos los costos de edición. Pero además implicaba alejarse por primera vez de la equivalencia entre las publicaciones y los libros, siempre exentos de este impuesto. Y por presión de algunas editoriales que ya no se dedicaban solo al negocio de revistas, sino también a una diversidad de negocios, querían el IVA para descargar lo que facturaban por otro lado. Y ahí se notaba que la edición se había convertido como en un parque temático de empresas que tenían otros intereses y utilizaban las revistas como departamento de marketing de sus productos. A finales de los noventa se produce entonces una grieta casi irreconciliable entre lo que para mí es la prensa comercial y la prensa cultural. Y en todo caso, el IVA fue solo la cereza de ese postre. Podríamos culpar a Cavallo, que como es un demonio le podemos facturar todo, pero si bien formalmente es quien lo consagró, la verdad es que en el sector había algunos que lo pedían a gritos, y nosotros resistimos. Ahí por primera vez nos empezamos a reunir para hablar de cosas que no se hablaban: impuestos, costos, cómo se mantenía el sector. En esas reuniones estaba gente como Beatriz Sarlo, Daniel Samoilovich, gente de “El Amante”, gente del sector independiente. Y nos tuvimos que reunir con Cavallo, que era Ministro de Economía, y de ahí surgió una frase que aún recordamos. Cuando el tipo nos decía que confiáramos en él, porque “sabía más”, nosotros le contestábamos que al contrario, que nosotros entendíamos más de economía; ya que no sabíamos dónde estaría él en el futuro, pero que estas publicaciones iban a seguir. Y así fue. Diez años después acá estamos. ¿Por qué? Porque nosotros lo hacemos desde otro lugar. Si bien no lo hacemos desde exclusivamente lo económico, una revista cultural que se sostiene en el tiempo, sin que uno de nosotros ponga el dinero; también tiene una sostenibilidad económica. Ahí también aparece una distinción entre los proyectos que buscan “ganancia” y los que buscan “sostenibilidad”; son cosas totalmente diferentes. Unos buscan solo ganar, y quizás las revistas culturales no perder (porque no tienen margen para deber plata). Es una economía sana, sin deudas, que sale porque está el dinero.
Diez años después apareció un segundo fenómeno: que los medios de comunicación se convirtieron en medios sin lectores, oyentes, televidentes; al contrario que nuestras revistas que sí los tienen. Si hay una revista cultural, es porque hay alguien que la compra. Entonces aparece una nueva temática no vinculada al objeto, que es cuestionarnos si las revistas funcionan como medio de comunicación o no. Por ejemplo, tenés diarios como Página12 u otros oficialistas que tienen pautas de 42 millones de pesos al año y no tienen la cantidad de lectores que tiene la revista promedio del sector.
#02. las revistas
C.A.: Son diversas, muy diversas. Y nuestro desafío es mantener esa diversidad, acrecentarla. No queremos engordar a cada una, sino que se engrose el sector. Pensar generosamente en esta etapa es lo que nos mantuvo vivos en la peor tormenta de los últimos años, por la cual casi el 60% de las revistas comerciales tuvieron que cerrar, y el impacto en las revistas culturales fue mucho menor, no alcanzó el 20%. Entonces aprendimos a navegar en la tormenta que fue el 2001, donde todas las editoriales tenían una financiación a 90 días y terminaron pagando al contado, cosa que hace quebrar normalmente a cualquier empresa; sumado al valor del papel (importado) y al corralito; y sin embargo, nosotros seguimos adelante.ANDÉN: ¿Cómo son estas revistas?
Esto nos hizo entender que el sector tiene una ética, no compite, comparte. Hay muchas revistas que trabajamos juntas, nos respetamos, nos apoyamos, sabemos que hay gente que sabe mucho, nos protegemos aunque no seamos “amigos”. No es una cuestión de alineación política. Es probable que pensemos muy diferente a nivel político, pero sí a nivel profesional; y desde ese lugar se formó el grupo. Llegado este tiempo, el sector llamó a organizarnos como red, con reuniones abiertas y donde todo el mundo opinaba, pero empezó a costarnos el concretar las cosas, porque teníamos todos muchas cosas que queríamos hacer. Había mucha gente joven también, y los más veteranos nos pusimos al frente del “grupo fundador de AReCIA” y nos ocupamos de la parte aburrida: redactar un estatuto, un proyecto de ley, pedir seguimientos de convenios, reuniones… pero que valían la pena, porque era la forma de demostrar que era posible. Sabíamos que este esfuerzo se iba a trasladar rápidamente al sector y queríamos demostrar en los hechos que se puede trabajar para todos, no para beneficio personal. Y le propusimos al sector pensar en tres cuestiones que no se están pensando: una es la relación con el Estado: hoy el Estado es un actor, un actor económico en la vida de las publicaciones y nadie piensa qué hacer con esto. No podemos estar ante el Estado arrodillados, porque este Estado le debe mucho al sector; si no, no hubiera podido encarar la batalla que encaró, si no hubiera habido prensa independiente, ¡y la diversidad de prensa independiente que hay en este país! Creemos que hay que pararse en una relación, ni siquiera de igualdad, sino de superioridad. Luego qué relación tenemos con el mercado, que es una relación que nos desafía, nos compromete. Porque no puede haber revistas sin lectores, ni sin rentabilidades. Y porque nosotros queremos que el sector dé un salto, nos parece que es el momento histórico para darlo, donde se convierta en una fuente de trabajo. ¡Queremos vivir con dignidad! Siempre fue como un hobby, una pasión o algo que hacés cuando te queda tiempo libre del laburo de mierda que tenés. Creemos que es interesante, que hay posibilidades objetivas de trabajar en una revista cultural, donde no te harás millonario, pero al menos podrás vivir dignamente. La relación con el mercado es indispensable para pensar en el problema de sustentabilidad de los proyectos. Luego la relación entre nosotros. ¿Qué relación vamos a establecer entre nosotros? Tenemos que ser muy contundentes, muy claros, a veces tremendamente crueles (como cuando uno dice la verdad), pero que nos permita crear un espacio de verdad y no de careta, para poder avanzar como sector. Tenemos intereses comunes para defender, a pesar de las diferencias.
#03. medios y fines
ANDÉN: Esta diferencia que marcás entre la prensa comercial y la cultural, ¿qué tipo de medios supone? ¿A quién responde cada uno?
C.A.: Esta es una opinión personal. Nosotros, como Lavaca, tenemos una posición tomada con respecto a eso, que es la autogestión. La verdadera financiación es con el lector, es decir con la sociedad. Yo creo que los medios de comunicación tienen que anclar en la sociedad. Pero desde el lugar de soberbia en que se construye la prensa comercial, ningún periodista quiere ponerse a disposición de la sociedad, quieren ser un interlocutor con los poderes: con el Estado, con el mercado, y desde ese lugar les piden “sosténganme”. Y le piden publicidad tanto al mercado como al Estado, mientras les piden “me tienen que sostener porque yo soy imprescindible” y la verdad es que ya hace mucho, y ahora más que nunca queda claro, que la prensa ya no es “necesaria”, tiene que justificar esa necesidad. Creo que las revistas culturales lo que hacen es demostrar que hay un tipo de periodismo que está vivo, porque si vos vendes una revista como THC, que sale casi 25 pesos y con el formato que tiene y otra con un formato totalmente diferente como Barcelona, quiere decir que hay posibilidades para la prensa escrita. Barcelona no tiene solo un aviso, está saliendo a la calle. Entonces lo primero que tenemos que hacer nosotros es dejar de quejarnos y pasar a constituirnos como un actor de pie, recuperar la dignidad.
ANDÉN: ¿Desde dónde se construye esa dignidad?
C.A.: Aquí tenemos varios enemigos: no hay nadie que te reconozca que este es un trabajo más prestigioso que el de ser columnista de Radio 10. No hay ninguna señal, no de la Sociedad, si no de las instituciones sociales que crea que es mucho más interesante trabajar en cualquiera de estas revistas donde vos estás muy orgulloso de lo que publicás, donde nadie condiciona lo que ponés, donde te construís vos solo ese espacio y por lo tanto tenés la dignidad de decir: “yo respondo por cada coma que hay publicada en esta historia.” Me parece que son cosas que muy pocos periodistas de la prensa comercial (casi ninguno) puede decir. Pero es muy fácil echarle la culpa a la Sra. de Noble también, porque acá en este medio estamos solos nosotros, con nuestras limitaciones. Que no son solo financieras o de recursos, también son de lecturas de la realidad, de maduración política, de maduración cultural. Me parece que son, cada una en sí misma, trinchera de resistencia, por ejemplo a los gustos del mercado. Yo no sé si determinadas cosas hubieran sido posibles sin las revistas culturales.
Estamos hablando de cosas muy centrales que construyen nuestra realidad cultural actual y nuestra industria cultural actual; porque es una industria, son fuentes de trabajo concretas que sostienen en publicaciones en las que ni el Estado, ni el Mercado invirtió un mango. Lo invirtió la sociedad y además me parece que como decimos nosotros ha sido a través de un sudor sin lagrimas, es un trabajo que se ha hecho con mucha alegría. Y eso me parece que es interesante, porque hoy el periodismo comercial es un periodismo que se ejerce sufriendo, de rodillas y sufriendo y llorando; en cambio, yo creo que el ejercicio de esta profesión en estos medios es un acto de libertad y de alegría.
ANDÉN: Luego de este camino, ¿que entendés por una revista cultural independiente?
C.A.: Entiendo por revista cultural autogestiva, aquella cuyo objetivo es comunicar determinada información a determinadas personas que sabe que les va a interesar, y que cuyo objetivo económico es la sostenibilidad. Entonces me parece que el mensaje es el mensaje (ya no es el medio el mensaje), es lo que sostiene a la publicación, la necesidad de transmitir prioritariamente determinado mensaje. Y me parece que además es un actor cultural que media entre la sociedad y el productor cultural sin pasar por las instituciones disciplinadoras: ni del gusto, ni de la política, ni de los ordenamientos, ni las estéticas. Va directo del productor a la sociedad. Entonces pueden mantener canales de interés por más pequeños que estos fueran, sabiendo que no es un problema de cantidad sino que es un problema de que la cultura es diversidad. Y fue por eso una trinchera contra el pensamiento único; y si sobrevivimos fue gracias a esa trinchera, que es pequeña y por eso poderosa.
#04. hegemónico y contrahegemónico, dos caras de la misma moneda
ANDÉN: En eso que estás nombrando uno puede encontrar cierta cercanía a prácticas de comunicación que no necesariamente son comerciales y que se catalogan como prensa alternativa o contra hegemónica. ¿Hay alguna distinción o estaría este tipo de prensa integrado en lo que vos definirías como la revista cultural independiente?
C.A.: Te lo voy a decir ahora como profesora de comunicación: La palabra “prensa alternativa” o “contra hegemónica” son categorías que vienen de la academia y por lo tanto no sirven para nada: la academia en comunicación está muerta, hace años que perdió el tren. Hoy en comunicación a nivel universidad lo único que se puede hacer es poner bombas: no sirve para nada, nada de lo que viene ahí. Hay una valoración peyorativa de eso, porque alternativa es, por ejemplo, como la medicina alternativa: cuando no tenés nada grave vas a la medicina alternativa y cuando tenés un problema que se complica, de vida o muerte, vas a lo que sabés que te va a curar. O sea, acá es exactamente al revés, yo creo que “contra hegemónico y alternativo” es Clarín, porque si tu eje y tu centro es la sociedad eso es el contrapoder. Al poder social se le opone el poder corporativo, lo que pasa es que la visión de la universidad hoy es la visión del mercado que es lo primero que tenemos que sacar. Para mí contra informativo es Clarín. Entonces, esta sociedad argentina ha aprendido mucho (más que los académicos) y ese aprendizaje ya se concretó en productos sociales de comunicación. La comunicación es la calle, y la calle hoy es internet, es su equivalente. Yo salgo a la calle y todos somos iguales, pero en la calle hoy no nos cruzamos con todo el mundo porque hay pibes que ya no vienen más al centro de la ciudad, hay clases sociales que ya no se cruzan, ¡pero otra opción es internet! Permite un encuentro horizontal: si entendemos que la comunicación es un derecho y una construcción social, eso es el centro y todo lo demás es lo contra informativo, lo que disputa ese poder de la sociedad. Yo miro la comunicación desde la calle y desde la gente, desde ahí está claro quién es la Alternativa, y quién es la contra hegemonía. Lo que pasa es que la universidad obviamente hoy es un factor de poder institucional. No quiere moverse de ahí, mucho menos en la comunicación y por eso mira a la sociedad desde arriba, y desde el frente.
ANDÉN: Y te parece que se podría hablar en esos términos de que tanto lo hegemónico y lo contra-hegemónico formarían parte de una mismidad…
C.A.: “Donde hay poder hay resistencia” decía Foucault, pero yo creo que el poder lo tiene la gente. En todo caso mi trabajo es contribuir a que ese poder sea mayor que el de las instituciones. Especialmente vuelvo a decirte que soy hija de una dictatura, entonces evidentemente para mí no hay institución. Volviendo a las revistas culturales: si las revistas culturales están con la sociedad, yo estoy en el lugar correcto de la comunicación. Produciendo lo que sé. Yo no sé hacer otra cosa más que revistas. Ahora, ¿qué tipo de trabajo comunicacional hago? Una revista cultural, estoy con la gente, construyo poder en lo social, y construyo valores culturales, defiendo valores culturales democráticos, de convivencias, de dispersión del poder; me parece que todo eso hace a lo que estamos hablando que para mí es la comunicación….
#05. el mensaje es el mensaje
ANDÉN: Y en ese sentido ¿que tienen hacia el futuro para aportar las revistas culturales?
C.A.: ¡Tienen futuro! ¡Tienen el futuro! Es decir, creo que el futuro va hacia ese lado, que la comunicación tal cual la vemos está muerta. Nosotros desde Lavaca escribimos un libro que se llama El fin del periodismo y otras buenas noticias hace muchos años, y hoy básicamente la realidad nos da la razón. El periodismo tal cual lo entendemos está en vías de extinción por varios motivos: uno es por lo que la tecnología acompañó una necesidad social, que es democratizar las comunicaciones; y el periodismo tal cual lo entendemos (o nos hacen creer en la Universidad) trabajó para concentrar, para ser el cuarto poder. Lo que tenemos que ver ahora es cómo nos acomodamos a este momento que es fantástico, porque nunca desde Gutemberg hasta hoy se volvía a discutir ese punto de la comunicación. Hoy lo que parece es que el medio no es el mensaje, el mensaje es el mensaje. Entonces, volvemos a poner al centro lo humano y no lo institucional. Lo humano convertido ya a ciencia ficción ¿no? Un humano que tiene Twitter, que tiene Web, es un humano hipertecnologizado. Entonces, su lucha comienza a ser por el poder de utilización de esas máquinas para poder extender su poder de comunicación. Todo eso a mí me hace pensar que estamos en un momento extraordinario de cambio y que yo no haría nada por defender el viejo esquema.
#06. de colonialidades y descolonialidades
ANDÉN: Estamos en un momento en que la subjetividad está saturada por la construcción que estas instituciones disciplinadoras han realizado sobre ella, de tal modo que pareciera que empiezan a quebrarse solas…
C.A.: Sí, es que son insostenibles… hoy un periodista de un medio comercial va a cualquier lado y parece un inspector de la AFIP, está hasta disfrazado… Y vos decís: “este pibe capaz está pagando (sí, pagando) para hacer la maestría en La Nación o en Clarín…” Ese pibe no está cobrando, pero va a la calle y se presenta como el tipo de la New York Times que ganó el Pulitzer. Acá hay un problema, ¿cuánto puede durar? Dos, tres años.
Entonces a mí lo que me interesa es que este no sea el plan B, cuando te decepcionó el maistring queda la libertad, me interesa que la libertad sea el plan A, y que a vos como estudiante de comunicación quieras ver cómo formas tu propio medio, que lo armes vos, con la gente que te guste, que comparta tu misma idea, y que eso te permita vivir.
(…) Lo que me parece interesante es que hubo del 2001 para acá una especie de gran fragmentadora, ya prácticamente no podes juntar en un sillón a cuatro personas sin que haya puntos irreconciliables. Las revistas culturales como nacieron diversas, no hace falta que se unan. Nosotros para empezar con esto hicimos cinco puntos, con eso basto. Hoy hay 236 revistas.
ANDÉN: Hay un tema que han tratado en reiteradas oportunidades en Mu (el periódico de Lavaca), que es la colonialidad… ¿De qué modo la revista cultural puede ayudar a un proceso descolonial?
C.A.: Ahí estamos fritos. No estamos en el mejor momento ni nos tocó lo mejor del reparto desde Argentina. A mí me gustaría más ser boliviana, me parece que la tienen más fácil… Nosotros tenemos una mirada en la que creemos que somos París. La cultura tiene que ver con eso. Pero no sé si hoy somos el centro como en otro momento; Argentina fue el boom latinoamericano. Lo que nosotros tenemos para ofrecer es mercado. Los maestros del mercado no capitalista son los bolivianos. Creo que las revistas culturales debemos aprender eso; ahí es cuando yo hablo de lo ético: yo estudié bastante qué es el sistema de mercado precapitalista (casi todos tienen algo en común; ya sean andinas, hindúes, australianas), qué es lo que se llama reciprocidad: yo te doy pero sabés que en este momento te estás obligando; es un tema de equilibrio. Aquí no es así, rápidamente lo que vos me das no implica para mí ningún tipo de obligación. La obligación es social, no es individual: Está mal mirado que alguien no devuelva lo que recibió. Entonces tus padres, tus maestros, tus sacerdotes, no te van a dejar; es un delito moral que vos no devuelvas a la persona que te dio. Para eso tenés que reconocer dos cosas que se dificultan: la primera, que alguien te dio algo; porque la omnipotencia periodística a ellos los lleva a creer que no necesitan nada, el ego periodístico está alimentado de eso. La segunda, que socialmente no está penalizado, está casi bien visto.
Así se han construido cosas como Lanata, pensando que una persona podría haber hecho Pagina12. Una persona pudo hacer Crítica, y ahí está cerrada, clausurada, un vómito con culo y teta en la tapa. Ahora, que no sea obvio socialmente que en un lugar donde estaba Soriano, Gelman, Verbitsky, no era Lanata el factor determinante; evidentemente, hay algo que no se quiere ver, no que es invisible. Pero bueno eso tiene que ver también con entrenamientos de agujeros negros, que no miramos: no vamos a mirar la labor de la mujer, la labor de minorías…
#07. unidad en la diversidad, unidad descentrada
ANDÉN: De las 236 revistas, ¿cuántas son de Capital Federal y cuántas de las provincias?
C.A.: 60-40 sería la proporción (si damos un porcentaje). 60% interior, 40% Capital.
ANDÉN: Eso quiere decir que hubo una fuerte presencia federal.
C.A.: Hubo voluntad de buscarla. Nuestro objetivo ahora es que se organicen regionalmente, no es fácil, porque en los espacios territoriales si funcionan las lógicas de fricción, de competencia que, a veces, es más fácil de superar a nivel nacional. Pero vamos a tener voluntad, y habiendo hechos es más fácil que se vea para dónde crear. Entonces, ha habido una voluntad. Ha habido un esfuerzo. En Capital, nosotros dijimos: “nos juntamos los segundos jueves de cada mes”. Fue lo único que hicimos. En interior, no. Vamos, buscamos, mandamos mails, decimos. Es una actitud de búsqueda, porque también si queremos cambiar las cosas, una de las cosas que tenemos que cambiar (más en políticas culturales) es que el centro sea Buenos Aires. Es clave porque estamos haciendo una política diferente de la que nos quejamos. Entonces, cuando a nosotros nos toca construir ahí está puesto el esfuerzo. Por suerte, nos juntamos una vez al mes y vienen cada vez más revistas, todas muy afines, o con mucha disposición. Pero desde la comisión, el esfuerzo está puesto en buscar que haya un rastreo (si falta alguna revista en una provincia), buscamos, vemos qué falta. Fijate que nuestro primer esfuerzo es ir a Formosa, una provincia donde no tenemos inserción. Vamos ahí a dar un taller de auto-gestión, y esto sin que medie ni una moneda; nosotros no trabajamos de esto, pero si entendemos que la moneda va a caer en algún momento. ¿Por qué? Porque cae al sector, y por el sector nosotros nos vamos a beneficiar. Vamos a conseguir mejores condiciones y vamos a ser un actor más importante en la industria de la comunicación. Eso es lo que queremos. No queremos la moneda, aunque hoy haya una plata para un taller. Vamos a construir algo más sólido.
#08. la ley, el piso
ANDÉN: hay también otra cuestión que están trabajando, que tiene que ver con una ley para el sector.
C.A.: Mirá, nosotros hacemos por tercera vez un proyecto de ley. Pero ya a esta altura tenemos experiencia. Porque sabemos que es una herramienta que nos puede ayudar a sobrevivir, que va a construir en serio al sector, porque ya lo vimos con la ley de cine. Sabemos también lo que cuesta, y desde dónde se legisla. Mucha gente cree que empieza en el Congreso, y en el Congreso termina. Se construye en la calle la ley. Entonces nosotros empezamos a construir desde ahí, para tener una legislación que formalmente responda a lo que necesitamos y que también cumpla los requisitos para que esto sea posible, sea viable, pero en lugar de ir a recorrer despachos para que entre en tal comisión, vamos a empezar a recorrer provincias, sectores vinculados para que la conozcan, la debatan. Sabemos que con suficiente consenso social la sanción llega sola. Yo te diría que hay antecedentes muy concretos; y de esas experiencias, de la que no fuimos protagonista pero que sí fueron contemporáneas, aprendimos este camino que proponemos recorrer para las revistas culturales. Bueno, trabajemos nosotros, desde nosotros, y ahí hagamos un trabajo social porque la legislación sale. Habrá que ver qué esfuerzo tenemos en eso■
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