Es inevitable pensar lo que se debe o no enseñar en el secundario desde la consolidación y naturalización de la fragmentación disciplinar propia de la modernidad/actualidad pos Revolución Científica del S. XVII. Esto es así, además, porque también parece inevitable armar un plan de estudios para la escuela media a partir de la cristalizada estructura de la educación estatal para todos los niveles que se manifiesta en general como una mera yuxtaposición de “materias”, de saberes disciplinares sin conexión alguna. Y también, hay que decirlo, un plan de estudios aparece apenas como un reparto determinado de horas para fuentes laborales (aunque engalanado de los clásicos y trillados problemas del “perfil del graduado/a” y de las “incumbencias”) …

Por ello, de cómo se exprese el resultado de las relaciones de fuerzas entre los/as diversos/as referentes de las disciplinas en juego y de su lugar en los organismos de decisión estatales, resultará qué materias y con cuántas horas se conformará un plan de estudios. Y dicho resultado puede querer mostrarse, un tanto cínicamente, como la lógica resolución de una discusión racional entre los diferentes saberes que, además, se presentan como defendiendo lo que los/as estudiantes tienen que saber tanto como “ciudadanos crítico-participativos” como “fuerza de trabajo” a insertarse en el mercado laboral …

De todas maneras, la filosofía, específicamente como materia-disciplina, parece tener una “ventaja” respecto de las demás disciplinas –quizá a excepción de la religión, pero que no es materia al menos en la educación estatal- en lo que respecta a su mirada de totalidad que, en principio, le permitió y le permite desde hace más de 2500 años en el mundo occidental “un plus” respecto de las demás disciplinas “positivas” … Obviamente, cabe preguntarse aquí si ese plus es en y por sí misma o simplemente por haber sido tomada en todo ese tiempo, la filosofía, como el saber oficial con ese plus por todas las estructuras de poder y dominación estatales y no estatales …

Opinamos –con la brevedad que nos exige el espacio de esta contribución- que si se mantiene esa fragmentación disciplinar que mencionamos y que podríamos denominar conceptualmente especialización estupidizante, la filosofía mantiene dicha “ventaja” –a pesar de no escapar a esa especialización lamentablemente- respecto de las demás disciplinas mucho más restringidas y recortadas en su objeto de estudio. Sin embargo, continuará muy lejos de promover esas “cosas favorables y diferenciables” para la formación de seres humanos libres, críticos, etc., etc., en tanto una materia más de un cristalizado y burocrático plan de estudios estatal… Y esto con independencia del trabajo docente individual bueno o no tan bueno …

Finalmente, también opinamos en aras de esa brevedad que superando la fragmentación en algún sentido, no sólo la filosofía puede ocupar el lugar de materia que promueve esas “cosas favorables y diferenciables”, sino que lo puede hacer cualquier otra disciplina, desde el punto de vista de que cualquier “saber humano” es resultado de una praxis social determinada y por lo tanto, además de real, racional …, esto es necesario para la conformación de seres humanos entendidos/as como “resultado” de una determinada conjunción de relaciones sociales …

La dimensión política de la NES

A partir de lo dicho y otra vez con la brevedad argumentativa del caso, puede desprenderse que lamentablemente lo que suele llamarse la “comunidad filosófica” –aunque no es una característica sólo de esa comunidad- parece juntarse y movilizarse sólo cuando se ve amenazada esa cantidad de horas de trabajo de la materia filosofía en determinado plan de estudios … Y aclaro, por las dudas, que la defensa de los derechos laborales es -para quienes nos consideramos anticapitalistas- el principio de la lucha contra el modo de producción capitalista. Pero la defensa de esos derechos tiene que partir, en nuestra opinión, de considerarnos fuerza de trabajo y de ahí en más de sacar todas las consecuencias críticas de la totalidad capitalista y de la imposibilidad de realizar modificaciones superadoras –por ejemplo en educación- manteniendo las relaciones sociales de producción y reproducción social que le corresponden a dicho modo de producción (y aquí no hay diferencia sustancial entre el gobierno de la CABA y el gobierno nacional).

Permítaseme poner en duda, entonces, la “nobleza” de la presente defensa de la materia filosofía, puesto que en general no percibo en la práctica cotidiana filosófico-institucional casi ninguna de esas “cosas favorables y diferenciables” que la filosofía puede promover y que harían de ella una materia imprescindible.

Finalmente, opinamos que dicha defensa se argumenta ahora un tanto oportunistamente desde diferentes espacios filosófico-institucionales que promueven más bien “cosas des-favorables e in-diferenciables” de la filosofía …

Vayan estas pocas líneas como parte del debate a continuar …

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