¿Por qué preguntarnos sobre la discapacidad?, ¿qué sentido tiene dedicar un ANDÉN a este tema?, ¿por qué no mejor tratar temas verdaderamente importantes, acaso actuales?, ¿por qué intentar generar una nueva agenda, por fuera de la corpo y los instrumentos de propaganda oficial?, ¿por qué afirmarse independientes? Formularse estas preguntas es llegar a un nuevo ANDÉN. Responderlas acaso signifique el desafío de repetir nuestra existencia. Afirmarla, asentarla, sembrarla.
Las publicaciones independientes atraviesan todos los días los mismos problemas y las mismas tentaciones: por un lado, queremos continuar siendo independientes y a pesar de ello persistir; por otro, ya cansados de tirar piedras, pensamos en bajar los brazos, dejar de batallar y sucumbir ante la tentación y los piropos de quienes parecen gozar de una gran aceptación; se repite así la historia de los navegantes que enloquecen por el canto de las sirenas. Y mientras la corpo cuenta con el apoyo del poder económico y mientras los instrumentos de propaganda oficial cuentan con el apoyo del poder político –aunque varias veces estos se entrecrucen– y mientras todo eso se debate y se disputa, las publicaciones independientes persisten por sus lectores y sus convicciones. Sus sentimientos, sus pasiones, sus ideales, su voluntad.
En ese andar ANDÉN pretende “fisurar” la agenda política. Pensar con independencia implica comprender que quizás, para hacer relevantes ciertas ficciones deben presuponerse muchas cosas. Esas cosas que quedan por fuera de la agenda, que exceden la plata que Cristina gastó para arreglar su baño o cuánto le costó su cartera o si el ministro de justicia comió un asado en la ex-ESMA o cuánto cuesta el dólar verde y el dólar azul o si una señora bien lo pudo comprar o si este verano se va usar el flúor o los colores pastel, la tanga o el bombachón, todas esas cosas, decimos, es de lo que trata un medio independiente.
Entonces nos aventuramos en un terreno virgen, ya que nos interesa preguntarnos por el modo en que el hombre se relaciona con la naturaleza –si como dueño, si como hijo–; y queremos saber qué entendemos por hombre y por mujer, hasta dónde van las limitaciones naturales y dónde comienzan los prejuicios humanos; y pensamos también cómo la cartografía influye en la constitución de nuestros hábitos, ya que ahora sabemos que no es lo mismo estar al centro que a un costado, arriba que abajo; y debatimos cuáles son los estándares que la moda nos impone, quiénes los regulan, a qué obedece; y consideramos nuestra alimentación: quiénes producen, con qué criterios, y quiénes distribuyen, con qué parámetros, y cómo se produce, qué consecuencias tiene, y así. En este mismo orden de ideas, en la convicción de que estas son las temáticas verdaderamente importantes (a pesar de que persistan latentes para que dos facciones generen una ficción más o menos verosímil sobre tibios enfrentamientos), esta publicación insiste con su independencia y propone pensar la discapacidad.
Al trabajar sobre una temática tan extensa como compleja se percibe el abismo: ese espacio vacío y profundo, esa cuerda sobre la cual nos toca caminar –sin el reparo y la aceptación que generan los límites de la agenda oficial–… Y allí caminamos, y allí existimos. El mundo está obsesionado con diferenciar y clasificar todo cuanto encuentra. Y no nos basta, pues también nos fanatiza construir jerarquías sobre nuestra diversidad. Entonces construiremos aquello que consideraremos normal (lo racional, lo autónomo, lo productivo) y relegaremos todo lo que a nuestro juicio no cuadra el parámetro. Se construye así el mundo de las capacidades, donde los carentes serán un estorbo, que a lo sumo nuestra pulcra moral nos hará sostener simulando nuestros deseos de extirparlos del planeta que dominamos.
Pareciese que temiendo y temblando ante lo diferente, el único remedio que se encuentra es buscar en eso distinto algo normal, a partir de lo cual poder trazar un lazo que subsuma todo aquello que nuestra sociedad de estereotipos no se digna a aceptar en pos de una convivencia pacífica con la monstruosidad. Y pensando así olvidamos que la verdadera riqueza está en poder descubrir lo extraño. Dejamos de lado lo diferente sin saber que son nuestras carencias lo que nos impulsa a una vida plena. Nos cerramos en círculo íntimo, constituidos por miles de iguales, porque tememos no ser aceptados por todo aquello que rechazamos. Aquello otro en tanto que otro, sin toda la carga que le queremos atribuir. Aquello otro en tanto que otro, anormal, diferente. Aquello de lo que tratan las publicaciones culturales independientes■