Viajar no es sólo moverse. Y moverse, tan sólo por moverse, no es lo mismo que viajar. Un viaje propiamente dicho también implica detenerse, aventurarse en un terreno, recorrer sus extremos, hundirse en sus formas y sus errores. Viajar es tanto el movimiento hacia lo desconocido sin que en ello se vaya nuestra identidad, como el permanecer en lo conocido deslizándonos un poco más allá de lo idéntico. Es apertura a la novedad, es pensamiento, es diálogo. Es devenir, junto a todas las implicancias del oxímoron. Un andén no es solo una metáfora. Es un lugar de paso, de detenimiento, de intercambio; es una parada en medio de un viaje, es un respiro consciente de la continuidad, del cambio, del entrecruzamiento entre sujetos e ideas. Es permanencia en el movimiento, porque es un devenir.

Andén es un periódico temático de reflexión –política, filosófica, cultural– en el que participamos varios integrantes de la comunidad académica de Filosofía. El periódico tiene una trayectoria de 5 años y 75 números. Movilizado por un intercambio plural y profundo, no representa ningún tipo de anclaje político en particular, independientemente de que algunos de los que intervenimos en él podamos tener algún tipo de vínculo, más o menos estrecho, con algún espacio político.

Sin perjuicio del tiempo y de la trayectoria (lo que no significa más que tozudez), Andén no ha logrado una gran inserción en la comunidad académica de filosofía, independientemente de la accidental y desafortunada suerte que ha corrido algún que otro compañero de cursada al encontrase con alguno de sus participantes. Y no lo ha logrado, en parte, porque no lo ha buscado. Es que en lógica distributiva adoptada, se prefirió compartir los frutos del árbol filosófico con la comunidad, en vez de agotarse en el intento de sembrar nuevas ideas en un campo saturado de agroquímicos.

En esta ocasión, sin embargo, encontramos una temática en la que entendemos se hallan atravesados ambos órdenes: La reforma de la escuela secundaria –impulsada por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires– es una medida de impacto societal que afecta directamente los intereses de los profesores de filosofía en particular, y de la comunidad académica en general. Ahora bien, vale la aclaración: quien conozca la publicación comprenderá que en este hecho encontramos, antes que el efímero ejercicio de pensar la coyuntura, una excusa coyuntural que nos sirve de motivación para seguir pensando. De eso, ni más ni menos, se trata este negocio.

1) territorio

La reforma educativa propuesta por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires nos propone al menos dos tipos interrogantes: por un lado, más allá de la filosofía, nos inclina a indagar qué idea de ciudadanía subyace a esta propuesta de reforma curricular; qué impacto inmediato supone sobre los cuerpos docentes afectados a las materias que se volverían opcionales; qué tipo de relación se establece entre las modificaciones y cuál es el punto de acuerdo y desacuerdo con el «espíritu» de la nueva ley de educación promovida por el gobierno nacional. Por otro lado, a partir de este disparador del pensamiento, también nos preguntamos cuál es el sentido y la utilidad del espacio curricular asignado a la Filosofía; qué comprensión de la disciplina filosófica subyace al gesto presente en la NES de volverla un “contenido transversal”; ¿“hacer filosofía” es meramente una cuestión procedimental, una metodología para el pensamiento o hay problemas de corte sustantivos que le son propios? Y de ser cierta esta última opción, ¿son estos propios órdenes atinentes a la formación de la ciudadanía? Como se ve, se trata de preguntas que vuelven, así como viejos trenes, a detenerse una vez más en este andén.

Fue por medio de estas y algunas otras inquietudes que invitamos algunos nuevos pasajeros a subirse a este viejo tren filosófico. Pero a diferencia de nuestro irrestricto e indiscriminado procedimiento de selección del personal ferroviario, en esta ocasión extendimos la convocatoria a determinados profesores, graduados y alumnos que integran esta casa de estudios. El criterio de selección que utilizamos –además del estrictamente material– residió en nuestro conocimiento y respeto por el trabajo que todos y cada uno y una de ellos realiza en la facultad y fuera de ella, independientemente –también vale aclararlo– de que compartamos en mayor o menor medida los lineamientos políticos y prácticas de sus intervención.

 2) Convocatoria 

Antes que nada queremos aclarar que no todos los invitados a participar lo hicieron, ya que por diversas razones algunos no pudieron o no quisieron; que ningún participante tuvo acceso al texto de algún otro previo a la publicación de los artículos; que el espacio de intervención posible se limitó, en todos los casos, a mil palabras; y que el tiempo de trabajo fue aproximadamente de quince días para cada cual. Asimismo, con la intención de generar una discusión plural pero puntual, se propusieron dos bloques que oficiaron de ejes o disparadores para la reflexión:

 Bloque 1: el sentido de la filosofía y el perfil del graduado en la NES

Es un lugar común establecer que el estudio de la filosofía resulta fundamental en la formación de los estudiantes, ya que dicha actividad habilita la formación de ciudadanos críticos. No obstante, lo cierto es que algo similar puede decirse en relación con otras materias pertenecientes al amplio campo de las ciencias sociales, las letras y a las llamadas “humanidades” en general. Y, de hecho, no faltará quien asegure que también las ciencias más «duras» favorecen la formación de dichos ciudadanos.

Esto nos sugiere, cuanto menos, las siguientes inquietudes:

–         ¿Es necesario o cuanto menos deseable que se enseñe filosofía en el secundario?

–         ¿Qué puede aprenderse en una clase de filosofía que no se consiga en el resto de las asignaturas?

–         ¿La práctica y el ejercicio filosófico promueven una «conciencia crítica»? De ser esto cierto, ¿qué significa?

–         ¿Qué tipo de crítica favorece la práctica filosófica? ¿Es, de por sí, una que implica la formación de subjetividades ciudadanas? ¿Cómo? ¿Para qué?

–         ¿La enseñanza de la filosofía se identifica con la enseñanza de su práctica? ¿Cuál es el sentido de esta afirmación?

Bloque 2: La dimensión política de la NES

En la propuesta de reforma del gobierno citadino comprobamos que el cambio a opcional de la condición curricular de la materia de filosofía se inscribe en una modificación mayor que abarca otro tipo de exclusiones totales o parciales como las de educación cívica, psicología, historia.

Teniendo en cuenta el repudio que tales modificaciones han suscitado, consultamos:

–         ¿Excede este repudio el terreno gremial? ¿Debe, acaso, excederlo? ¿De qué modo?

–         ¿Podría y/o debería implicar su problematización la ocasión de disputar una concepción del significado mismo de la educación y, por tanto, con las mediaciones del caso, del proyecto de país?

–         Las modificaciones en cuestión, ¿se corresponden, entran en tensión o directamente son contrarias al «espíritu» de la nueva ley de educación promovida por el gobierno nacional? 

  3) próximo andén

Fieles a las motivaciones de pensamiento y pluralidad expresadas en el presente editorial, extendemos a quien posee esta herramienta en sus manos, tanto como a quien usted estime que puede interesarle, la invitación a discutir en conjunto los problemas aquí expuestos, conforme a las indicaciones que obran en la tapa a la presente edición. Todo el mundo sabe cómo es el negocio ferroviario: las vías permanecen fijas en tanto así las soporten los durmientes

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